(Minghui.org) Tengo 76 años y he estado practicando Falun Gong desde 1997. A menudo escuchaba a otros practicantes hablar de practicantes ancianos que solían ser diligentes en el estudio del Fa, enviando pensamientos rectos, y contando los hechos de la persecución. Sin embargo, una vez que comenzaron a cuidar de sus nietos, se alejaron del ambiente de cultivación y poco a poco se fueron relajando. Las viejas fuerzas se aprovecharon de esta brecha y como consecuencia comenzaron a sufrir un grave yeli de enfermedad. Algunos incluso murieron.

Hace tres años me enfrenté a una situación similar.

Sin depender de otros y siguiendo mi propio camino de cultivación

En la primavera de 2015, me mudé a una nueva zona residencial para cuidar a mis dos nietos. Al principio, me sentí perdido tras dejar mi grupo de estudio del Fa de siempre. Pronto encontré otro grupo, aunque me llevaba más de una hora llegar. Además de eso, tenía que apresurarme a recoger a mis nietos de la escuela, lo que afectaba la calidad de mi estudio del Fa.

Mi estado de cultivación se deterioró. No podía levantarme por la mañana para hacer los ejercicios y a menudo me dormía mientras leía el Fa. Estaba muy preocupado y traté de hallar desesperadamente practicantes que vivieran cerca para estudiar el Fa.

Me senté y envié pensamientos rectos durante mucho tiempo con la intención de calmarme y mirar adentro. Encontré que me apegaba a depender de otros practicantes para que me ayudaran a mejorar mi estado de cultivación. También tenía miedo de salir a aclarar la verdad por mi cuenta. Por aquella época, me di cuenta de que alguien me estaba vigilando.

Ya que el Maestro Li Hongzhi había hecho arreglos para que yo estuviera en la tierra en este momento, era mi responsabilidad ayudarle a salvar a la gente de aquí. Miré por la ventana y vi que el desconocido seguía allí. Decidí quedarme en casa y estudiar el Fa todo el día.

Al día siguiente, visité a los practicantes de mi antiguo grupo de estudio. Cuando les dije que alguien me vigilaba, me dijeron que no tuviera miedo y que tuviera fe en Dafa. Cuando regresé a casa, la persona que estaba fuera de mi casa se había ido. Me sentí muy aliviado y le prometí al Maestro Li que no dependería de otros y que seguiría mi propio camino.

Dando el paso adelante para aclarar la verdad

El Maestro nos enseñó:

"Pero no importa cuán difícil, tienes que pensar que eres un cultivador, tienes que avanzar hacia adelante, así ya está, lo haces de esta manera" (Enseñando el Fa en el Día Mundial de Falun Dafa).

Hice pequeños cambios en mi agenda horaria. Comencé a levantarme cada mañana alrededor de las 3:40 a. m. para salir a distribuir volantes a las 8:00 a. m. Luego iba al mercado a comprar comida. Volvía corriendo a casa a las 11:00 de la mañana para preparar el almuerzo para mis nietos. Después de enviarlos a la escuela, leía el Fa en casa de 2:00 a 4:00 p. m.

Ahora trato de terminar mis tareas domésticas antes de las 9:00 p. m. y me tomo un tiempo hasta la medianoche para estudiar el Fa antes de enviar pensamientos rectos a las 11:55 p. m.

En una ocasión, estaba colocando carteles de Falun Dafa en una pared cuando varios jóvenes se me acercaron. Uno de ellos me preguntó qué estaba poniendo. Cuando le dije que se trataba de demandar a Jiang Zemin, exclamó: "¡Estás haciendo algo genial!". Sabía que el Maestro me animaba con sus palabras. Mis miedos desaparecieron, sonreí y les di un folleto a cada uno.

Estas experiencias reforzaron mi confianza y desde entonces he salido todas las mañanas a hablarle a la gente sobre Dafa. Hay muchos obras en construcción cerca de mi casa. Todos los días doy información a los obreros. Cuando tengo tiempo, también charlo con ellos y los animo para que renuncien a su membresía en el partido comunista chino y sus organizaciones juveniles.

Me encuentro con todo tipo de gente. A veces alguien trata de reprenderme por lo que estoy haciendo, entonces recuerdo que soy un practicante y lo considero algo bueno.

Una vez, cuando le di un folleto a un hombre, lo tomó, agarró mi mano y me dijo: "Dame todo lo que llevas en tu bolsa". Sacó su teléfono y llamó a la policía. De repente recordé al Maestro diciendo que podemos usar nuestra habilidad sobrenatural para hacer que una persona se quede inmovilizada. Lo intenté y él aflojó la mano.

Rápidamente me di la vuelta y huí. Cuando llegué a casa, pensé que esto debía haber pasado por alguna razón. Miré dentro y me di cuenta de que, como las cosas me habían ido tan bien últimamente, me había vuelto demasiado exultante y había dejado de cultivarme. Me disculpé con el Maestro y envié pensamientos rectos para eliminar tales apegos.