(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) que solía ser oficial de policía. La historia sobre cómo me volví practicante de Falun Dafa es legendaria. Al comienzo de la persecución, al igual que mis colegas, no sabía nada sobre Falun Dafa. Seguía órdenes de mis superiores y trataba de forzar a practicantes en prisión a que abandonaran su creencia.

No entendía por qué los practicantes persistían tanto en su fe. Unos pocos de ellos intentaron clarificarme la verdad, pero me negué a creerles. Ahora entiendo que me había lavado el cerebro el partido comunista chino (PCCh) y había perdido mi habilidad para diferenciar lo bueno y lo malo.

A medida que fui conociendo mejor a los practicantes de Falun Dafa, comencé a darme cuenta de que eran diferentes de los demás. Eran honestos, bondadosos y tolerantes. Al enfrentarse a esta injusta persecución, se negaban a abandonar sus creencias aun cuando sus vidas eran amenazadas por los perseguidores. Su valentía me conmovió. Comenzaron a hacerme pensar sobre una pregunta que me había hecho desde que era pequeña: ¿Cuál es el propósito de la vida?

Un perseguidor comienza a cultivarse en Falun Dafa

En el trabajo, a cada uno nos dieron una copia de Zhuan Falun, con la esperanza de que encontráramos algo que pudiéramos usar para discutir con practicantes y atacarlos. Pero al leer el libro, sentí como si un torrente fluyó por mi cuerpo. Falun Dafa no era como lo que los medios de comunicación del estado decían. La persecución era y es totalmente impropia. Pensar esto era un asunto político sensible, así que no me atreví a compartir mis opiniones con mis colegas.

Al leer Zhuan Falun, sentí unos síntomas de enfermedad, pero entendí que Shifu estaba purificando mi cuerpo. Me recuperé en dos días. No solo mi cuerpo fue purificado, sino que mi perspectiva sobre el mundo y la vida cambió también. Me volví una persona diferente. Shifu dijo:

“…reencarna otra vez para nacer en una familia muy pobre. Él sufre desde muy pequeño y cuando crece hasta tener la comprensión suficiente, su shifu viene; por supuesto, él no lo reconoce. El shifu usa gongneng para abrir sus pensamientos guardados y en un instante él recuerda todo: «¿Acaso este no es shifu?». El shifu le dice: «Ahora estás bien, ya puedes refinar». De esta manera, durante muchos años, el shifu le transmite sus cosas” (Octava Lección, Zhuan Falun).

Cuando leí este párrafo, de repente mi mente se abrió. Sentí que Él es mi Shifu, y surgió una felicidad desde el fondo de mi corazón.

Comencé a practicar en el apogeo de la persecución, y esto marcó un momento decisivo en mi vida. Me sentí muy afortunada de tener esta oportunidad tan preciada de convertirme en una Dafa dizi durante el período de la rectificación del Fa.

Siendo una Dafa dizi, cuando Dafa está siendo difamado, los practicantes están siendo torturados, y el público está siendo engañado, debo dar un paso al frente y aclarar la verdad. Esto era algo que yo podía entender, pero me era muy difícil de hacer. Mi trabajo era perseguir a Falun Dafa. ¿Cómo podía hacer esto? Fue una gran prueba.

Estudié el Fa con cuidado y me di cuenta de qué camino tenía que tomar: Debería usar cualquier oportunidad para aclarar la verdad y exponer la persecución. Esto es lo que un Dafa dizi debería hacer.

Fui arrestada y sentenciada a dos años en prisión en el año 2015. No solo me torturaron física y mentalmente, sino que mi familia sufrió grandes pérdidas financieras. Mi hijo tuvo que cerrar su negocio, que iba muy bien, para poder rescatarme. Esto fue muy difícil para mi de soportar, porque no había eliminado mi apego al dinero.

Durante ese tiempo, muchos de mis apegos quedaron expuestos: guardar las apariencias, ganancias personales, competir, odio, celos, y demás. Pero no tuve miedo. Luego de ser liberado, encontré un trabajo y usé cada oportunidad que tuve para aclarar la verdad usando mis experiencias propias para contarle a la gente sobre esta cruel persecución.

Escuché que varios de los supervisores de mi previo lugar de trabajo habían fallecido o sido sentenciados a prisión por varias razones. Me sentí mal por ellos. Por largo tiempo, gente como ellos han sido usados por el PCCh para llevar a cabo la persecución y han acumulado una enorme cantidad de yeli. Siendo su excompañera de trabajo, sentí la responsabilidad de aclararles la verdad.


Fue difícil, porque les habían lavado el cerebro. A causa de mis apegos y miedos, no lo hice enseguida. Pero rápidamente rectifiqué mis pensamientos.

Aclarando la verdad al pedir compensación

Hace unos años, hablé con uno de los directores del lugar de trabajo donde estoy ahora, y le pedí que no persiguiera a practicantes de Falun Dafa. Dijo que no tenía otra opción, pues tenía que ganarse la vida. Me dio mucha tristeza: no sabía que estaba cometiendo un crimen que traería consecuencias a futuro.

Cuando un nuevo director se unió a la compañía, no sabía cómo aclararle la verdad y despertar su ser verdadero.

Fui a su oficina y le pedí que me compensaran por el salario que me habían quitado mientras estaba en prisión. Parecía indiferente a mi situación, pero su actitud no movió mi corazón. Lo único que quería hacer era aclararle la verdad. Hablé muchas veces con él. Le conté cómo me beneficié física y mentalmente gracias a Falun Dafa, y sobre cómo cambió mi comportamiento y mi mente. Le conté también cómo eliminé mis apegos a la fama y ganancias, y que dejé de contender y comencé a pensar primero en los demás.

Le dije que la mayoría de mis anteriores colegas que habían participado en la persecución se habían encontrado con algún tipo de retribución. Le pregunté: “¿Acaso ellos no son también víctimas de esta persecución, a pesar de que solamente estaban siguiendo órdenes de arriba?”. Le dije que era mi responsabilidad decirle que la habilidad de una persona para discernir entre lo bueno y lo malo puede determinar su destino.

Le dije que debía tener una idea clara de lo que es bueno y lo que es malo, para que pudiera elegir un buen futuro para él y para su familia. Le di una carta que le había escrito a mis anteriores compañeros de trabajo. Su actitud cambió y se sintió complacido de haber recibido la carta.

Traté de encontrar la mejor forma de aclararle la verdad. Escuché que había estudiado leyes en la universidad, así que le traje documentos sobre mi caso. Le pedí que los viera, ya que también eran materiales para aclarar la verdad, porque los detalles sobre cómo había sido perseguida y la defensa del abogado estaban allí.

Luego de hablar con él muchas veces, mi sinceridad lo conmovió. Leyó los documentos y me dijo: “Te perjudicaron. Deberías apelar. Te ayudaré a que recibas el salario que te quitaron”. Le dije que mi deseo más sincero era que él supiera la verdad sobre Falun Dafa y la persecución.

Me inspiró la forma en que el director cambió. Me di cuenta de que tenía que aclarar la verdad a toda la gente a mi alrededor, siempre y cuando tuviera la oportunidad de hablarles.

Usé la excusa de querer recibir el salario que me habían quitado mientras estaba en prisión para hablar con gente en muchas oficinas del gobierno. También fui a la oficina 610 de mi área. Si no fuera por esta excusa, nunca habría tenido la oportunidad de hablar con esa gente que trabajaba en esos organismos gubernamentales. Llamé al director de la oficina 610 varias veces. Siempre estaba o de viaje o no estaba en la oficina. Entendí que estaba tratando de evitar hablar conmigo, porque el mal en otras dimensiones no quería que supiera la verdad.

Un día fui a su oficina junto con otro practicante. Desde la entrada del edificio lo llamé a su teléfono celular y me dijo que no estaba en el área. Logramos entrar al edificio y lo encontramos en su oficina. Le dio un poquito de vergüenza vernos.

Cuando le conté por qué estaba allí, me dijo que no había ningún reglamento que le permitiera compensarme por el salario que me habían quitado. Entonces comencé a hablarle sobre Falun Dafa. Me interrumpió y dijo: “¿Cómo te has beneficiado por practicar Falun Dafa? Hasta perdiste tu salario”. Intenté responderle, pero me dijo: “Si sigues insistiendo, tendré que pedirte que te vayas”. Estaba muy envenenado por las mentiras del pcch, así que tuvimos que irnos.

Fuimos a otra oficina del gobierno. El director nos dio unas cuantas sugerencias. Le agradecí y le dije: “Espero que no tenga un mal entendimiento sobre Falun Dafa. Meramente tratamos de vivir en base a los principios de Verdad, Benevolencia, Tolerancia”. Me dijo: “No estoy en contra de Falun Dafa. Practicarlo es tu elección”.

Al final fuimos al departamento de finanzas de la ciudad. Le contamos los hechos a un oficial del lugar. Ella intentó ayudarnos presentándonos a varios oficiales, lo cual me dio una buena oportunidad de aclarar la verdad a más personas. Una de esas personas era el jefe del departamento. Me explicó en detalle cómo manejar cada documento. Le agradecí, le entregué la carta que había escrito antes para aclarar la verdad y le dije: “Por favor léala, contiene todas mis experiencias”. Pude ver que nos apoyaba y que quería ayudarme.

El último paso del proceso fue obtener la firma del alcalde adjunto, así que fui a hablar con él. No pude encontrarle, así que le escribí una carta.

La policía me regresa mis pertenencias

Cuando me arrestaron en el 2015, me quitaron varias pertenencias, entre ellas una computadora y una impresora. Luego de que me liberaron, decidí pedirles que me regresaran todo lo que me habían confiscado y usar esa circunstancia para aclararles la verdad.

En la estación, saludé al jefe y a los demás oficiales como si fueran viejos amigos, sin odio ni resentimientos. Quise que vieran la compasión y capacidad de perdonar de un practicante. Aceptaron lo que dije y estuvieron de acuerdo con que merecíamos libertad de creencia. No entendían por qué los practicantes colgaban carteles en lugares públicos y pensaban que era vandalismo. Les expliqué que los medios de comunicación controlados por el estado mienten sobre Falun Gong, así que el público no tiene forma alguna de saber la verdad. Entonces los practicantes usan su propio dinero para hacer materiales informativos y exponer la persecución.

El jefe de la estación se portó bien conmigo. Me dijo: “Tu visita muestra que confías en mi”. Le dije: “Estoy aquí para pedirle que no se involucre más en la persecución. Si lo hace, le usarán como chivo expiatorio”. Sonrió y dijo: “Hace unos meses, dos practicantes de Falun Gong fueron reportados por colgar carteles en lugares públicos. Los trajeron aquí. Hicimos un registro escrito de la investigación y luego los dejamos ir”.

Le dije que me alegró saber que había tomado la decisión correcta. Entonces me dijo que todas mis pertenencias habían sido enviadas a un departamento de policía a más alto nivel. “Fue hace dos años. No puedo garantizar que tus pertenencias estén allí todavía”, dijo. “Si no las consigues, te compraré una computadora y una impresora con mi dinero”.

Le di las gracias y le entregué la carta que había escrito para aclarar la verdad. Más tarde, el jefe me compró una impresora nueva con su dinero.

Aclarando la verdad durante el proceso de apelaciones

En el año 2018 decidí apelar a la corte de la ciudad para que juzgaran nuevamente mi caso. El juez de la corte intermedia de la ciudad se negó a aceptarlo porque tenía que ver con Falun Gong. También se negó a decirme su nombre. Decidí que tenía que aclarar la verdad a los jueces.

Llamé al director de la corte y le dije que uno de sus jueces había rechazado mi petición varias veces, lo cual es ilegal. Le dije que, si me rechazaban de nuevo, iba a tener que apelar a una corte superior. Le dije: “Xi Jinping [el jefe del PCCh] viene pronto a Heilongjiang. Si no acepta mi caso, haré todo lo posible para causar ruido durante su visita”. Trató de calmarme y me pidió que le enviara mis documentos por correo.

El agente de correos se negó a procesar mis documentos: “Esto es sobre Falun Gong. Si lo envío, podría perder mi trabajo”. Tuve que enviar los archivos por correo express.

Un mes después, el director de la corte asignó dos jueces a mi caso. Hablé con ellos por largo rato y les expliqué por qué quería que se juzgara nuevamente el caso. Les conté que, a través de la historia, todas las persecuciones a creencias rectas fallaban y que los responsables eran castigados. Les dije: “Espero que puedan diferenciar el bien del mal y que no sean los chivos expiatorios del PCCh. Tratar a los practicantes de Falun Gong de manera justa les traerá un buen futuro”.

Dos días después, me dijeron que mi apelación había sido rechazada y que la sentencia original se había confirmado. La apelación falló, pero tuve oportunidades para hablar con mucho personal de la corte. Uno de los jueces tenía mi edad. Le conté sobre mis experiencias y sobre cómo me ha apoyado mi familia. Le dije: “Mi esposo trató de rescatarme con todo su esfuerzo, porque estaba seguro de que yo no había hecho nada malo”. El juez se conmovió. Dijo que uno de sus amigos de la universidad, un señor muy amable, también es practicante. Le conté sobre la maldad del PCCh a través de la historia. Renunció al partido felizmente con mi asistencia.

Durante el proceso, me encontré con muchos oficiales del gobierno. Cuando surgía la oportunidad, les aclaraba la verdad en persona. Si no había oportunidades para hablar con ellos, les entregaba la carta que escribí. Hice lo mejor que pude para despertar sus consciencias y dejarles ver la belleza de Dafa y la bondad de un Dafa dizi.

También he eliminado muchos apegos durante el proceso, incluyendo la ansiedad, la ira, y el querer que se haga justicia. Ahora estoy tranquila y en paz, y siempre doy prioridad a aclarar la verdad.

Viendo atrás mis 20 años de cultivación, hubo mucha alegría a pesar de las tribulaciones. Fui muy afortunada de haber obtenido el Fa. He madurado en la cultivación con la guía y protección de Shifu. Gracias Shifu, por darme una misión tan sagrada que me llevará a la consumación.