(Minghui.org) Mi nombre es Mao Fengying. Solía ser enfermera quirúrgica en un hospital asociado a un instituto médico en China. Me fui de China en octubre de 1996 para visitar a mi esposo en Toronto, Canadá, donde vivo actualmente. He estado practicando Falun Dafa por más de cuatro años y he experimentado grandes cambios en mi cuerpo y mente. Aquí me gustaría compartir mi experiencia y decirle a la gente que Falun Dafa realmente puede salvar la vida de uno.

Mientras asistía a la escuela en 1978, contraje Hepatitis C. Los profesionales médicos saben que la Hepatitis C es una de las enfermedades más difíciles de curar, y que se puede convertir fácilmente en cirrosis o cáncer de hígado. Estuve atormentada por la enfermedad durante 18 años. Varios hospitales importantes en Beijing me diagnosticaron Hepatitis C crónica activa. Por más de diez años, tomé medicamentos tres veces al día. A pesar del tratamiento prolongado, la hepatitis C nunca estuvo bajo control. Un diagnóstico en 1995 informó que tenía el bazo agrandado y el hígado endurecido. El síntoma principal era un constante dolor en el hígado y el bazo. Empeoraba cada vez que tenía un resfrío, estaba cansada o me sentía deprimida. También sufría de náuseas, distensión abdominal, falta de apetito, insomnio, fatiga y sensibilidad al frío, lo que me provocaba escalofríos. Estas enfermedades afectaron seriamente mi vida diaria y mi trabajo. Estuve hospitalizada muchas veces; la más larga fue por seis meses. Aunque recibí la mejor atención médica, los síntomas solo se atenuaban y mis enfermedades nunca estaban bajo control. Debido a los tratamientos fallidos recibidos en el hospital, probé muchos métodos alternativos como el qigong, la quema de incienso, la oración a Buda, la adivinación, la quema de papel y la medicina China. Pedí prestado mucho dinero para ver a muchos médicos y especialistas famosos. No solo no se curaron las viejas enfermedades, sino que también se desarrollaron cuatro nuevos trastornos: gastritis atrófica grave, pielitis, nefritis y presión arterial baja. Mi cuerpo estaba extremadamente débil y mis piernas estaban hinchadas y pesadas. Dar unos pocos pasos era difícil y era aún peor subir las escaleras. Ya no podía levantarme para ir a trabajar.

En 1996, tomé licencia por enfermedad y me quedé en casa. Sabía en mi corazón que no había esperanza de curarme. Un día, le pregunté a mi médico: "¿Cuánto tiempo crees que me queda? Quiero estar mentalmente preparada y hacer algunos arreglos". Sabía que ya no podía ocultármelo. Se compadeció de mí y dijo con tristeza: "Creo que al menos un año". Me derrumbé completamente. Mi vida había sido amarga y agotadora, pero apreciaba mucho la vida incluso en la desesperación. Odiaba el hecho de que me trajeran a este mundo, y que me llevaran tan pronto. Estaba extremadamente triste y lloré mucho; me volví irritable. Mi esposo no estaba conmigo en ese momento, y no tenía a nadie a quien expresar mis sentimientos. Descargué mis frustraciones sobre mi padre, que tenía más de 80 años. En casa, a menudo perdía los estribos y me enfadaba con mi hijo sin razón alguna. Amigos y parientes me recomendaron que me lo tomara con calma. ¿Cómo podría hacerlo? ¿Quién podría tomárselo con calma mientras se está muriendo?

El 22 de julio de 1996 es un día que nunca olvidaré. A partir de entonces, mi destino cambió de dirección. Esa mañana me encontré con una anciana que vivía en mi barrio. Viendo mi pobre estado de salud, me sugirió que practicara Falun Gong. También me dijo que había estado libre de de toda enfermedad desde que comenzó a practicar. Era una pequeña luz en la oscuridad, pero quería intentarlo.

A las seis de la mañana siguiente, fui al lugar de la práctica con mi hija de 9 años, que también tenía una enfermedad hepática. Aprendimos los ejercicios y tomamos prestada una copia de Zhuan Falun. Abrí el libro en casa, tratando de encontrar en él maneras de curar mis enfermedades. Lo primero que vi fue la foto del Maestro Li y sentí que se veía muy amable y familiar. El libro me pareció muy interesante y me ayudó a comprender el origen de las enfermedades y la razón por la que mis enfermedades no se curaban.

Después de leerlo, pensé: "Quiero ser una cultivadora genuina". En el instante en que surgió ese pensamiento, noté que el dolor en mi hígado se alivió de inmediato. Mi boca, que había estado seca durante mucho tiempo, se tornó húmeda. Cada palabra del libro me atrajo. No podía dejarlo y había olvidado todo lo que tenía que ver con la curación de mis enfermedades. Cuanto más lo leía, mejor me sentía. Ese día, leí varias lecciones hasta la una de la mañana siguiente.

Cuando practiqué los movimientos al día siguiente, mi cuerpo se sintió ligero y todos los síntomas desaparecieron. Me sentía ligera como la brisa cuando caminaba; sentía como un impulso hacia adelante cuando andaba en bicicleta. Ya no me sentía cansada cuando subía las escaleras. Las enfermedades de mi hija también desaparecieron. Más tarde, me uní a una práctica en un grupo muy numeroso y experimenté un estado que se describe en el libro: cuando me senté en meditación, todo desapareció, excepto mi mente y un pequeño pensamiento que era consciente de que yo estaba practicando aquí.

Un mes después, mi hija y yo nos hicimos un examen físico general: todas las anomalías habían vuelto a la normalidad. Aquellas enfermedades que nos habían hecho sufrir durante años desaparecieron en solo dos días luego de que comenzáramos a practicar Falun Dafa. ¡Qué milagro! Estaba muy emocionada y compré decenas de libros, audios y videocasetes del Maestro Li. Mi hija y yo fuimos a visitar a parientes a cientos de kilómetros de distancia para darles los libros, contándoles lo que experimentamos. Pronto empezaron a practicar Falun Dafa.

Mi esposo vio los cambios cuando nos reunimos con él en el extranjero y él también comenzó a practicar Falun Dafa. No solo me había recuperado completamente, sino que incluso di a luz a un niño sano en noviembre de 1997. Cuando recibieron la noticia, todos mis parientes en China lo encontraron increíble. Incluso ahora, todavía creen que adopté al niño. Falun Dafa me trajo milagros y me dio una nueva vida.

Después de que todas mis dolencias desaparecieron, pensé en el supervisor de mi hospital que murió de cáncer de hígado desarrollado por Hepatitis C. Pensé en mi compañero de clase que murió de insuficiencia hepática. Si hubiesen practicado Falun Dafa, quizás habrían podido vivir. A menudo pensaba en los pacientes que compartían conmigo la habitación en el hospital y en los días en que yo y otros pacientes hepáticos de toda China teníamos que hacer colas de 24 horas al día esperando a que un médico famoso nos tratara, ya que él solo trataba a 20 pacientes a la semana. Había pensado en volver a China para decírselo a esos compañeros de la cola: No me costó un centavo estar completamente sana. Sin embargo, no puedo volver a China debido a la persecución a Falun Dafa. Me angustia saber que siguen luchando con mucho dolor.       

Marzo de 2001

Nota del editor: 

Publicado en el libro: Vida y esperanza renovadas: El poder curativo de Falun Dafa
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