(Minghui.org) Mi nombre es Aqi y tengo 12 años. Mi abuelo materno practica Falun Dafa. Me dio a conocer Dafa cuando yo era muy pequeña y, desde entonces, lo he practicado.

Desde que tenía cinco años he podido ver escenas de otras dimensiones, doncellas celestiales y muestras de la arquitectura clásica china. Son extraordinariamente bellas. Siempre le cuento a mi abuelo todo lo que veo. Él me dijo que tal vez yo tenía una buena cualidad innata y que el Maestro me animaba para que fuera diligente. También a menudo me recuerda que no le cuente estas cosas a la gente común.

Cuando estaba enviando pensamientos rectos a las 6:00 a. m. el 4 de agosto, vi una escena muy aterradora. Inmediatamente se lo conté a mi abuelo. Después de reflexionar me dijo: “Vamos a escribirla y a enviarla al sitio web Minghui”.

El 4 de agosto me senté a las 5:55 a. m. para enviar pensamientos rectos. Primero limpié mi campo y luego levanté mi palma frente a mi pecho. A través de mi tercer ojo vi un cielo de color azul que rápidamente se tornó en uno de color marrón rojizo y turbio. Entonces apareció una gran grieta en el cielo, que me sobrecogió.

La tierra también se abrió e innumerables manos gigantescas salieron de la abertura en el suelo, agarraban a personas y las arrastraban hacia dentro. Todas las personas que agarraban tenían marcas rojas en sus frentes: no habían renunciado al partido comunista chino ni a sus organizaciones juveniles. Gritaban de dolor y terror, hasta que desaparecían sin dejar rastro.

Entonces, aparecieron muchas columnas de luz dorada brillante en el horizonte. Un practicante de Falun Dafa se hallaba sentado en la parte superior de cada columna. Sentados en la posición de loto completo comenzaron a elevarse en el aire. Aparecieron en el cielo muchas puertas que comenzaron a abrirse. Mientras los practicantes ascendían se convertían en Fo, daos y dioses. El Fashen del Maestro también se encontraba allí, pero es algo que no acierto a describir con palabras: era tan gigantesco como el universo.

Cuando terminé de enviar pensamientos rectos, las escenas volvieron a reproducirse como si se tratara de una película. ¡Fue algo increíble!

Sé que no queda mucho tiempo. Sentí que Shifu, en su infinita misericordia, nos recordaba a los practicantes que debíamos aprovechar las oportunidades que nos quedan y cultivarnos de verdad para poder perfeccionarnos con rapidez, hacer el mejor uso de nuestro tiempo para salvar a más personas, cumplir nuestra promesa y regresar a casa con Él.