(Minghui.org) El Sr. Feng es un practicante veterano de Falun Dafa con una historia legendaria, y todos respetuosamente lo llaman Tío Feng. Nació en 1941 en la ciudad de Dalian y se mudó a nuestra provincia durante el movimiento del "Tercer Frente" de China en 1964. Trabajó como chofer en una planta de acero y comenzó a practicar Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) en marzo de 1996.

Pidiendo justicia para Falun Dafa: Primera vez

El régimen comunista chino inició la persecución de Falun Dafa en julio de 1999. El Sr. Feng estaba conmocionado y no supo qué hacer por un tiempo. Finalmente se enteró a principios de octubre que muchos practicantes de Dafa habían ido a Beijing para pedir justicia para Falun Dafa. Se preguntó: "¿Por qué no fui?". Entonces, tomó el tren a Beijing el 5 de octubre de 1999.

Fue reconocido como practicante por sus colegas locales de Beijing tan pronto como llegó. Ellos le ayudaron a organizar su estadía en los suburbios. Los practicantes de Beijing corrieron muchos riesgos al buscar practicantes que venían a Beijing desde otras regiones. Hicieron lo mejor para proporcionar toda la ayuda posible. Era muy importante encontrar compañeros de práctica, estudiar el Fa juntos y compartir con los demás. El tema principal del intercambio era "¿Por qué venimos a Beijing?". Este profundo estudio del Fa de una semana de duración y los intercambios fueron algo que nunca olvidaría.

"Me he beneficiado mucho de estas reuniones", dijo. "Tenía claro que teníamos tres objetivos para la apelación: El primero era pedir al gobierno que restaurara la reputación del Maestro Li (el fundador). El segundo era liberar a todos los compañeros practicantes arrestados. El tercero era dar a los practicantes de Falun Dafa un ambiente normal para su cultivación".

Luego fue a la Oficina de Apelaciones para declarar sus peticiones. Pero, tan pronto como llegó a la calle Fuyou, fuera de la puerta de la Oficina de Apelaciones, fue detenido y arrestado por los muchos policías que estaban a ambos lados de la calle. Arrestaron y detuvieron a todos los que iban allí.

Estuvo detenido en Beijing durante 14 días y luego llevado de vuelta a la provincia donde vivía, junto con otros 22 practicantes. Fue llevado a la comisaría local. El 5 de noviembre, se le dio "La decisión de sanción por violar la seguridad pública" que le advirtió de "poner en peligro el orden social" y permaneció detenido durante una semana.

Pidiendo justicia para Falun Dafa: Segunda vez

El Sr. Feng fue a Beijing para apelar de nuevo un mes después.

Pensó que como la Oficina de Apelaciones no aceptaría ninguna de las apelaciones, se dirigiría a la gente. A la mañana siguiente, fue directamente a la Plaza Tiananmen y se sentó en un área abierta para hacer el ejercicio de meditación de Falun Dafa.

Rápidamente atrajo la atención de la gente, y pronto muchas personas formaron un círculo a su alrededor. Entonces llegó la policía, lo arrestó y lo llevó a la comisaría local de la provincia de su residencia. Fue condenado y detenido durante 15 días. Fue liberado en la víspera del Año Nuevo Chino.

Las dos veces que fue a Beijing para una apelación implicaron que se convirtiera en un blanco de estricta vigilancia de la policía local. Además, fue durante el período del Año Nuevo Chino que es considerado un momento delicado. Oficiales de las comisarías, funcionarios del comité de residencia y personas de su lugar de trabajo iban a su casa todos los días para advertirle que no fuera a Beijing otra vez. Tampoco se le permitía salir de su casa o tener contacto con otros practicantes. También amenazaron a sus familiares.

Solicitando justicia para Falun Dafa: La razón del Sr. Feng para ir a Beijing

El Sr. Feng ya había decidido apelar por tercera vez en Beijing por el derecho de practicar Falun Dafa. Otros le preguntaron por qué estaba tan decidido. Él dijo que no había mucho que razonar sino más bien sentir que debía "levantarse y decir la verdad".

Dijo que los practicantes de Dafa se habían beneficiado mucho con la práctica de Falun Dafa, pero si él tenía demasiado miedo de ponerse de pie para decir la verdad cuando la práctica estaba siendo difamada, entonces, ¿cómo podía enfrentarse a su propia conciencia? Además, si los practicantes de Dafa no salían a decir la verdad, entonces, ¿quién más lo haría y cómo se enteraría la gente?

El Sr. Feng creía que los practicantes de Dafa debían "levantarse y decir la verdad" para que el mundo supiera la verdad, y para saber que Falun Dafa todavía era fuerte en China. Se dio cuenta de que ya no tenía la opción de tomar el tren o el avión a Beijing, así que decidió ir caminando. Estaba determinado a ir a Beijing.

Caminar hasta Beijing sin dinero

Tuvo que mantener su plan en secreto, ya que quería asegurarse de que el personal del partido comunista chino (PCCh) no lo supiera. Ni siquiera se lo dijo a su mujer o a sus hijos. Desde donde vivía hasta Beijing eran más de 2.600 kilómetros, y pasaría por cinco provincias. Le llevaría unos dos meses. Sabía que necesitaba algo de dinero, pero solo tenía unos ocho dólares. De hecho, más tarde durante su viaje, usó estos ocho dólares para comprar baterías para la linterna, ya que era absolutamente necesaria cuando caminaba de noche. Sabía que si trataba de encontrar una manera de conseguir más dinero, su plan podría quedar expuesto ya que estaba constantemente monitoreado. Por lo tanto, decidió caminar a Beijing sin dinero.

Todo lo que llevó con él fue el libro Zhuan Falun, un juego de ropa interior para cambiarse, una manta fina de algodón y un par de bollos. Ni siquiera tomó un paraguas. Salió de casa a las 4 a. m., nueve días después del Año Nuevo Chino.

Dificultades y tribulaciones inimaginables durante el largo viaje

El asunto de obtener comida

Uno debe comer para vivir, así que ¿cómo resolvió el tema de la comida sin dinero? Dijo que su principal método era recoger los restos de comida al costado de las vías ferroviarias en las estaciones de tren. Comía todo lo que encontraba, pero por supuesto, trataba de buscar lo que estuviera limpio dentro de las bolsas.

Se había encontrado con otros que también buscaban comida, la mayoría de los cuales eran agricultores. Recordó: "Un día estaba cerca de una estación de tren de una ciudad, y estaba buscando algo de comida junto con un grupo de granjeros. Un trabajador del ferrocarril vino a decirnos que nos fuéramos. Entonces vio que yo llevaba un uniforme y me preguntó: "¿Por qué haces cosas así? ¿No te parece que está sucio? ¡Me siento avergonzado por ti! Me sonrojé. Por mi seguridad no pude explicárselo. Incluso si lo hubiera hecho, ¿lo habría entendido?".

La otra forma era mendigando comida de los residentes locales. Esto era aún más difícil para él. Era un hombre digno, un técnico experimentado y un adulto mayor. Esa fue la primera vez que tuvo que mendigar por comida, algo que nunca había soñado. Pero, para sobrevivir, e ir a Beijing a pedir justicia por su fe, no tenía otra opción.

Incluso en situaciones tan difíciles, siguió estrictamente los "Principios para los discípulos que son monjes y monjas" del Maestro (Escrituras esenciales para mayor avance). Cuando tenía hambre, solo pedía comida, y nunca aceptaba dinero ni otras cosas. La única excepción fue una vez que alguien no tenía sobras e insistió en darle dos yuanes. Compró un paquete de galletas y se lo dio al hijo de un granjero.

Todavía era comienzo de año y estaba muy frío. Comía principalmente alimentos fríos que recogía, algunos de los cuales habían pasado la fecha de caducidad, y bebía agua cruda. Anteriormente había tenido problemas intestinales y había sufrido de hepatitis durante 10 años. Al tercer día empezó a sentir molestias en el estómago. Al principio tuvo náuseas y flatulencias y más tarde un fuerte dolor. Varios días después empezó a tener diarrea que fue empeorando. Tenía deposiciones líquidas cada hora o menos. Vio que tenían sangre. A partir de entonces tuvo demasiado miedo para mirar. Se dijo: "Esto es una prueba para mí. ¡No me preocuparé por ello! ¡Tengo que seguir adelante, y mantenerme firme hasta que llegue a Beijing!". La diarrea duró más de un mes y finalmente se detuvo. Esta fue la primera tribulación que el Sr. Feng experimentó.

Enfrentando y sufriendo tribulaciones

De hecho, el problema de la "comida" no fue el más difícil que enfrentó. Una dificultad estaba constantemente en su mente: cómo podía seguir caminando sin detenerse. Siguió las vías ferroviarias, ya que eran el camino más rápido, y no se perdería. La mayor parte del tiempo caminaba sobre las traviesas de hormigón entre los dos rieles. Estas traviesas de hormigón eran muy duras, y la distancia entre ellas no era la que normalmente se tomaría al caminar. Por lo tanto, era incluso más agotador que caminar sobre superficies planas. Además, tuvo que cruzar innumerables túneles y viaductos ferroviarios.

Un mes de diarrea continua y pérdida de sangre en las heces lo habían debilitado extremadamente. Adelgazó mucho y a menudo se sentía mareado al ponerse de pie. Un fuerte viento en contra lo hacía casi girar en círculos.

Lo más molesto para él era el dolor y la hinchazón en las pantorrillas y pies. Recordó: "El dolor era constante y muy difícil de soportar. Porque caminaba todos los días desde la mañana temprano hasta la noche, y no tomaba ningún día de descanso, por lo que mi cuerpo no tenía tiempo para recuperarse. Tampoco podía dormir bien por las noches". Cada mañana cuando empezaba a caminar, sentía como si tuviera los pies llenos de plomo. Debía usar toda su fuerza para dar cada paso. También describió el dolor al pisar el durmiente de hormigón: "Se sentía como si no llevara zapatos y no tuviera carne bajo los huesos de los pies. Cada paso se sentía como si los huesos estuvieran golpeando directamente un bloque de hierro y era muy doloroso. Una vez pateé accidentalmente el borde de una traviesa del ferrocarril, y se me cayó la uña del dedo gordo del pie".

En los momentos más difíciles recitaba Lunyu y Hong Yin mientras caminaba. A veces se sentaba a leer Zhuan Falun o a hacer meditación, y luego se levantaba para seguir adelante.

Todos las principales líneas ferroviarias eran de doble vía y había muchos trenes que iban y venían constantemente en cada dirección. Así que tenía que prestar mucha atención a su seguridad. Normalmente los trenes avanzaban por la vía izquierda, así que él caminaba por la derecha. De esta manera, los trenes que venían detrás estarían en la otra vía y los que venían de frente estarían en la misma vía, pero eran más fáciles de detectar. Sin embargo, cualquier cosa podía suceder en circunstancias especiales, y se encontró con dos situaciones muy peligrosas.

La protección del Maestro: Enfrentando situaciones peligrosas

La primera vez fue cuando estaba en la provincia de Hunan. Fue hacia el final de un día muy nublado. Estaba en una región montañosa, y había pasado por varios túneles. Estaba muy cansado y sentía los pies extremadamente pesados. Luego se tropezó con una barra horizontal y cayó muy fuerte. Estaba entre los rieles y no podía levantarse.

En ese momento escuchó un fuerte silbato de un tren y al levantar la cabeza, vio los brillantes faros de uno que se acercaba rápidamente a él. Estaba a unos cientos de metros de distancia. Lo tomó completamente desprevenido. Como estaba tan nervioso, tenía aún menos fuerza y no podía ponerse de pie, arrastrarse o siquiera rodar. El peso de su mochila también le hacía muy difícil moverse. Justo cuando el tren estaba a punto de atropellarlo, gritó desde el fondo de su corazón: "¡Maestro Li por favor ayúdeme!". De repente, sintió una fuerza que lo levantaba en el aire, y su cuerpo flotó sobre la vía izquierda, y fue suavemente puesto en el lado izquierdo. Fue como un sueño.

Le llevó un momento volver a la realidad y darse cuenta de lo que había pasado. Pensando en el aterrador episodio, estaba tan agradecido al Maestro por haberle salvado la vida. Siempre recuerda la sensación de su cuerpo flotando en el aire.

La segunda vez ocurrió solo una semana después y ya estaba dentro de la provincia de Hubei. También fue la tarde de un día nublado. Quería cruzar la vía izquierda para llegar al lado izquierdo fuera de los ferrocarriles. Describió la situación: "Miré cuidadosamente hacia atrás y no venía ningún tren. Entonces, inmediatamente caminé sobre los varios rieles de la vía izquierda. Justo cuando pasé por el último riel y puse los pies a un lado, un tren expreso pasó justo detrás de mí. La fuerza del viento caliente casi me arrastró. ¡Fue realmente solo una fracción de segundo! Fue tan peligroso. Ese tren pitaba y tenía faros brillantes. ¿Cómo no me di cuenta antes?".

Había cerca de cien túneles por los que tenía que pasar. Dos de ellos eran extremadamente largos, casi cinco kilómetros. No se permitían peatones y había policías vigilando las entradas. Tenía que encontrar otro camino. Cada vez le llevó un día y medio evitar el túnel. Los caminos de montaña eran muy difíciles de recorrer, y a veces ni siquiera había un camino o gente en decenas de kilómetros.

Durante este tiempo también tuvo que estar atento a las fuerzas policiales que trataban de impedir que la gente fuera a Beijing a pedir justicia. Cuanto más cerca de Beijing, más había. Para evitarlos, también tuvo que dar muchos rodeos.

Una vez que llegó a la ciudad de Xuchang en Henan, subió a la autopista y tuvo oportunidades de conseguir un aventón que podría haberle ahorrado mucha caminata. Dijo que se había encontrado con varios camioneros amables que le ofrecieron viajes gratis, pero decidió no aceptar la oferta. Pensó que su yeli solo podía ser eliminado soportando dificultades. Viajó todo el camino a pie.

(Continuará)