(Minghui.org) Me gustaría compartir cómo mejoré en el proceso de ayudar a los practicantes.
En mi grupo de estudio del Fa, había un practicante que solía tener cáncer pero Falun Dafa lo ayudó a recuperarse. Él estaba atravesando una tribulación que le requería elegir entre una cultivación sólida o sus intereses personales. Todos vieron su apego claramente, pero él mismo no los veía. Estaba experimentando ye de enfermedad y tenía problemas en su vida. Decidió escapar de su casa y culpó a los practicantes por no ayudarlo. Enfatizó repetidamente que la falta de esfuerzos de los practicantes como cuerpo le causó dificultades. Dijo que los practicantes fallaron en reconocer su sacrificio por el grupo y que nadie consideraba los problemas de otros como sus propios problemas.
Yo soy uno de esos practicantes que experimentaron la persecución. Tenía en claro que, cuando atravesamos pruebas difíciles, tener que conectarse con practicantes como él nos hace sentir inseguros. Si no nos cultivamos genuinamente, no seremos capaces de salir de los problemas que las viejas fuerzas nos arreglaron.
Compartí con él cómo empecé a cultivarme, esperando que evitara ser perseguido. Entonces otro practicante dijo que cuando hice eso, no estaba actuando en base a los principios del Fa. Citó la siguiente frase del Fa:
“Aprender del lado negativo de la lección quiere decir pensar los problemas con el corazón humano, ser astuto, malicioso, perspicaz, entonces uno se malogra” (Enseñando el Fa en el Fahui de Nueva York 2010).
El recordatorio me ayudó a ver mis propias fallas. Había intentado duro corregir mi pensamiento y sentí que el recordatorio era útil.
El practicante que describí arriba, huyó de su casa. Vi que seguía mostrando su mentalidad de poner sus intereses personales por arriba de todo lo demás. También vi que hablaba elocuentemente pero no practicaba lo que predicaba.
Otro practicante me dijo: “Si hubieras conocido este lado de él desde el principio, ¿lo ayudarías igual?”. Contesté sin pensar: “Depende. De otra manera, ¿no sería él destruido por las viejas fuerzas?”. En ese momento, realmente sentí pena por el practicante. Ya había obtenido el Fa y su cáncer su curó, no obstante simplemente por unos intereses personales no podía diferenciar lo correcto de lo incorrecto, y cosas pequeñas y triviales amenazaban su vida. Era verdaderamente una pena.
Fue una verdadera sensación de compasión lo que hizo cambiar mi actitud. No miraba sus cosas malas como si fueran él; en vez, era la cultura del partido que lo hacía comportarse de manera diferente. Tampoco lo consideraba como una vida que vino para hacernos daño. Intercambié con él por medio de cartas abiertas porque quería que todos vieran. Apunté a la cosa que él necesitaba reconocer y se la señalé con la esperanza de que pudiera abandonarla. Sentí que él no estaba consciente de ello.
Cada vez que le señalaba sus problemas, lo negaba. Dijo que tenía apegos, pero no admitía que ponía sus intereses personales primero. Estaba ofuscado y el lenguaje que usaba en sus respuestas era irónico, buscando todo tipo de excusas para evitar los apegos y cubrirse. Pensé en darme por vencido con él porque era realmente una pérdida de tiempo mantener la comunicación. Si usaba el tiempo para escribir experiencias de cultivación, eso me ayudaba a mejorar mi carácter. Pero luego pensé, ayudar a mejorar a los practicantes también es como mejorarme. Estas dos cosas no se oponían entre sí. Si elegía una de ellas, ¿no mostraría eso que yo también estaba haciendo como él, buscando excusas para cubrirme?
Cada vez que me comunicaba con él, me examinaba. Miraba las preguntas que le hacía e intentaba ver si aplicaban para mí también. Cuando le decía que no se estaba cultivando genuinamente, miré hacia dentro para ver si yo me estaba cultivando genuinamente. De todas maneras, en todos los comentarios que hice sobre él, realmente usé la oportunidad para examinarme. Sentí que me estaba cultivando pobremente.
Leyendo las cartas entre nosotros, los practicantes dijeron que yo estaba siendo muy bueno con él. De hecho, no fui tan bueno como los practicantes sintieron. Solo me aferré al pensamiento de que no lo culpaba a él, sino que le señalé que la cultura del partido estaba en todas sus cartas. Usé el Fa para medir cuál debería ser el pensamiento correcto. Siempre mantuve estas palabras de Shifu en mi mente:
“Ustedes no pueden abandonar simplemente a una persona sin haber puesto suficiente esfuerzo. No importa qué error haya cometido esta persona, o qué tipo de persona sea, aún quiero dar a todos una oportunidad” (Exponiendo el Fa en el Fahui de Chicago, 2004).
Cuando estaba pensando en dejar de comunicarme con él, de repente el practicante cambió. No solo admitió que puso sus intereses personales primero, sino que también se disculpó por su comportamiento inapropiado. Fui testigo del poder del Fa y la inmensa compasión de Shifu. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
Cuando releo algunas de las cartas que le escribí, vi paciencia y bondad. ¿Fue esa yo quien escribió las cartas? Ahora entiendo. Fue Shifu que me mostró mi corazón sincero, de ayudar a otros y me dio sabiduría. Gracias Shifu. Gracias practicantes por ayudarme a mejorar en el proceso.