(Minghui.org) Enseguida de graduarme de la universidad empecé a desempeñarme como maestra de música en una escuela secundaria. Coincidentemente, nuestra ciudad celebró el primer festival de arte escolar y yo estuve a cargo de la coreografía de un grupo de danza y fui la principal bailarina. Ganamos el primer premio y enorgullecimos a nuestra ciudad.

Me brindaron muchas oportunidades de subir al escenario y exhibir mi danza, canto y habilidad para tocar la pipa, un instrumento tradicional chino similar a un laúd, que había aprendido a tocar en la universidad.

Era egocéntrica y perseguía estatus y beneficios personales a expensas de los demás. Cuando nos preparábamos para representar a nuestro municipio en un evento de artes escénicas patrocinado por la ciudad, ensayamos dos programas. Sin embargo, uno de los programos tuvo que ser cancelado por insuficiencia de fondos. Debido a la frustración y por venganza, cancelamos nuestro otro programa.

Abandonar el ego y el interés personal

Comencé a practicar Falun Dafa en la primavera de 1998, y aprendí que “Zhen-Shan-Ren es el único criterio para evaluar si una persona es buena o mala” (“Primera Lección”, Zhuan Falun) (Zhen-Shan-Ren es Verdad-Benevolencia-Tolerancia en chino).

Guiada por estos estándares, todas mis falencias quedaron expuestas y las corregí.

En julio de 1999, el partido comunista chino (PCCh) lanzó una brutal persecución contra Falun Dafa. Fui transferida a una escuela primaria en un área rural remota. Sabía que las autoridades no tenían razón para degradarme ya que había hecho un excelente trabajo. Sin embargo, en ese momento yo no tenía en claro el concepto de resistir a la persecución. Pensé que no debía causarles dificultades a las autoridades y no debía tener miedo de las penalidades, y así silenciosamente acepté la injustificada degradación.

Debido a una escasez de maestros en la escuela primaria, no pude mantenerme en mi asignatura. Tuve que enseñar cosas para las que no me había entrenado. A lo largo de los últimos 20 años he enseñado probablemente todas las materias.

En el sistema educativo chino, las calificaciones de los estudiantes se usan para medir el desempeño del maestro y así determinar su evaluación y promoción. Consecuentemente, los estudiantes se han vuelto las herramientas del maestro para perseguir intereses propios.

Los castigos físicos y verbales eran la norma para mejorar los registros académicos de los estudiantes. Los maestros alentaban a los estudiantes a hacer trampa y llegaban incluso a corregir las respuestas de los alumnos luego de que entregaran sus exámenes. Algunos maestros hasta le pedían a sus colegas que cambiaran las notas de sus estudiantes o sobornaban a las autoridades para modificar el nivel de los alumnos.

¿Cómo debía comportarme en este entorno corrupto? No podía tomar parte de estos comportamientos y debía hacer lo mejor para guiar a mis estudiantes. Considero que elevar la moral es parte de su educación, así que les enseñé a mis estudiantes a ser honestos, benevolentes, tolerantes y a perdonar. Planté las semillas de la bondad en sus jóvenes corazones.

Las autoridades de la escuela y mis colegas señalaban que se sentían bien cuando estaban conmigo. Un director dijo que estar conmigo se sentía “como una brisa primaveral”. Alabaron mi capacidad para enseñar, mi mandarín, mi caligrafía y otros talentos. El vicedirector bromeó diciendo que yo era un “mujer talentosa” y agregó: “Cuando oigo a los padres hablar de la maestra que tiene el mejor temperamento, sé que deben estar hablando de usted”.

Todos me aprobaban aun cuando no tenía títulos ni honores. No perseguía estatus ni intereses personales y solo me concentraba en la enseñanza. Me afanaba por ser un buen ejemplo y por enseñar bien a mis estudiantes.

Reí cuando un padre me dijo: “Mi hijo dice que usted es como su madre”. No aceptaba regalos, pero cuando no podía rechazarlos, encontraba la forma de devolver el presente en una suma equivalente. Otra practicante de Dafa que trabaja en otra escuela también hacía lo mismo.

Los padres sabían que nosotros los practicantes nos preocupábamos poco por el interés propio, y nos respetaban incluso después de que sus hijos se graduaban.

Mantener el corazón en calma

A medida que progresaba mi cultivación, ya no me preocupaba ser tratada injustamente. Gané el torneo femenino de tenis de mesa para maestros. Sin embargo, cuando enviaron a la persona que salió en segundo lugar a competir por la ciudad, no me importó.

Luego gané el primer premio en el concurso de oratoria celebrado en el municipio. El comité de educación del municipio me pidió que me preparara para participar a nivel ciudadano. Finalmente, no me enviaron al certamen. Cuando enviaron a alguien que había clasificado más bajo que yo, no me importó.

En otra oportunidad, no me consideraron para el “Premio al maestro distinguido”. Estaba enseñando matemáticas en el primer grado ese año y mi clase, entre otras 24, estuvo entre las primeras 3 en la tabla de clasificaciones en todos los cuatrimestres. Cuando empezó el nuevo año escolar, mis estudiantes fueron asignados a otra maestra.

Gané el primer “Premio en calidad educativa” ese año. Teniendo en cuenta esto y las buenas calificaciones de mis estudiantes, debería haber estado entre las primeras; sin embargo, quedé octava y no conseguí el “Premio al maestro distinguido” por tan solo un lugar.

Luego de la ceremonia de entrega de premios, oí por casualidad a alguien que decía que la lista de clasificaciones a menudo tenía errores. Me pregunté si sería cierto en mi caso por lo que se lo mencioné al director. El director hizo que recalcularan el ranking y resultó que había un error y yo debí haber estado entre los primeros 7. Le pregunté qué planeaba hacer y me dijo: “Si tan solo lo hubieras mencionado antes...Ahora los premios ya se han entregado”.

No quería poner al director en un aprieto así que dije: “Está bien”. Si no hubiera practicado Falun Dafa, habría hecho que el director corrigiera el error en el municipio o, por lo menos, se disculpara conmigo y me prometiera incluirme en la próxima ronda de premios.

El esposo de la maestra que ganó el premio estaba en el comité que preparó la lista de clasificaciones. Cuando el director le dijo a la maestra que su premio debió haber sido para mí, se fastidió y dijo: “¡Preferiría destruirlo antes que devolverlo!”

De no ser practicante, podría haber intentado reclamarle el premio, o discutir con el director o, incluso, elevar el problema a las autoridades municipales. No obstante, no hice nada de esto.

El Maestro dijo:

“...si algo te pertenece, no lo pierdes, y si algo no es tuyo, no lo consigues por más que luches” (“Séptima Lección”, Zhuan Falun).

El siguiente año escolar, tuve que hacerme cargo de la clase de esa maestra debido a que ella comenzó su licencia por maternidad. Dos meses más tarde, me dieron otro “Premio a la calidad educativa”.

Posteriormente, en la evaluación de desempeño, con mis dos premios a la calidad educativa y algunos premios por actuación escénica, fui promovida junto con aquellos que tenían una pila de premios. Obtuve un entendimiento más profundo de ese principio del Fa.

Detener la violencia con la paz

Un día, mientras los estudiantes salían de la escuela al final del día, alguien denunció a un hombre ebrio que sostenía amenazante un ladrillo y estaba causando problema. El director y yo salimos corriendo para detenerlo.

Recordé las palabras del Maestro:

“...si ves un asesinato o un incendio intencional y no te ocupas, esto es una cuestión de xinxing; de otro modo, ¿cómo reflejas que eres una buena persona? (“Novena Lección”, Zhuan Falun)

Este hombre joven empuñaba el ladrillo. Dos maestras estaban paradas a unos dos metros de él y ambas se veían aterrorizadas. El vicedirector le gritaba al borracho: “¡No te atrevas!”

Los estudiantes de primaria formaron una fila a unos cuatro metros del hombre. Había tantos niños que no podrían dispersarse fácilmente. Si el hombre ebrio los atacaba, las consecuencias serían impensables.

Caminé directo hacia él y le dije: “Démelo”. Me dirigió una mirada feroz. No tenía miedo. Lo miré a los ojos calmadamente y le dije otra vez con amabilidad. “Démelo”. La ferocidad en sus ojos de pronto desapareció y me entregó el ladrillo. Lo apoyé en el cantero de flores.

El Maestro dijo:

“Si quieres ser un cultivador, todo depende de la cultivación de ese corazón tuyo y de tu propia iluminación, no hay modelos” (“Cuarta Lección”, Zhuan Falun).

Solo cuando un practicante se conduce de acuerdo con el Fa, sus acciones son rectas y efectivas.