(Minghui.org) La Sra. Wu Zhiping, de 60 años de edad, fue encarcelada en China y torturada durante seis años y medio por practicar Falun Gong, una disciplina espiritual que sigue los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Mientras estuvo en prisión, no pudo cuidar de su marido enfermo, que murió durante su ausencia.
Falun Gong, también llamado Falun Dafa, ha sido perseguido por el partido comunista chino (PCCh) desde julio de 1999. Muchos relatos de encarcelamiento cuentan tanto sobre el abuso físico y mental como de las torturas. Miles de personas han muerto bajo tal brutalidad.
Al recibir fuertes golpes en la cabeza mientras estaba en prisión, Wu Zhiping experimentó constantes dolores de cabeza inducidos por la luz solar o de los ruidos.
La Sra. Wu vive en Nanchang, provincia de Jianxi. En junio de 2015, fue arrestada por practicar Falun Dafa y posteriormente sentenciada a tres años y medio en la prisión de mujeres de la provincia de Jianxi.
Wu se mantuvo firme en que no hizo nada malo, y solo buscaba libertad para practicar su fe.
Lo siguiente es su relato de la brutal tortura que sufrió mientras estaba en la cárcel.
Condenada a 3,5 años de prisión
En 2015, fui al mercado de Hongcheng para contarle a la gente sobre la persecución a Falun Gong por parte del PCCh. La policía local me vio y me arrestó. Me retuvieron durante dos semanas antes de liberarme.
Después de mi liberación, la policía continuó vigilándome y siguiéndome. El 5 de junio de 2015, fui al supermercado local a hacer compras. Cuando regresé a casa, tres agentes de la comisaría de Hongcheng me agarraron y me obligaron a subir a un vehículo policial.
Me interrogaron en la comisaría y me obligaron a hacerme un examen médico contra mi voluntad. Al día siguiente me enviaron a un centro de detención.
Le rogué a la policía que me liberara, ya que mi marido estaba bajo mi cuidado y en ese mismo instante le habían dado de alta del hospital por sufrir de una hipertensión severa. También cuidé de su madre de 90 años, que estaba paralizada. La policía se negó y presentó mi caso ante la fiscalía.
Mientras esperaba el juicio, las autoridades me mantuvieron en detención durante un año y tres meses. El 2 de septiembre de 2016, fui sentenciada a 3,5 años en la prisión de mujeres de Jiangxi.
Tortura de reclusos – Colgada en una barra de metal
Mientras estaban en prisión, los guardias ofrecieron a las reclusas recompensas y reducción de penas a cambio de torturarme y agredirme. Las prisioneras me ataron de las muñecas a una barra de metal y me colgaron. Para humillarme más, me colgaron en un marco de ventana junto al inodoro, para que todo el mundo pudiera verme.
A menudo me colgaban en un marco metálico en una habitación aislada donde los reclusos habían escrito en las paredes eslóganes que difamaban la práctica. Un día, después de atar mis muñecas a una barra de metal suspendida en el aire, escribieron el nombre del fundador de Falun Gong, Li Hongzhi, en el asiento de un taburete y me obligaron a sentarme encima. Entonces, retiraron muy rápido el taburete del debajo de mí y me caí de repente, con toda la fuerza de mi peso sobre mis muñecas atadas. El dolor era insoportable.
Las reclusas me bajaron al suelo y taparon mi boca y nariz en un intento de ahogarme. Luego se turnaron para abofetearme.
El personal de la prisión proveyó a las reclusas con videos que difamaban a Falun Gong. Me obligaron a mirarlos, mientras que abusaban verbalmente de mi, durante las veinticuatro horas del día.
Cuando las prisioneras me colgaban en el aire, a menudo me empujaban y me hacían girar, y luego me lanzaban contra los objetos de la habitación y esto me mareaba mucho.
Me obligaron a trabajar en una fábrica de explotación durante el día. A pesar de las tácticas que usaron, me negué a calumniar a Falun Gong durante mi encarcelamiento, y por eso me obligaban a permanecer de pie por largos períodos de tiempo, sin descanso.
Aislamiento y uso restringido del inodoro
Me pusieron en aislamiento, donde me daban una taza de agua al día para beber y lavarme. También solo me permitían ir al baño una vez al día.
Por la noche, me veía obligada a sentarme en un pequeño taburete con las manos y las piernas atadas hasta las 2:00 de la mañana, solo me quedaban unas pocas horas para intentar dormir un poco.
Pero cualquier intento de dormir era difícil. Me esposaron al marco de la cama por la noche, usando la excusa de impedirme que haga los ejercicios de Falun Gong. Las esposas estaban demasiado apretadas y las muñecas me dolían muchísimo. Una presa se levantaba durante la noche y me pellizcaba por todo el cuerpo. Gritaba y rodaba sobre la cama, ya que el dolor era insoportable.
Durante 20 días me torturaron así, hasta que otra practicante de Falun Gong había sido encarcelada y se convirtió en su nuevo objetivo.
Los practicantes de Falun Gong que son encarcelados están obligados a escribir declaraciones que denuncian y difaman la práctica. A pesar de las torturas y la presión incesante, me negué. Así que me enviaron de vuelta al régimen de aislamiento.
Otra vez, me obligaron a estar de pie todo el día y por la noche me colgaban en el marco de la ventana.
Como no me permitían a usar el baño, defequé en el suelo. Las presas encargadas de perseguirme se enfurecieron. Esa noche me ataron y me exigieron que renunciara a mi creencia en Falun Dafa, pero me negué rotundamente.
Cuatro prisioneras me tiraron del pelo y me golpearon violentamente y múltiples veces en la cara y en la cabeza. La paliza fue tan severa que el dolor duró más de un mes. Como resultado, incluso hasta hoy sufro de dolores de cabeza severos.
La muerte de mi marido
Al ser encarcelada durante años, la tensión de mi marido se disparó tan alta que ya no podía soportarlo. Además de la severa hipertensión se sumaban sus constantes temores y preocupaciones sobre mi estado y la tortura que estaba sufriendo. No estaba allí para cuidarlo o consolarlo, y murió.
Cuando me enteré de esto, no pude controlar mis emociones, y busqué a los guardias para exigir mi liberación. Les dije, en primer lugar, que perseguirme por mi fe era ilegal. Pero ellos eran indiferentes ante mi tristeza y en su lugar se irritaron más. Me pusieron en aislamiento por tercera vez.
Otra vez me obligaron a estar de pie durante el día, pero esta vez me hicieron agacharme durante la noche. Cuando me negué a ponerme en cuclillas por la noche, las prisioneras me golpearon y me agarraron de los brazos, y empezaron a golpearme contra el suelo repetidamente. Aun así, se me permitía usar el baño solo una vez al día.
Me mantuvieron aislada y me torturaron todos los días durante tres meses.
En octubre de 2018, cambiaron sus tácticas de tortura para intentar quebrarme. Las reclusas me obligaron a permanecer de pie durante 17 horas seguidas desde las 7 de la mañana hasta la medianoche y se negaron a permitirme usar el baño, a menos que maldijera mi fe.
Esto duró hasta mi liberación el 26 de noviembre de 2018.
Los años de brutalidad y tortura han afectado mi salud. Todavía sigo recuperándome.
Estoy por debajo de mi peso y a menudo tengo mareos. Me falla la memoria. Sufro de fuertes dolores de cabeza que se desencadenan fácilmente por estímulos como la luz del sol o los ruidos.
Pero aún tengo fe en Falun Dafa.
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