(Minghui.org) Los emperadores Yao, Shun y Yu vivieron hace miles de años, en la antigua China. Reinaron uno tras otro, y fueron reconocidos por poseer grandes virtudes. En las leyendas de la cultura tradicional china, la mayor virtud del emperador Shun era la obediencia filial. Se dice que su inquebrantable obediencia filial era admirada por el Cielo.

El nombre original de Shun era Yao Chonghua (este "Yao" es un nombre de clan ancestral diferente al del Emperador Yao). Su padre ciego era terco e irracional, y a menudo lo trataba mal. Wodeng, su madre, era una mujer de buen corazón, que cuidaba a su hijo, pero murió cuando Shun era muy joven. Su padre se volvió a casar con una mujer que carecía de virtud y bondad. Le dio al padre de Shun un segundo hijo, Xiang, y una hija, Ji.

A medida que pasaba la vida, el medio hermano de Shun, Xiang, fue favorecido por su padre y su madre, y los tres a menudo maltrataban e intimidaban a Shun. Lo veían como un extraño, una espina en su costado, e incluso a veces le deseaban la muerte.

Obligado a hacer todo el trabajo duro, mientras le daban la peor comida y ropa, la vida hogareña de Shun estuvo llena de dificultades y penurias. Sin embargo, siempre mantuvo una obediencia filial, siendo respetuoso con sus padres, y siendo un hermano mayor responsable de sus hermanos menores. Hizo todo lo posible para mantener una vida familiar feliz.

Siempre que los padres de Shun lo maltrataban, su primer pensamiento era examinarse. "Debo haber hecho algo malo que los hizo enojarse y tratarme de esta manera", pensaba. Reflexionaba sobre sus palabras y acciones para descubrir sus defectos, manteniendo al mismo tiempo una piedad filial con la esperanza de llevar la felicidad a sus padres.

Cuando Xiang lo trataba mal sin razón aparente, Shun lo tomaba como una señal de que él, como hermano mayor, no lo hacía bien dando un buen ejemplo moral. Shun siempre fue estricto consigo mismo, esforzándose por mantener altos estándares y buen carácter, en sus pensamientos, palabras y acciones. Sin embargo, seguía sintiendo frustración a veces, y a menudo salía a los campos, llorando a gritos: "¿Por qué no puedo llevar la alegría a mi familia?".

Otras personas vieron este corazón y se sintieron conmovidas por su sinceridad, especialmente al verlo en alguien tan joven. Se decía que la autenticidad de Shun y su genuino corazón no solo conmovía a la gente de su comunidad, sino que llegaba a los seres divinos en los Cielos y a todos los seres conscientes que caminaban por la Tierra.

Según cuentan las antiguas leyendas, cuando araba los campos cerca de la montaña Li, se encontraba en total armonía con su entorno. Un elefante venía a ayudarlo a arar, mientras que enjambres de pájaros llegaban para quitar las malas hierbas. La gente que era testigo de esto -una virtud tan grande- se sorprendía y era profundamente respetuosa. Sin embargo, Shun siempre se comportaba con modestia y humildad.

Con el paso del tiempo, la leyenda de la obediencia familiar y la naturaleza virtuosa de Shun se extendió por todo el país. Pronto todos en el país conocieron su historia.

El emperador Yao tenía 86 años, y debido a esa edad estaba buscando un sucesor. Cuando pidió consejo a sus oficiales sobre quién sería un candidato digno, todos recomendaron a Shun. Y lo era. Si a pesar de todas aquellas dificultades, podía mantener su obediencia familiar y tratar bien a sus familiares, seguramente cuidaría bien a su pueblo.

Sin embargo, incluso como emperador, a Shun le resultaba difícil ser feliz y estar satisfecho. "Incluso ahora, mis padres todavía no me quieren. ¿Cuál es el sentido de ser emperador?".

Su pueblo quedó muy conmovido al escuchar aquellas palabras.

Y al final, también lo acabó estando su familia. Se sintieron profundamente conmovidos por tales palabras y, finalmente, cambiaron y lo trataron bien.

La obediencia familiar era una alta virtud muy apreciada en la antigua China. Si uno es maltratado por sus padres y su familia, puede que no le resulte fácil perdonar, hacer sacrificios y mantener la armonía. Esta es una virtud suprema.

Viviendo bajo tales circunstancias, es difícil ser altruista, elevarse más alto y hacerlo aún mejor. Es por eso que Shun, con su corazón sincero e inquebrantable obediencia filial, era excepcional.

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