(Minghui.org) Mi madre renunció al partido comunista chino (PCCh) hace una década. Ha escuchado experiencias sobre las bondades de Dafa e historias de la cultura tradicional china. No obstante, se negaba a leer ‘Los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista’ u otros documentos relacionados con Dafa.

Hace poco, de repente, se enojó mientras escuchaba las grabaciones de las llamadas telefónicas de los practicantes a China. Se quejaba de que los Estados Unidos hacían esto y aquello pero que solo le recriminábamos cosas al PCCh. Dijo muchas cosas que me resultaban inadmisibles. No dejaba de quejarse. Como no paraba, comencé a enviar pensamientos rectos. Posteriormente, tomé un reproductor que le había prestado con las grabaciones de las conferencias del Maestro. Le dije que debíamos pensar en cómo las autoridades habían tratado a nuestra familia. No debíamos sentirnos agradecidos, como si nos hubieran hecho algún favor.

Al día siguiente, me preguntó: “¿Por qué te llevaste el reproductor ayer?”. Le dije que había pensado que no quería seguir escuchándolo. “Quiero escucharlo. ¿Por qué no lo escuchamos durante una hora cada mañana? Ayer me dijiste lo que pensabas y yo te dije lo que pensaba”.

En realidad, no sentía que le hubiera dicho lo que pensaba. De repente, me di cuenta de que aunque en la superficie se quejó, sus pensamientos estaban claros. Ella miraba las noticias de la gente común y su mente se llenaba con propaganda negativa. Cuando se quejaba no lo decía en serio, sin embargo, a mí me afectaba escuchar sus mensajes. Le expliqué que interpreté lo que dijo como que no le gustaba escuchar hablar sobre los hechos en torno a Falun Dafa.

Escribo este artículo para recordar a mis compañeros practicantes, que no deben permitir que les afecte oír a la gente hablar sobre la situación de la COVID-19. Cuando dicen cosas negativas sobre Dafa, solo están repitiendo lo que han escuchado. No lo dicen en serio y no es lo que piensan realmente. No debemos mirar solo los aspectos superficiales o sus respuestas superficiales.

Una vez estuve en un centro de detención. Aunque hablé honestamente con las guardias, la persecución no disminuyó porque estaba angustiada y quería que acabara mi sufrimiento. En aquel momento solo estaba preocupada por mí. Le dije: “El Maestro dice que hay personas que no merecen escuchar la verdad sobre Dafa”. Me preguntó nerviosa: “¿Qué es lo que tratas de decirme? Dímelo, por favor. He leído el libro 'Disolviendo la cultura del Partido Comunista Chino'”. Me sorprendió aquella respuesta. Pero como mi estado de cultivación no era bueno en esa época, no le dije nada más.

Un día mientras estaba sentada junto a la jefa de sección, escribí de memoria el poema: Regalo para la gente del mundo de Hong Yin III en un trozo de papel y se lo di. Se puso muy nerviosa y me preguntó: “¿Cuándo escribiste esto?”. Le dije que lo hice mientras estaba sentada a su lado. Pensé que me estaba interrogando. En realidad, solo quería asegurarse que nadie más me había visto hacerlo. Dijo con una sonrisa después de mirar alrededor: “Lo escribió tu Maestro, ¿verdad?". Le respondí que sí. Rápidamente, lo puso en una carpeta con otros papeles y se fue. Me compadecí al ver su estado de nerviosismo. Me sorprendió ver que anhelaba tanto a Dafa. Esperaba que también se lo mostrara a su familia.

En la superficie, aquella líder de sección actuaba con dureza cuando estaba con las practicantes. A veces hablaba mal sobre Dafa. En realidad, su mente no era así. Tenía una buena impresión de mí porque nunca me quejaba al alcaide o al procurador, aunque me golpeaban mucho.

Después de empezar a cultivarnos, nuestro pensamiento se vuelve muy distinto al de la gente común. Necesitamos ser más considerados para poder despertar su consciencia.