(Minghui.org) Cierta vez, al llegar mi padre a casa, mi abuela se quejó de que no había comido en todo el día. En verdad, había comido lo cocinado por mí hacía un rato.

Ella no solo miente, sino que obliga a otros a mentir. Mi padre y mi tía (ninguno de ellos practica Falun Dafa) suelen ser cómplices de sus mentiras. Cuando yo digo la verdad, me grita. Por ejemplo, cuando mi padre salió en un viaje de negocios, mi abuela preguntó cuándo regresaba. Cuando le dije que él volvería en dos días, me chilló reclamándome que admitiera que llegaría antes. Me sentía muy frustrado y a menudo discutía con ella.

El Maestro dijo:

“En todos los ambientes hay que ser bueno y benevolente con los demás, y más aún con tus parientes” (“Sexta Lección”, Zhuan Falun).

“...hemos dicho que siendo una persona que refina gong, hay que llegar a no devolver el golpe ni los insultos, hay que exigirse con un estándar alto (“Cuarta Lección”, Zhuan Falun).

Comprendí que no debía discutir con ella; era una persona mayor y debía respetarla en vez de desdeñarla. También me di cuenta de que no debía seguir el juego de sus mentiras. De a poco, he pasado de sentirme agobiado y sin saber cómo lidiar con ella a ser capaz de resolver los problemas pacíficamente. Cuando mi abuela exige saber dónde está mi padre, le digo la verdad. Si me regaña, no lo tomo en serio.

Mi abuela empezó lentamente a cambiar. Ha dejado de presionarme para mentir. Cuando mi padre le pregunta si comió, ella se toma un momento para pensar y luego responde con la verdad. Esto ha sido un gran cambio para mi abuela, una persona que mintió toda su vida.

Peleas por el baño

Desde que estaba en la escuela primaria, mi abuela y yo siempre peléabamos por el uso del baño. Cada vez que empezaba a ducharme, ella golpeaba a la puerta pidiendo usarlo y gritaba: “¡Sal en este instante! ¡¿Por qué siempre te escabulles al baño justo cuando necesito usarlo?!”. Maldice, gira una y otra vez el pomo de la puerta y la golpea. Si esto pasara una o dos veces, no sería un problema.

Un día de invierno, me estaba lavando el cabello cuando sonó el teléfono. Pensando que era urgente, me apuré a contestar. Tan pronto como salí del baño, mi abuela se apresuró a entrar y se quedó allí por un largo rato. Se me secó el champú en la cabeza de tanto esperar. Me quedé parado en la sala de estar, frío y exasperado.

Cuando examiné mi comportamiento, entendí que de los tres principios “Verdad-Benevolencia-Tolerancia”, no había puesto en práctica la benevolencia y la tolerancia. El Maestro nos enseñó a pensar primero en los demás y a ser benevolentes. La abuela realmente necesitaba usar el baño con frecuencia. Yo debía tomar duchas más cortas en vez de enojarme siempre y discutir.

Ahora cuando escucho los pasos de la abuela en el corredor, me recuerdo: “No importa lo que diga, no se moverá mi corazón. Necesito cultivar benevolencia y tolerancia”. Cuando toca a la puerta, le digo cuánto más necesitaré el baño y que saldré tan pronto como pueda.

La abuela ya no me insulta cuando uso el baño. Ahora cuando se da cuenta de que alguien lo está usando, regresa calmadamente a su cuarto y espera. A veces, si realmente necesita usarlo con urgencia, dice: “Sal rápido”, pero su tono de voz es completamente diferente.

El cambio en mi abuela me hizo entender profundamente el poder de la compasión. Una vez que hube mirado hacia adentro y cultivado mi benevolencia, mi relación con ella mejoró.

Aprendiendo a ser considerado hacia los demás

Últimamente, la abuela empezó a tener problemas en las piernas, pero se rehúsa a usar bastón. Le resulta difícil agacharse cuando utiliza el baño, y su orina y heces terminan en el suelo. A veces, las pisa y hay orina y materia fecal por toda la casa.

Cuando se da cuenta de lo que ha hecho trata de limpiarlo. Debido a su visión corta, sin embargo, las heces terminan desparramadas por todos lados. No se lava las manos y todo lo que toca (ventanas, lavabo, paredes, grifos, lavarropas, pomos e interruptores de luz) quedan manchados.

Como si eso fuera poco, debido a que la abuela nunca se baña tiene un olor corporal realmente fuerte y deja el baño en un estado horroroso. También tiene otro mal hábito: siempre necesita usar el baño a la hora de comer. No cierra la puerta así que los ruidos y el olor se esparcen alrededor de la mesa del comedor.

El Maestro dijo:

“Donde quiera que practiquemos Falun Gong, se volverá un lugar bueno. Estamos transformando el ambiente, no seleccionando el ambiente” (Exponiendo el Fa en el Fahui para asistentes en Changchun).

Pensé acerca de los practicantes que están detenidos ilegalmente. Ellos no se dieron por vencidos ante el temor. Por el contrario, esto los hizo más firmes en su cultivación. Nuestro entorno es mucho mejor que el de ellos, ¿cómo puede esto calificar como una tribulación?

Una noche de verano, la luz del cuarto de baño estaba rota. La abuela acaba de usarlo y el olor había inundado todos los cuartos. Mi mamá tenía que encontrarse con otros practicantes así que la tarea de limpiar el baño recayó en mí. Cuando abrí la puerta, vi que los azulejos y el lavabo estaban manchados con heces. Encima, la luz no funcionaba. Estaba decidido a pasar esta tribulación. Tomé una linterna y limpié el baño en profundidad. Luego, al contemplarlo limpio, pude sentir que muchos de mis apegos habían sido eliminados.

Mi resentimiento y disgusto hacia mi abuela están desapareciendo de a poco y estoy aprendiendo a ser considerado hacia los demás. Dejé de quejarme por cómo huele el baño. La abuela está de verdad muy débil y depende completamente de su medicación. Como yo practico Falun Dafa, gozo de buena salud. ¿Qué motivo tengo para quejarme de ella?

Aunque muchas cosas de la abuela todavía me molestan, Dafa me ha enseñado cómo ser una buena persona y a pensar en los demás. Mi corazón se volvió más abierto. Dafa me ha enseñado a tomar con alegría el sufrimiento y me ha permitido tener un corazón abierto, jovial y bondadoso.