(Minghui.org) Una de mis parientes ha estado practicando Falun Dafa desde 1996. Sin embargo, en los últimos años, comenzó a aflojar en su cultivación. Escuchaba lo que le decía su familia, y gastaba la mayor parte de su tiempo y energía en asuntos de la gente común. Poco a poco, dejó de atreverse a practicar los ejercicios delante de su familia, hasta llegar a convertirse en una persona común.

Un día, de repente sufrió síntomas de derrame cerebral y dejó de poder mover la mitad de su cuerpo. Su hija la llevaba todos los días al hospital para que le hicieran una transfusión, así que no le quedaba más remedio que ir. A finales de mayo la visité. Mientras que la gente sentía calor llevando ropa fina, ella tenía frío con su abrigo grueso.

Compartí con ella desde la perspectiva del Fa. Se dio cuenta rápidamente que el sentimentalismo la había atrapado y que ya no se comportaba como una practicante. No estudiaba el Fa diligentemente y no enviaba pensamientos rectos, dando a las viejas fuerzas un motivo para perseguirla. Se dio cuenta de que mientras se rectificara en el Fa, el Maestro arreglaría su camino. Pero resultaba esencial que fuéramos diligentes al practicar la cultivación.

Reconoció su error ante la foto del Maestro y le pidió que la ayudara. También envió pensamientos rectos y le dijo al yeli de enfermedad: "Me rectificaré en Dafa aunque tenga brechas. Si me persigues y me impides salvar a los seres conscientes, Dafa te eliminará".

Estudiamos el Fa juntas durante el día y enviamos pensamientos rectos cada hora.

Shifu nos enseñó:

“Algunos Dafa dizi no se toman con seriedad el envío de pensamientos rectos, y no sólo ellos están interferidos: esos factores malignos también están interfiriendo con otros Dafa dizi. ¿No puedes hacer bien lo que estás supuesto a hacer? No sólo debes hacer bien tu camino, sino que también debes ayudar a otros” (Exponiendo el Fa en la ciudad de Los Ángeles).

Enviamos pensamientos rectos a partir de las 6 de la mañana. Dejó de sentir frío a las 10 de la mañana. Se quitó el abrigo y dijo: "Ya estoy bien". Luego se puso de pie y pudo caminar con paso firme. Atestiguó la compasión del Maestro y el poder de Dafa.

Sin embargo, al día siguiente su familia seguía insistiendo en llevarla al hospital para someterla a la transfusión. Su familia, acostumbrada a no escuchar su opinión, la obligó a ir al hospital, a pesar de que les decía que estaba bien. Cuando regresó a su casa, no podía volver a mover la mitad de su cuerpo. Ni siquiera podía hablar con claridad. Aunque se volvió a poner su abrigo grueso, este no le quitaba el frío.

Sentí mucha lástima por ella. Su situación se volvía peligrosa en este entorno. Le pedí a su familia que no interfiriera en su cultivación. Aceptaron el resto de las verdades, pero insistían en que estaba enferma, y que debía recibir tratamiento en un hospital. Estaba triste cuando llegué a mi casa. Se me ocurrió que debía abandonar su entorno actual para poder recuperarse pronto.

Cuando estaba pensando en cómo ayudarla, su marido llamó. Dijo que no la encontraban y que no estaba en la casa.

Resultó que se dio cuenta de que necesitaba dejar a su familia por un tiempo. Le pidió al Maestro que la ayudara a volver a su pueblo natal. Salió de su casa en silencio y tomó el tren de regreso a su pueblo natal, a miles de kilómetros de distancia. En el camino de regreso a su pueblo, empezó a caminar cada vez con paso más firme y con más rapidez.

Encontró a algunos practicantes en su ciudad natal. Estudiaba el Fa, hacía los ejercicios, enviaba pensamientos rectos y aclaraba la verdad a la gente todos los días. Se volvió una persona saludable y fuerte. Su familia fue testigo del poder de Dafa. Todos quisieron conocer la verdad acerca de Dafa.

Por otro lado, comprendí que debíamos eliminar todos los apegos. Las viejas fuerzas nos controlarán si no somos diligentes. Será difícil para nosotros pasar la prueba si no tenemos pensamientos rectos.