(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1999. La persecución comenzó justo cuando empezaba a leer Zhuan Falun. A pesar de la intensa presión, no renuncié a la práctica. Simplemente tomé como mentiras todo lo que decía el partido comunista chino (PCCh).
Shifu me alienta
Una practicante a quien había visto solo en un par de ocasiones me visitó en el 2002. Me dijo que había ido a la Plaza Tiananmen para validar el Fa. Le pregunté a qué se refería con "validar el Fa”. Respondió que alzar una banderola y gritar: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, era validar el Fa. Me inspiró y también quise ir a la Plaza Tiananmen.
Fui a Beijing con mi hija en octubre del 2002. Me quedé dormida en el autobús. Cuando estábamos cerca de la Plaza Tiananmen, escuché una voz decir: ”levántate. ¿No estás aquí para decirle a la gente que Falun Dafa es bueno?”. Abrí mis ojos y habíamos llegado.
Mientras pensaba qué hacer, las palabras del Maestro Li vinieron a mi mente:
"Si un cultivador puede abandonar el pensamiento de vida y muerte bajo cualquier circunstancia, la maldad seguramente tendrá miedo de él. Si cada practicante es capaz de hacer esto, la maldad en sí ya no existirá. Todos ustedes ya son conscientes de la ley de la generación mutua e inhibición recíproca. Si no tienen miedo, el factor que les haría tener miedo se volverá no existente. Esto no debe ser una acción forzada, pero se logra por medio de renunciarlo calmada y verdaderamente" (Eliminen sus últimos apegos, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).
En ese momento, vi el fashen de Shifu sentado en el portón de la Plaza Tiananmen. Grité con todas mis fuerzas: "¡Falun Dafa es bueno y también lo es Verdad-Benevolencia-Tolerancia!". Quería decirle a todo el mundo que Falun Dafa había sido difamada y salvar a los seres conscientes.
Comienzo a hablarle a la gente acerca de la persecución
Al principio acompañaba a otros practicantes cuando iban a las aldeas vecinas a entregar información acerca de Falun Dafa, colgar banderolas, y pegar mensajes explicando los verdaderos hechos sobre Dafa y la persecución. Más tarde me mudé de vuelta a mi pueblo natal. Descubrí que los dos practicantes locales habían sido arrestados. Vivía lejos de cualquier otro practicante. Decidí probar y comenzar a hacer las cosas por mi cuenta.
Tenía dos hijas que todavía asistían a la escuela. Antes de salir cada día, les preparaba las comidas y les decía que las calentaran y comieran cuando llegaran a casa. Le pedí a Shifu que cuidara de mi familia mientras estaba afuera y salía en bicicleta. Recorría varios kilómetros y a veces me quedaba a dormir en casa de mis padres o familiares. Durante el día montaba bicicleta en los alrededores para familiarizarme con el vecindario. Por la noche, dejaba volantes, colgaba banderolas y pegaba mensajes. Curiosamente, nuestro cerdo estaba siempre dormido cuando regresaba. Si me quedaba en casa, se comportaba mal y rompía cosas. Supe que Shifu estaba cuidando de mí.
Una vez me quedé en la casa de mi hermana. Cuando entré en su casa, vi a la gente vestida con trajes tradicionales. Uno me dijo: "sé quién eres en otras dimensiones". Cuando miré detenidamente, desaparecieron y solo mi hermana, madre y mi sobrino permanecieron en la sala. Sentí que Shifu me decía que no tuviese miedo. Estaba protegiéndome.
Llevaba materiales a varias aldeas. Si me cruzaba con alguien, enviaba pensamientos rectos para que no me viera. Los perros son muy comunes en estas áreas rurales. Cuando un perro ladra, todos los demás perros comienzan a ladrar. Enviaba pensamientos rectos para que permanecieran callados. Una vez, vi a una patrulla policial cuando volvía a casa. Me escondí en una zanja y le pedí a Shifu que me ayudara. Después de que se fueron, subí a mi bicicleta, salí y me fui rápidamente.
Solía ser una persona extremadamente tímida y nunca había caminado sola por la noche. Para poder cumplir mi misión de salvar seres conscientes, me sobrepuse a mi miedo. Hice cosas por mi cuenta hasta el 2005. En ese tiempo, Shifu hizo arreglos para que mi madre y otra practicante se me unieran. Más tarde, otros dos practicantes vinieron y nos dividimos el trabajo. Se encargaron del área donde vivían mientras que yo cubría las aldeas cercanas a mi casa.
Con la ayuda de los practicantes de otras ciudades, aprendí a producir materiales informativos, cuyo conocimiento pasaba a mi vez a otros practicantes. Cuando era necesario, uníamos fuerzas para trabajar en proyectos mas grandes.
En mi pueblo hay un salón de actos y el exjefe del PCCh vino una vez a visitarlo. Trabajando juntos, colgamos muchas banderolas en lugares prominentes en las colinas circundantes. Había solo un pequeño y angosto camino que conducía a la cima de esas colinas. Incluso de día, era difícil de escalar. Subimos de noche y colgamos las banderolas en orden. Era una vista majestuosa. De regreso, pegamos mensajes y colgamos más banderolas. En áreas de descanso populares, dejábamos información para que la gente la tomara.
Una noche muy oscura, estaba tratando de colgar una banderola en un árbol. Me subí a los hombros de un practicante y le dije al árbol: "quisiera colgar esta banderola para poder salvar a la gente. Por favor ayúdame”. De repente, vi una rama justo delante de mí. Era realmente un milagro. Esa noche, tuve que dar una larga caminata a casa. Tuve que pasar por varios cementerios y las coronas de flores en las nuevas tumbas lucían particularmente llamativas pese a la oscuridad. Me asusté mucho. Empecé a recitar uno de los poemas de Shifu para armarme de valor.
En otra ocasión colgamos una banderola en un árbol cercano a una área concurrida. Mucha gente que subía a la montaña y el pueblo podrían verlo. El jefe de la comisaría vio la banderola y dijo: "¡miren esta banderola gigantesca de Falun Dafa! Esta práctica no puede ser erradicada". No importaba cuántos hombres lo intentaron, no pudieron quitar lo que dos mujeres habían colgado. La banderola se quedó allí varios meses.
Colgamos banderolas con mensajes sobre Falun Dafa en el lugar más alto del pueblo en "días políticos delicados". También continuamos la producción de materiales de clarificación de la verdad sobre Falun Dafa para salvar a la gente.
Shifu me salvó
Alrededor de 15 policías irrumpieron en mi casa el 26 de julio de 2007, justo cuando mi hija y yo nos acostábamos a dormir. Saquearon mi hogar, se llevaron mi computadora, los volantes sobre Dafa y me arrestaron.
Me trataron tan terriblemente que me desmayé y tuvieron que llevarme al hospital. Luego fui transferida a un centro de detención. Mis hijas vinieron a la estación de policía para solicitar mi libertad. La policía las trató rudamente y amenazaron con arrestarlas. Tampoco permitieron a mi familia que me viera.
A través de mi tianmu, vi monstruos rodeándome y persiguiéndome. Me acordé del poema de Shifu y recordé actuar con pensamientos rectos. Me subí a un lugar alto durante la comida y grité: "¡Falun Dafa es bueno! ¡Libérenme sin condiciones!”. En los siguientes cinco días, durante las comidas, gritaba: "¡Falun Dafa es bueno!”. Los monstruos desaparecieron.
Me negué a comer durante cuatro días. En el quinto, 12 hombres grandes me alimentaron forzadamente de manera brutal y me administraron drogas desconocidas. Cuando les hablé acerca de Falun Dafa se rieron de mí.
Le pedí a Shifu que me salvara. Cuando cerré mis ojos, me vi como una niña de tres años. Shifu me levantó cuidadosamente y me llevó a una cascada gigante. Me depositó allí y jugué en el agua. Más tarde, me llevó a ver las hadas y a los guardianes celestiales. Después me trajo de vuelta a tierra. Le dije a Shifu que no quería regresar, que el mundo humano era demasiado terrible. Shifu dijo que tenía que regresar y cumplir mi misión. De vuelta, en el mundo humano, perdí el conocimiento varias veces. El dolor que me producía la alimentación forzada me hacía llorar y todos me oían gritar. En el octavo día, muchos oficiales de policía me llevaron a un automóvil y me condujeron al campo de trabajos forzados, donde me iban a internar por un año y medio. Sin embargo, el campo se negó a admitirme debido a mi estado de salud precario. Después me llevaron a otro lugar. Pero también se rehusaron a aceptarme. Al final, me liberaron.
Me recobré en un par de días haciendo los ejercicios y leyendo el Fa en casa. Retomé la clarificación de la verdad.
Aclarando la verdad a los guardias y reclusos
Fui arrestada, torturada y enviada a un campo de trabajos forzados en el 2010. Cada día debía levantarme a las 5:00 a. m. y estar de pie hasta las 11 p. m. Si todavía me rehusaba a renunciar a mi fe, los guardias me hacían estar de pie hasta la medianoche. La tortura hizo que se me hincharan las piernas. Me dolía la espalda terriblemente. Tenía dificultad cuando iba al baño. Mi presión arterial se elevó. Sentía naúseas y vomitaba. A pesar de mi estado, tenía que recitar las reglas del campo de trabajo porque si no lo hacía me castigaban.
Un día, varias practicantes decidieron gritar: "Falun Dafa es bueno" durante los ejercicios matutinos cuando había mucha gente alrededor. Yo esperé hasta el final de los ejercicios cuando ninguna practicante se atrevía a hacer otro movimiento. Vi que todas se dirigían a la cafetería para el desayuno. Sabía que si no actuaba rápido, perdería la oportunidad. Grité: "¡Falun Dafa es bueno!”. Una guardia hizo el gesto de golpearme, pero la jefa de los guardias la detuvo. La jefa de los guardias me preguntó: "¿Sabes dónde estás?”. Le dije: "Lo hice porque vi que estabas de turno hoy. Eres una buena persona y quería contarte la verdad acerca de Falun Dafa".
Me escuchó y luego dijo: "Pero es mi trabajo detenerte. ¿Qué debo hacer?”. Le pedí que tratara a los practicantes con bondad. Encontró un asiento para mí en la cafetería y dijo: "Dejen que termine de comer". También hizo arreglos para que yo estuviera con las otras practicantes.
En otra ocasión, me rehusé a seguir las órdenes y una reclusa, a la que habían dado instrucciones para monitorearme, me dio un empujón tan fuete que choqué contra la pared y caí al suelo. Un chichón apareció en mi cabeza. No podía ponerme de pie ni caminar.
La reclusa que me empujó estaba a punto de ser liberada. Había sido engañada por la propaganda anti-Falun Gong del PCCh y por eso seguía las órdenes de atormentar a las practicantes. Sabía que tenía que contarle la verdad acerca de Falun Dafa. Fui a la jefa de los guardias y dije: "Escuché que esta reclusa será puesta en libertad dentro de poco. Es la responsable de mis lesiones". La jefa de los guardias golpeó la mesa y me miró con furia: “¿Qué es lo que quieres hacer al respecto?”. Calmadamente le respondí: "Yo era una persona saludable antes de que me encarcelaran. Ahora, casi no puedo mantenerme en pie. Soy una persona decente y honesta. No es malo seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Ni es malo practicar Falun Dafa". La jefa se sosegó y llamó a la prisionera que me empujó. Dijo: "Escuchemos lo que tienes que decir".
Les expliqué qué es Falun Dafa y cómo la gente se beneficia practicándolo. También les detallé la persecución ilegal del régimen comunista. Le dije a la interna que me persiguió: "Espero que trates bondadosamente a la gente. Acuérdate que aquellos que practican Falun Dafa son buena gente".
Desde ese día, las otras reclusas dejaron de molestarme.
Me liberaron del campo el 2 de septiembre de 2011. La guardia le dijo a mi esposo: "No pediremos a tu esposa que firme ninguna declaración de renuncia su fe porque sabemos que es una pérdida de tiempo".
Clarificando la verdad en un nuevo entorno
Me mudé a una gran ciudad en noviembre de 2012. Fui a mi antiguo hogar en dos ocasiones para conseguir volantes para entregar. En diciembre ya contacté a los practicantes de mi nueva ciudad. Me ayudaron a establecer un lugar de producción de materiales en el 2013. Empecé a entregar información acerca de Falun Dafa en los mercados matutinos, supermercados, y en frente de las tiendas.
No tenía trabajo, así que dependía de mi esposo e hijas. Mi hija menor todavía estaba estudiando su maestría y el dinero nos llegaba muy justo. Compraba las verduras más baratas cuando estaba sola en casa. Cocinaba comida deliciosa para mi esposo e hijas cuando llegaban a casa. Utilizaba el dinero que me daban mis hijas para comprar suministros para producir información acerca de Falun Dafa. Hasta vendí mis joyas y usé el dinero para los volantes. Ya que me encargaba de las finanzas de la casa, las cosas se gestionaban bien y mi familia no se vio afectada por la labor que hacía para Falun Dafa.
Por el momento, las cosas van bien y puedo seguir transitando mi sendero de cultivación. Shifu enfatizó la importancia de salvar a la gente en sus lecciones recientes y que el tiempo apremia. Como otros practicantes, organizo mi tiempo apropiadamente para salir a aclararle a la gente la verdad sobre Falun Dafa y despertar sus conciencias con compasión.
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