(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa con mis abuelos cuando era pequeño. Ahora tengo 13 años. Cuando me encuentro con interferencias y pruebas de cultivación, hago lo mejor que puedo para seguir las enseñanzas del Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Dafa, y comportarme según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

Dejando ir la competitividad

Un día en la escuela me topé accidentalmente con una niña debido a que no estaba prestando atención. Entonces me pisoteó el pie y gritó: “!No te atrevas a hacerlo otra vez¡”.

Quise contestar, pero entonces recordé las palabras del Maestro:

“Si compites y peleas como la gente común, eres simplemente una persona común; si excedes sus acciones, ni siquiera estás al nivel de esa persona común” (Cuarta Lección , Zhuan Falun).

Me dije que era un practicante y que no debía pelear como la gente común. Una vez tuve este pensamiento, cerré la boca y me fui. Estaba feliz de haber superado la prueba.

Otra vez, me encontré con un compañero de clase que estaba de espaldas y lo empujé. Se dio la vuelta y me golpeó en el pecho tan fuerte que no pude respirar durante un par de segundos. Cuando estaba a punto de devolverle el golpe, me di cuenta que un practicante no debe comportarse de la misma manera e inmediatamente me calmé.

Incluso después de pegarme, aun le dijo al maestro que lo había empujado. El maestro me dio un sermón y me hizo estar en pie durante la clase como castigo.

Le expliqué a mi madre lo que había sucedido en la escuela y ella pensaba que había sido tratado injustamente. Quiso ir a hablar con el maestro, pero no quise que complicara más las cosas y le dije: “Por favor no te inmiscuyas en esto. El Maestro me dijo que mirara adentro cuando me encontrara con conflictos. Fue error mío el empujar al compañero de clase”.

Al día siguiente pedí disculpas al chico y le dije: “Lo siento, no debí empujarte“. Él también se disculpó y dijo: “Yo tampoco debí golpearte”. Nos hicimos buenos amigos.

Eliminando el Yeli

Una vez, mientras estaba en casa durante el descanso, sentí picores en mi cuerpo y tenía bultos rosas que se extendieron rápidamente por mi cuerpo. Me percaté que estaba obsesionado con los videojuegos. Inmediatamente envié pensamientos rectos para limpiar las malas sustancias e hice el segundo ejercicio. Milagrosamente el picor desapareció después de que terminé el ejercicio.

Fui a casa el pasado agosto. Mientras estaba haciendo el ejercicio, Sosteniendo la Rueda del Fa, con mi abuela, me sentí mareado y comencé a tambalearme. Mi abuela tocó la frente y dijo que tenía fiebre. Me dijo que descansara, pero dije: “No, ¡el Maestro está eliminado mi yeli!”.

Continuamos haciendo el ejercicio y finalizamos los cuatro ejercicios de pie. Luego enviamos pensamientos rectos durante media hora. A la mañana siguiente dejé de tener fiebre.

Adicto a los videojuegos

El Maestro dijo:

“Un ser humano es como un recipiente; es justamente lo que él contiene. Todo lo que una persona ve con sus ojos y escucha con sus oídos es: violencia, pornografía, intrigas contra cada uno en obras literarias y artísticas, peleas por intereses personales, veneración del dinero, así como otras manifestaciones de la naturaleza demoníaca, etcétera, del mundo práctico. Con su mente llena con todas estas cosas, tal persona es realmente mala sin importar cómo se comporte” (Fundiéndose en el Fa, Escrituras esenciales para mayor avance).

El peor apego que tuve fue la adicción a los videojuegos, aunque desinstalé tres veces los juegos de mi teléfono, no podía controlarme y los volvía a instalar de nuevo. Me sentía incómodo si no jugaba a videojuegos. Las peleas y las muertes de los juegos hacían que me comportara con una naturaleza demoníaca.

Para controlarme y eliminar el apego a los videojuegos, puse el teléfono móvil en la habitación de mi abuela. En el camino de la cultivación, trato de deshacerme de varios apegos, alinearme con el estándar del Fa y mejorar mi moralidad.