(Minghui.org) Empecé a desarrollar signos de envejecimiento, incluyendo manchas de la edad en la cara y las manos, visión borrosa; me dolía el costado después de una larga caminata, y me dolían las rodillas después de subir las escaleras. Tampoco podía calmar mi mente cuando estudiaba el Fa. Me di cuenta de que mi estado de cultivación no era el adecuado.

Hace algunos años, empecé a tener problemas para ver claramente los caracteres chinos mientras corregía los libros de Dafa. Tuve que comprar unas gafas de lectura, y a menudo las usaba para el estudio de Fa. Sin embargo, al ver a otros que eran mayores que yo leyendo el Fa sin gafas, supe que todo se reducía al hecho de que mi cultivación personal estaba un poco descuidada.

En ese momento, mi entorno hogareño no era el ideal. La televisión estaba encendida a todo momento, y era difícil escapar de las imágenes y los sonidos en casa. Ya no se me permitía salir cuando me apetecía, y si no le pedía permiso a mi marido para recibir visitas me miraba y hablaba con furia.

Me sentía un poco perdida. A veces, me era difícil controlar mi temperamento. Sin embargo, cuando pensé en cómo el Maestro Li había sufrido por nosotros, me las arreglé para aguantar, aunque me sentía bastante molesta por dentro. A veces, me resultaba difícil no pelear con mi marido, y sentía ganas de dejarlo después. Sin embargo, después de pensarlo detenidamente, me di cuenta de que no podría salvar a mi familia si basaba mis decisiones en la búsqueda de una vida feliz en la sociedad común. Eso no estaría en línea con lo que el Maestro Li requiere de nosotros. Ellos también deben haber sido parte de la familia del Maestro en una vida anterior. Para obtener este Dafa, sacrificaron mucho, vida tras vida, hasta el punto de perder sus vidas.

Como practicante, sabía que debía mirar hacia adentro y cultivarme bien. Cuando mantuve mi mente en el Fa, pude mirar hacia adentro en todas las situaciones. En el momento en que no lo hacía, comenzaba a experimentar malestar físico. Entonces, los pensamientos negativos empezaban a jugar en mi mente, llevándome a tener pereza de hacer los ejercicios o estudiar el Fa diligentemente. También empezaría a ver programas de televisión, aunque después me arrepentiría. En ese período estuve muy preocupada por mi estado de cultivación, y mi lado consciente seguía pidiéndole al Maestro Li que me ayudara a cultivarme más diligentemente.

Cuando mi hijo se fue de vacaciones, otra practicante y yo usamos su casa para estudiar el Fa por la noche. También hicimos los ejercicios juntas cada mañana, y enviámos pensamientos rectos.

Una noche, después de haber enviado pensamientos rectos durante una hora, ella sugirió que leyéramos las dos a la vez un capítulo de Zhuan Falun antes de irnos a la cama. Mientras leíamos el Fa, me di cuenta de que no había traído mis gafas de lectura de casa. El libro en la casa de mi hijo estaba escrito en caracteres chinos tradicionales, no en los caracteres simplificados que yo me sentía más cómoda leyendo. Me quedé trabada con algunos caracteres de vez en cuando y también tuve problemas para leer los caracteres de arriba a abajo, en lugar de izquierda a derecha.

No dejaba de entrecerrar los ojos para ver mejor y tuve dificultades para pronunciar las palabras correctamente. Cuando no podía distinguir un caracter, la otra practicante me lo indicaba. Me concentraba en ese caracter para recordarlo la próxima vez, pero esto hizo que la otra practicante supusiera que yo no sabía la siguiente palabra, así que ella me lo indicaba de nuevo. Comencé a inquietarme y a perder la noción de por dónde iba en la página. Realmente quise explicarle lo que estaba pasando, pero tenía miedo de que si la ofendía dejara de leer conmigo.

Todo lo que pude hacer fue concentrarme de todo corazón en cada palabra del libro. Sentí como si hubiera usado toda mi mente para averiguar cómo pronunciar cada palabra. Sabía que no debía ponerme nerviosa, de lo contrario afectaría mi voz. Así que bajé la velocidad y empecé a leer muy lentamente. Cuando leía despacio, mi voz estaba muy tranquila, y palabras que, inicialmente, no podía reconocer, podía recordarlas desde el principio del capítulo.

Leyendo de esta manera, todas y cada una de las palabras se fundieron en mi mente. Mientras leía cada oración, en mi mente apareció un área donde no cumplía totalmente con el Fa. Cuanto más leía, más quería leer y más calmada me sentía. Después de que terminamos de leer una lección, la otra practicante dijo: "Tu voz era muy suave y pacífica, estaba libre de la agresividad que proviene de la cultura del partido comunista".

Llegué a comprender que al estudiar de todo corazón el Fa, había logrado lo que el Maestro requiere de nosotros cuando leemos el Fa. Después de estudiar un capítulo del Fa de esta manera, sentí que estaba inmersa en el Fa, las veinticuatro horas al día. No importa lo que hiciera, veía las cosas con una actitud recta.

Después del estudio del Fa en grupo al día siguiente, un practicante de otra ciudad me sugirió que compartiera unas palabras. Me negué por primera vez, porque sentía que no me había cultivado bien. En el pasado, incluso cuando no me invitaban a hablar, me levantaba y hablaba, insistiendo en hablar y hablar. Cuando otra persona me interrumpía, yo hacía lo mismo con ellos y luego continuaba. Independientemente de si estaba en armonía con los principios del Fa o no, simplemente seguía hablando. Pensando en el pasado, me arrepiento de los problemas que causé a otros practicantes.

Después de terminar de estudiar el Fa, fui a visitar a otro practicante. Cuando me vio, empezó a hablarme de una manera sarcástica. No dije nada. Él se quedó un poco sorprendido, ya que normalmente le contestaba. Después de un rato, empezó a hablar de un conflicto entre otros practicantes. Sentí que hablaba de los demás a sus espaldas, así que le dije: "Por favor, no hables así. Todo practicante tiene algún apego en el que trabajar, es comprensible". Pero él siguió adelante, lo que me hizo empezar a desarrollar cierto resentimiento hacia él. Pero reconocí este apego que me tenía atrapada.

El Maestro dijo:

“…incluso esta tercera persona debe pensar sobre qué es lo que ha hecho mal y por qué se le da la oportunidad de ver esa escena”. Sin mencionar a las dos personas envueltas en el conflicto; ellos deben mirar hacia adentro aún más”. (Exponiendo el Fa en el Fahui del Este de los Estados Unidos)

Me parecía que estaba mirándome en el espejo, es decir, que lo que veía en él era cómo me había estado comportando. Cuando vio que yo no respondía, empezó a señalar muchos de mis defectos. Los acepté a todos todos con snceridad, sin discutir, y a continuación le di las gracias. Él pensó que este cambio en mí era asombroso. Le dije que tenía que irme, pero antes de salir, me dijo que era la primera vez que yo había sido tan humilde. Al escuchar esto, me arrepentí de haber lastimado a otros en el pasado.

Esa tarde fui con otras dos practicantes a visitar a otro practicante que acababa de salir de una tribulación relacionada con el yeli (karma) de enfermedad. Enviamos pensamientos rectos juntos, y me sentí como si hubiera estado rodeada de energía. Dondequiera que llegaba mi energía, sentía que todo el mal era eliminado. Habíamos planeado enviar pensamientos rectos durante media hora, pero lo hicimos durante más de una hora sin sentirnos cansados. Antes de esto, cuando enviaba pensamientos rectos, no podía calmarme, mis cejas se retorcían, y usaba toda mi energía. Me sentía muy cansada después, sin sentir que mis pensamientos rectos fueran muy efectivos.

Enviamos pensamientos rectos juntos durante más de una hora y estudiamos el Fa. Me sentí muy concentrada después y los ojos del practicante que tenía el yeli (karma) de enfermedad se volvieron muy claros. Realmente apreciamos la ayuda del Maestro.

Una de las practicantes quería compartir algo, pero ella habló muy agresivamente. La otra practicante que estaba allí comenzó a regañarla con una cara desagradable, agitando los brazos mientras hablaba. Todos estábamos sorprendidos por su comportamiento.

Inmediatamente me di cuenta de que así era como yo solía comportarme. Bajo la excusa de "ayudar al otro practicante", en el fondo, me estaba comportando de una manera que estaba impregnada de la cultura del partido comunista chino. Solía hablar de una manera muy agresiva, señalando con el dedo a los demás. Al ser combativa con los demás, estaba tan desesperada por liberarme del odio que había en mí. Como resultado, terminé dañando a otros sin darme cuenta.

Me he beneficiado enormemente al estudiar Zhuan Falun con una mente tranquila. ¡Gracias, Maestro!