(Minghui.org) Soy una practicante joven y comencé a practicar Falun Dafa hace seis años. Recientemente, encontré dos problemas que tuvieron un impacto profundo en mí. Me gustaría compartir mi percepción sobre estos incidentes.

Los familiares también son practicantes de Dafa

Mi madre se convirtió en practicante de Dafa hace dos años. Siempre fuimos muy cercanas y asumí que estaríamos más cerca después de que ella comenzara a practicar. Pero resultó ser todo lo contrario. Nuestros desacuerdos se hicieron más frecuentes, y estaban marcados por feroces discusiones. Debido a que mi madre se convirtió en practicante después de mí, estaba ansiosa por ayudarla a elevar su comprensión, alegando que era por su propio bien. De hecho, mi motivación era cualquier cosa menos altruista.

En primer lugar, mi madre y yo somos afectuosas y valoramos nuestra relación familiar. Pero aunque somos cultivadoras de Dafa, no nos tratamos como compañeras practicantes. Nuestra relación siguió siendo de madre e hija. Insistía en imponer a mi madre los entendimientos que yo pensaba eran los mejores, sin considerar que ella acababa de empezar a cultivarse. Le hablaba en tono severo y reemplazaba la compasión por emociones humanas. Las razones que le daba se limitaban a los entendimientos a mi nivel y la criticaba sin piedad sin tomar en consideración sus sentimientos. Eso no la ayudó en absoluto y despertó aún más su resentimiento.

En segundo lugar, yo estaba usando Dafa por motivos egoístas. Inicialmente, motivado por la mala salud de mi madre, la convencí de que cultivara Dafa. Esperaba que Dafa la curara. Entonces, después de que se recuperó, quería que continuara para que el Maestro la protegiera. Esto me permitiría realizar en libertad mis propias actividades sin preocupaciones. Este era un motivo muy egoísta. A pesar de los numerosos beneficios que ya había obtenido de Dafa, mi mente subconsciente siguió exigiendo más.

En tercer lugar, al enfrentar problemas, buscaba en el exterior en lugar de en mi interior. Durante las disputas con mi madre, revisaba brevemente mis fallas antes de lanzarme a una larga descripción de sus fallas. Dado que ahora las dos éramos cultivadoras, debiera ser justo que las dos miráramos juntas hacia adentro. Esperaba que ella mejorara primero, antes de que yo hiciera el esfuerzo por mejorarme. Al final, no me cultivaba bien y los malos elementos que seguía emanando, empeoraron la situación.

En cuarto lugar, era reacia a las críticas de mi familia. Cuando otros practicantes señalaban mis defectos, lo aceptaba con humildad, sin importar si tenían razón o no. Sin embargo, cuando mi madre señalaba mis defectos, en el acto negaba sus afirmaciones. A la menor censura, me ponía a la defensiva y surgía un conflicto.

Por último, surgieron emociones de resentimiento por el entendimiento de las debilidades y deficiencias de la otra. Casi toda una vida juntas, con la acumulación de las experiencias y emociones del pasado, resultó en un desarrollo de resentimiento contra ciertas conductas. Aunque el asunto pudo haber sido pequeño, la provocación continua a lo largo de los años, resultó en un resentimiento reprimido, que puede complicar las cosas y dificultar la solución.

En la fase inicial, mi madre y yo estábamos motivadas por tantos malos apegos, que nuestra relación comenzó a deteriorarse. Eventualmente me di cuenta de mis faltas y trabajé para eliminar esos apegos. Todavía tengo un camino por recorrer y, aunque experimentamos desacuerdos ocasionales, nuestra relación ha visto signos significativos de mejora.

Cuando no logramos eliminar las emociones humanas, desechamos nuestra compasión y además, alimentamos nuevos apegos, terminamos sumidas en conflictos humanos con miembros de la familia que también son practicantes.

En lo personal, creo que siempre que se produce un conflicto, primero se debe buscar dentro incondicionalmente, sin considerar las deficiencias de la otra parte. Luego, señalar los defectos de la otra persona con un corazón puro y compasivo, sin darle importancia desmedida a la relación de la otra persona contigo. Cuando hagas esto, seguramente la otra parte aceptará tus palabras.

He observado este problema en muchas familias de practicantes que conozco, pero es algo bueno. Los familiares pueden sacar a relucir nuestros apegos más profundos y ocultos, lo que nos facilita reconocerlos y eliminarlos. Proporcionan un entorno y una oportunidad para mejorar la cultivación. Debemos apreciar esto, cultivarnos bien, aprender de otros y elevar el nivel todos juntos.

Los practicantes jóvenes de Dafa sí son practicantes

En mi área hay pocos compañeros practicantes de mi edad. Por lo tanto, siempre que nuestro entendimiento es un poco mejor o cuando hacemos mejor ciertas cosas, los practicantes mayores nos elogian generosamente. Esto, naturalmente, es el resultado de los sentimientos de cuidado y protección que los mayores tienen hacia los más jóvenes. Sin embargo, inconscientemente me alentó a considerarme como una practicante joven. Comencé a quedarme en estándares más bajos, persiguiendo ídolos, viendo novelas de televisión, jugando con mi teléfono, investigando sobre cosas para comer y lugares a donde ir, y conversando con amigos sobre temas de interés cotidianos. Consideraba que este estilo de vida era aceptable para una practicante cuya edad era diferente a la de los demás, sin reconocerme ni corregirme de acuerdo con las enseñanzas del Fa. Aunque estaba lejos de ser diligente, pensé que aún podía cumplir con los requisitos de cultivación.

Hace algún tiempo, durante una sesión de intercambio de experiencias grupales, una compañera practicante expresó su preocupación por la adicción de su hijo a los juegos de computadora. Todos estuvieron de acuerdo en que tales juegos podían arruinar a una persona. Yo era la única que no estaba de acuerdo. “Si no es una adicción seria, no debería ser un gran problema. Después de todo, yo veo novelas de televisión con mucha frecuencia”. En ese momento, nadie me reprendió.

Al día siguiente, compartí con el grupo mis dificultades recientes con el yeli de enfermedad y mi problema para eliminar pensamientos que distraen. Especulé que estos problemas se debían a mi carácter personal. Entonces otro practicante me aconsejó: “Los practicantes de Dafa tienen que hacer bien las tres cosas. ¿Las has hecho bien? ¿Qué practicante mayor todavía ve novelas de televisión? No se puede simplemente enfatizar en mejorar su cuerpo sin hacer las cosas que debería estar haciendo. ¡Debes purificar tu corazón!".

Sus palabras me sacaron de mi estupor. Sus palabras sonaban verdaderas: ninguno de los practicantes adultos de Dafa era como yo. Mi concentración se desviaba durante el estudio del Fa. Mientras enviaba pensamientos rectos y hacía los ejercicios, mi mente se llenaba de pensamientos aleatorios que no podía reprimir. Durante las vacaciones escolares, aunque las condiciones para la cultivación eran excelentes, no hice ningún esfuerzo adicional para hacer los ejercicios o enviar pensamientos rectos. Traté al estudio del Fa en grupo, como una tarea por cumplir, lo que me permitía jugar con tranquilidad después. Ser joven no debería ser una excusa para buscar el gozo en el mundo material. Estos apegos deben eliminarse.

Los practicantes jóvenes de Dafa son practicantes de Dafa. Debemos adherirnos a los requisitos del Fa, purificarnos, estudiar el Fa a menudo, hacer bien las tres cosas, eliminar los apegos al gozo ordinario de los humanos, cultivarnos y esforzarnos por mejorar. Deseo compartir este impulso con todos los jóvenes practicantes de Dafa.