(Minghui.org) Normalmente distribuyo información sobre Falun Dafa en los complejos de edificios colgándolos en los picaportes de las puertas. Cuando el coronavirus se convirtió en una epidemia nos apresuramos a salvar a la gente. Cuando escuchamos que algunas comunidades serían cerradas intensificamos nuestros esfuerzos.

El Maestro dijo:

“Los Dafa dizi son la única esperanza para la salvación de la humanidad” (Al Fahui europeo).

Los practicantes responsables de preparar los volantes trabajaron horas extras para imprimirlos y armarlos. Trabajaron desde la mañana hasta la noche, a veces saltándose las comidas. Imprimimos folletos con actualizaciones sobre la epidemia y los distribuimos con los volantes. Los resultados fueron muy buenos. Al principio distribuimos unas cuantas decenas de copias al día, ahora producimos y distribuimos más de doscientas copias cada día.

Cuando todas las pequeñas comunidades estaban cerradas, uno necesitaba un pase y que le tomaran la temperatura para poder entrar y salir. Pensé, el Fa es ilimitado, y tenemos que salvar a la gente. Mientras dejemos nuestros apegos y superemos nuestro propio miedo, seremos capaces de atravesar el bloqueo.

Antes no podía hablar con la gente sobre Falun Dafa cara a cara. Ahora puedo repartirles volantes directamente. Distribuí 20 copias el primer día, 30 el segundo, y 40 el tercero. El cuarto día, doce personas, incluyendo la policía y la gente de la asociación de vecinos, vinieron a mi casa.

En vez de tener miedo, sentí que ellos vinieron a aprender los hechos sobre Dafa, así que empecé a contarles cómo la práctica de Falun Dafa ha beneficiado a millones en todo el mundo, y cómo el partido comunista chino (PCCh) ha matado a millones de personas a lo largo de su sangrienta historia. También miré hacia adentro para ver si tenía una brecha en mi cultivación.

La policía me llevó primero a la estación de policía, y luego al centro de detención. El centro de detención dijo que se negaban a aceptar más gente debido al coronavirus -así que afirmaron que tenía una fiebre leve y me rechazaron-.

Le pregunté al oficial que me llevó a casa si había oído hablar de renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas. Dijo que lo había hecho hace mucho tiempo.