(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Gong (también llamado Falun Dafa) en abril de 1998, cuando trabajaba en Tianjin. Aunque, en aquel entonces tenía mala salud no estaba interesada en aprender ninguno de los ejercicios que la gente hacía en el parque.

No obstante, una mañana me levanté temprano, fui al parque y me encontré una sitio de práctica de Falun Gong. Vi a la gente haciendo los ejercicios. Había fotos del Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Dafa, tomadas en diferentes lugares alrededor del mundo. Al ver la benevolente sonrisa del Maestro, me sentí muy protegida. También me impresionaron los principios de Falun Dafa de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. De inmediato, pensé: quiero practicar Falun Gong.

Días después regresé al sitio de práctica, donde un practicante me mostró los movimientos del ejercicio. Después de eso, comprobé si había algún libro disponible. Me indicó que disponía de seis libros para vender. Me explicó que su intención no era vender libros y que por eso no me lo había mencionó al principio.

Le pedí que me ayudara a conseguirlos todos. Compré Zhuan Falun, Exponiendo el Fa en Sydney, Explicando el contenido de Falun Dafa, Zhuan Falun Fajie, Zhuan Falun II y Escrituras esenciales para mayor avance.

Aunque leí Escrituras esenciales para mayor avance leer Zhuan Falun me resultaba difícil, ya que me entraba sueño cada vez que lo intentaba. Cada vez que me ocurría, paraba un rato y luego continuaba con mi lectura. Más tarde, empecé a copiar y memorizar Zhuan Falun.

Era muy diligente en mi cultivación. Antes de irme a la cama, repasaba lo que memorizaba y lo recitaba otra vez. Lo primero que hacía cada mañana era recordar la parte del Fa que había memorizado el día anterior. Sentía que el Fa era algo muy importante. También le aclaraba la verdad sobre Dafa a quienquiera que me encontraba.

Me sumergía en el Fa todos los días. Me recuperé de todas mis enfermedades. Dafa me ha dado una nueva vida y me ha transformado física y mentalmente.

Recibiendo las conferencias del Maestro en el campo de trabajos forzados

La persecución comenzó. Me arrestaron ilegalmente en marzo de 2008 y me enviaron a un campo de trabajos forzados donde permanecí durante 444 días. Me vigilaban de cerca cuando hablaba, comía e incluso cuando usaba el baño. También tenía que soportar a las guardias hostiles, que ordenaban a las internas que me maldijeran y me golpearan.

La única manera de hacer frente a este ambiente brutal era con el Fa.

El Maestro nos dijo:

"El Fa puede revelar todos los apegos, el Fa puede erradicar todas las perversidades, el Fa puede exponer y eliminar todas las mentiras y el Fa puede fortalecer los pensamientos rectos" ('Eliminen la interferencia', de Escrituras esenciales para mayor avance II).

Era difícil conseguir las conferencias de los Maestros en el campo de trabajo. Realmente tengo que agradecer a aquellas practicantes con fuertes pensamientos rectos que fueron capaces de hacerlas entrar, y luego se les ocurrió formas ingeniosas de hacerlas escribir a mano y entregarlas en cada celda donde había practicantes.

Una practicante, la Sra. Li, sintió que había una palabra que no parecía correcta en una de las copias manuscritas que recibió. Así que sugirió que dejáramos de recitarla hasta que se solucionara, pero algunas practicantes pensaban que debíamos continuar porque se trataba de tan sólo una palabra. El desacuerdo se intensificó entre las practicantes.

Otra practicante de 50 años, la Sra. He, que había sido encarcelada por cuarta vez y que nunca había llorado antes, comenzó a hacerlo. Se lamentaba por no haber hecho esfuerzos diligentes en el estudio del Fa. Dijo que aprovecharía el tiempo para estudiar y memorizar el Fa tan pronto como saliera del campo de trabajo. Sus palabras y acciones nos hicieron reflexionar. Dejamos de discutir entre nosotras, nos calmamos y reanudamos nuestro estudio del Fa, sin más desacuerdos.

No sólo resultaba difícil recibir las nuevas conferencias del Maestro, sino que también suponía un desafío ocultárselas a las guardias, ya que a menudo registraban nuestras celdas. Bajo la protección benévola del Maestro, aunque las guardias nos registraban, nunca encontraron ningún escrito de Dafa.

La necesidad de cultivarnos diligentemente

Desarrollé el apego al miedo a consecuencia de ser perseguida tantas veces y descuidé mi cultivación.

Sólo después de ver morir a mi madre en 2016 me di cuenta de que tenía grandes problemas con mi cultivación. Empecé a tener problemas de salud.

Calmé mi mente, y me di cuenta de que tenía que cultivarme diligentemente si quería hacer algunos avances. Tenía que estudiar bien el Fa y rectificarme de acuerdo con el Fa, como hacía cuando empecé a cultivarme.

Mirando en mi interior, encontré mi apego a la envidia, al interés propio, a la ostentación, a la lujuria, a la queja, a la pérdida y a la ganancia. Decidí que era hora de eliminarlos.

Deshaciéndome del apego a la envidia

Me llevó casi dos años darme cuenta de que me apegaba a la envidia.

Una vez, tres de nosotras nos reunimos para hacer llamadas de aclaración de la verdad. La Sra. Lin había empezado algo más de un año antes que nosotros, y tenía mucha experiencia. Su estado de cultivación era sólido y se las arreglaba para ayudar a mucha gente a renunciar al partido comunista chino (PCCh) todos los días.

Tanto la Sra. Hao como yo éramos practicantes relativamente nuevos. La Sra. Hao aprendió muy rápidamente y terminó superando a la Sra. Lin en cuanto a la cantidad de personas a las que ayudaba a dejar el PCCh, mientras que yo no podía ayudar a muchas personas a hacerlo.

Me sentía deprimida y celosa, así que terminé descargando mi ira contra la Sra. Hao.

Ella, sin embargo, no se lo tomó a pecho y no dejaba de sonreírme y animarme, diciendo: "Tómelo con calma. Es así al principio. Pero mejorará a medida que avance".

Aunque escuchaba lo que me decía, aún así me sentía molesta en el fondo. Por la noche, cuando llegaba a casa y estudiaba el Fa me las arreglaba para calmarme, pero cuando volvía a verla al día siguiente mi mentalidad competitiva se volvía a activar.

Durante los meses siguientes seguí mirando hacia adentro mientras estudiaba el Fa, pensando en las diferentes situaciones con las que me encontraba mientras hacía las llamadas telefónicas. La gente me insultaba, se reía y me cortaba abruptamente.

Al memorizar y recitar el Fa, comprendí que mi corazón no debía moverse y que debía apretar a un lado mi ego.

Cuando lograba hacer grandes avances, mantenía mi corazón inamovible aunque la gente me insultara y continuaba aclarando los hechos. Al final, la mayoría de ellos aceptaba renunciar al PCCh.

Me las arreglé para mantener un buen estado de cultivo por un tiempo. Sin embargo, la envidia y la mentalidad competitiva volvían a aparecer para hacerme ver cuánta gente habían ayudado a dejar el PCCh otras practicantes, y me llevaba a competir con ellas.

Siempre miraba hacia afuera cuando me encontraba con estas cosas. ¿Cómo podía ser esa la mentalidad de una practicante? Aunque sentía como si hubiera decepcionado a las otras practicantes, no podía dejar de agradecerles el apoyo y la tolerancia que me mostraban a largo plazo, ayudándome a llegar tan lejos en mi cultivación.

Cuando llegué a entender aquello, la siguiente vez que vi a mis compañeras de práctica, todos mis malos pensamientos y sentimientos desaparecieron.