(Minghui.org) (Continuación de la Parte 2)

Un plan factible

Después de tres días en Xi'an, tomamos el tren de vuelta a Beijing. Decidimos quedarnos en el hotel cuyo dueño sugirió que fuéramos a Xi'an con el propósito de agradecerle su ayuda. Como nuestro viaje estaba llegando a su fin, nos preparamos para entregar la carta al Ministerio de Intercambio Cultural. Pero no estábamos seguros de hacerlo.

Uno de los hermanos contactó a una persona que había conocido en Hong Kong, quien nos invitó a almorzar. No era un practicante, pero había empezado a leer Zhuan Falun y simpatizaba con la situación de los practicantes en China. Sugirió entregar la carta a la agencia central de noticias Xinhua y a los corresponsales de medios extranjeros en Beijing. Sucedió que tenía acceso a todos ellos.

En cuestión de minutos, teníamos un buen plan. Enviamos la carta por fax a las agencias de noticias, informándoles que a las 10:00 a. m. iríamos a Xinhua a entregar la carta.

Una noche difícil

Como era nuestra última noche en Beijin, el dueño del hotel insistió en que nos quedáramos en su hotel y cenáramos con él ya que esperaba pasar tiempo con nosotros. Pensé que finalmente podríamos relajarnos dado que teníamos un buen plan y disfrutar comiendo algo más que bollos al vapor y patatas fritas de supermercado. El dueño nos dijo que en realidad era vegetariano, budista y un liberacionista de animales que rescataba perros a los que iban a matar. Pensé que incluso podría ser un practicante de Dafa y esperé a ver si podíamos confiar en él. Luego, preguntó cómo nos habíamos conocido y qué hacíamos en China.

Nos miramos y decidimos decírselo. En el momento en que lo hicimos, su actitud cambió. Se puso nervioso y grosero, diciéndonos que no conocíamos la situación en China. Habló mal de Dafa y nos regañó por entrometernos en la política de su país. Anteriormente nos había dicho que no le gustaba el sistema político de China y que no estaba de acuerdo con las políticas del gobierno, pero que hacía todo lo posible para sacar provecho de la situación. Le dijimos cómo los practicantes estaban siendo torturados por tratar de proteger los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, pero no nos escuchó.

Nos pidió que no entregáramos la carta al gobierno, insinuando que podría perder su negocio millonario por nuestra culpa. Le dijimos que entregar la carta era el único propósito de nuestro viaje. Después de que leyó la carta, hablamos un poco más sobre Dafa y lo que significaba para nosotros. Su tono se suavizó un poco.

Luego dijo que no tenía otra opción que denunciarnos a la policía. Pensé que tal vez debíamos abandonar el objetivo de entregar la carta a Xinhua porque nos habíamos vuelto complacientes de tener un buen plan. Todos acordamos que lo que pasara estaría bien y nos preparamos para lo inesperado una vez más. El dueño nos dijo que volviéramos a nuestro cuarto y empacáramos para estar listos para salir con la policía a primera hora de la mañana. Intercambiamos direcciones y fuimos a hacer las maletas. Dijo que tal vez un día se convertiría en un practicante de Dafa.

Justo cuando estábamos a punto de acostarnos, vino a nuestras habitaciones y nos pidió que nos fuéramos inmediatamente. Era medianoche, y no teníamos otro lugar adonde ir. Dijo que había llamado a su amigo a la comisaría y que esto era lo que le habían dicho que hiciera. Le pareció gracioso que entráramos en su vida para causarle tanto alboroto, pero admitió que no era culpa de nadie porque él había insistido en que nos quedáramos con él. Le dije que era por una relación predestinada.

Escribió una nota al taxista para que nos llevara a un hotel barato. Esa noche fue nuestra mayor prueba, pero al menos teníamos la oportunidad de entregar la carta a Xinhua y quizás encontrarnos con los periodistas por la mañana.

Último día en China

Cuando fuimos a Xinhua a la mañana siguiente, vimos a los corresponsales de ABC en Australia y a la Associated Press. El corresponsal de ABC preguntó brevemente qué íbamos a hacer, anotó nuestros nombres y dijo que esperaría afuera para asegurarse de que estuviéramos a salvo. También quería que luego le dijéramos lo que pasó.

Nos acercamos a la sala de recepción de Xinhua en la puerta. Nadie hablaba inglés, y la persona de guardia nos miró con fastidio, probablemente pensando que éramos turistas perdidos. Queríamos darle la carta a alguien a cargo en vez de al portero, pero trató de echarnos. No tuvimos más remedio que darle a él la carta, que ya había sido traducida al chino. Tan pronto como dijimos las palabras Falun Gong y le entregamos la carta, su mano instantáneamente tomó el teléfono. Pronto la sala de recepción se llenó de todo tipo de gente que nos interrogaba. Un equipo salía y otro entraba.

Finalmente, un grupo de policías uniformados entró. La persona encargada de interrogarnos hablaba muy bien el inglés. Tomó nuestros pasaportes y billetes de avión y nos pidió que le dijéramos con quién nos habíamos encontrado en China, si sabíamos dónde vivían, qué hicimos con ellos y adónde más fuimos. Le dijimos todo excepto los nombres de las personas que conocimos.

Después de un par de horas de interrogatorio, dijo que iríamos a su oficina para responder más preguntas. En el camino, se dio vuelta y nos dijo que como no teníamos mucho tiempo antes de nuestra partida, nos llevarían a su oficina en el aeropuerto. Allí nos hicieron las mismas preguntas una y otra vez.

Escribieron declaraciones que querían que firmáramos. Estaban en chino, y un oficial nos aseguró que lo que escribió era la verdad y las respuestas que dimos. Señalé que legalmente no podíamos firmar nada que no pudiéramos entender. Los siete u ocho se fastidiaron pero no pudieron hacer nada al respecto.

Explicamos que fuimos a China porque los consulados y embajadas chinas de todo el mundo no aceptaban cartas de practicantes. También queríamos mostrarles que Dafa no amenazaba a nadie ni tampoco a la salud. Dije que estábamos en China como ejemplos de practicantes occidentales para que pudieran ver lo saludables y felices que éramos. También explicamos que la gente en más de 30 países practicaba Dafa y que ningún otro gobierno consideraba a los practicantes como una amenaza.

Al final, el joven oficial solo dijo que su trabajo era mantener la ley y que nosotros estábamos violándola. Una vez más, explicamos que no hicimos nada ilegal sino que solo queríamos comunicarnos con el gobierno con la esperanza de aclarar los malentendidos. Los oficiales se quedaron con nosotros hasta que abordamos el avión y nos entregaron nuestros pasaportes recién cuando pusimos los pies en el avión. No nos permitieron hacer ninguna llamada telefónica para avisarle a nuestra gente en casa que estábamos bien.

Un nuevo comienzo

De regreso en Melbourne, hubo un frenesí mediático. Cuando el padre de los dos hermanos nos recogió en el aeropuerto, tenía un periódico en la mano, y en la primera página había una fotografía de los tres entrando en Xinhua. El título decía que habíamos desaparecido, y la noticia había sido reportada en todos los medios. Recordé que el corresponsal de la ABC quería vernos después de entregar la carta a Xinhua. Como no volvimos a salir, debió asumir que habíamos desaparecido.

Cuando uno de los hermanos vio el periódico y se dio cuenta de lo preocupado que estaba su padre, dijo que tal vez no lo habíamos hecho todo bien. Antes de dejar Melbourne, habíamos hablado que si nuestras acciones estaban de acuerdo con Dafa, nuestro viaje tendría buenos resultados. Pero a pesar de la reacción de su padre, me di cuenta de que era para nosotros una oportunidad única de hablar con los medios y dar a conocer a más personas la situación en China. Finalmente tuvimos la oportunidad de aclarar los conceptos erróneos de los medios de comunicación sobre lo que Falun Dafa es en realidad.

Mi madre, que también es practicante, pasó una gran prueba de sentimentalismo (qing). Varios periodistas le preguntaron si estaba preocupada por mí. Ella reaccionó como una verdadera practicante y les aseguró que probablemente estábamos a salvo. Mi padre estaba trabajando en el bosque y estaba milagrosamente aislado de todos los medios de comunicación, por lo que no recibió la noticia y se libró de cualquier tipo de preocupación.

El padre de los hermanos también cambió su actitud. Aunque no estaba de acuerdo con que fuéramos a China, dijo a los medios que no se dio cuenta de cuán determinados estábamos acerca de la carta hasta que vio la fotografía en el periódico. Ambos hermanos hablaron largo y tendido con amigos y gente de la comunidad sobre Dafa y nuestra razón para ir a China.

Pasé los dos días siguientes a nuestra llegada hablando con los medios de comunicación desde la mañana hasta la noche. Como había muchas entrevistas de radio en vivo, nada de lo que expresé podía ser distorsionado. Todo esto me recordó una vez más lo perfecto que son los arreglos del Maestro.

Una practicante de Melbourne que regresó de China nos dijo más tarde que incluso en el sur, donde fue a visitar a sus padres, los practicantes sabían que tres extranjeros habían ido a China para dar una carta en apoyo a Dafa. También encontramos en Canberra a la practicante que habíamos conocido en la casa de té de Xi'an. Ella nos dijo que después de nuestro viaje a Xi'an, muchos practicantes se arrepintieron de no haberse reunido con nosotros allí, y comenzaron a cultivarse más diligentemente y a reunirse de nuevo. Su marido, que estaba decayendo en su práctica, también comenzó a cultivarse y a leer más los libros de Dafa.

Agradecemos al Maestro Li por darnos la oportunidad de sostener y proteger a Dafa y por guiarnos tan perfectamente en nuestro viaje de refinamiento. En cuanto al resto, todavía necesitamos iluminarnos sobre muchas cosas que nos pasaron en China. Esperamos que esta experiencia sea valiosa para otros practicantes y les deseamos a todos éxito en la aclaración de los hechos y en dejar ir sus últimos apegos. Por favor, señalen cualquier cosa que esté fuera de lugar en mi entendimiento.

Fin.-

Parte 1

Parte 2