(Minghui.org) A medida que los practicantes de Falun Dafa perseveran en dejar al descubierto la persecución que el partido comunista chino (PCCh) perpetra contra su fe, muchos ciudadanos chinos están conociendo la perversa naturaleza del PCCh, y deciden cortar sus vínculos con este. Me gustaría compartir un par de historias recientes.

"¡Derriben al partido comunista chino!"

La propietaria de una tienda de carne de cerdo, de nuestra zona, tiene una personalidad alegre y da la bienvenida a los practicantes de Falun Dafa que le compran carne de cerdo con moneda impresa con mensajes sobre Falun Dafa (un esfuerzo base de los practicantes de Falun Dafa para generar conciencia sobre la persecución, dada la estricta censura de la información que existe en China). Su negocio prospera día a día.

Cuando el virus PCCh estalló en Wuhan, le hablé instándola a que renunciara al PCCh y a sus organizaciones relacionadas. Le dije que el Cielo está eliminando el PCCh; que este virus estaba apuntando al PCCh y a sus miembros, por lo que era primordial abandonar el PCCh para asegurarse un futuro a salvo. Ella estuvo de acuerdo conmigo y me dijo que se había unido a los jóvenes pioneros hacía tiempo. Me pidió que la ayudara a renunciar. También gritó a todo pulmón: "¡Derriben al partido comunista chino!". Era hora punta y había mucha gente en el mercado. Todos pudieron oírla gritar.

"¡Ayúdame a renunciar al PCCh!"

El dueño de una planta de reciclaje es un señor de unos setenta años. Aunque la planta estaba en muy malas condiciones, y apenas podía contener la lluvia y el viento, el señor vivía allí. Le hablé de la persecución y decidió renunciar a los jóvenes pioneros a los que se había unido. Pero su hijo, que lleva cuatro años en el ejército y es miembro del partido, se negó a renunciar. Dijo que contaba con que el PCCh lo ascendiera. No lo presioné, pero le dejé algunos materiales para que los leyera.

Cuando el virus PCCh estalló, volví a visitar al hijo de aquel hombre y le hablé del virus mortal, y de cuánta gente ya había perdido la vida. También le dije que el virus ya se había extendido a 170 países en todo el mundo. Me corrigió mientras miraba su teléfono celular: "Son más de 190 países". Insistí en que tenía una familia que cuidar y que necesitaba garantizar su futuro y salvar su vida renunciando al PCCh. Esta vez, ¡lo aceptó inmediatamente!

Me dijo que leyó los materiales que le dejé la última vez y agradeció mi ayuda. Me alegré mucho por él.