(Minghui.org) En muchos aspectos los orígenes de la cultura china pueden rastrearse hasta conectarse con lo divino, y la medicina no es una excepción. Existe cierta frase, que en la antigüedad, describió la práctica de un gran médico: Xuanhu jishi , o "colgar una calabaza y salvar el mundo". A continuación explicamos su origen.

Una calabaza muy especial

Este relato está documentado en numerosos libros de historia, como Hou Hanshu (libro de los últimos Han) y Taiping Yulan.

Hu Gong, que vivía en la dinastía Han, practicaba la medicina en el área de Runan (en la actual provincia de Henan) y siempre llevaba una calabaza. Vendía medicamentos que sacaba de su calabaza en el mercado, y nunca negociaba el precio. Nadie lo conocía, solo sabían que su medicina funcionaba.

Cuando vendía sus medicamentos, Hu Gong le decía al comprador que el paciente debía escupir después de tomar el medicamento y que acabaría recuperándose pasado cierto tiempo. La gente seguía sus palabras, y las cosas marchaban exactamente como había predicho.

A medida que la gente difundía las noticias de este hombre milagroso, más y más personas lo conocían. El negocio de Hu Gong funcionaba bien y hacía mucho dinero todos los días. Solo se quedaba con una pequeña porción del dinero y donaba el resto a aquellos en el mercado que sufrían de pobreza, frío o hambre.

Después del atardecer, cuando vendía toda su medicina y su calabaza quedaba vacía, la colgaba debajo del alero de la casa de alguien. Luego, saltaba a la calabaza y desaparecería.

Dentro de la calabaza

Fei Changfang, un funcionario inferior a cargo del mercado, vio a Hu Gong hacer esto. Enseguida supo que se trataba de alguien especial que había dominado el taoísmo.

Pensando en aprender de Hu Gong, Fei lo trataba muy bien todos los días, limpiaba el suelo donde estaba y le daba comida. Hu Gong aceptó su amabilidad. Durante mucho tiempo siguió siendo cortés con Hu Gong.

Un día, Hu Gong le dijo a Fei: “Cuando no haya nadie alrededor, ¿podrías venir a mi casa esta noche?”. Cuando llegó el momento, Hu le dijo: “Ahora me meteré en la calabaza. ¿Quieres intentarlo? Si quieres, puedes entrar también”. Como Hu Gong sugirió, Fei saltó a la calabaza justo detrás de él.

Una vez dentro, Fei descubrió que la calabaza aparentemente pequeña contenía otro mundo adentro, con capas tras capas de edificios y pabellones bien decorados. Detrás de estos había hermosos puentes y coloridos arcoiris, de una tierra divina.

Hu Gong le dijo a Fei: “En realidad, yo pertenecía a un lugar divino. Debido a que aflojé en lugar de cumplir con mis deberes, me degradaron a este mundo humano. Tienes muy buena cualidad innata. Por eso es que puedes conocerme y ver todo esto”.

Fei se inclinó ante él y respondió: “Soy una persona sucia de este mundo secular. De hecho, soy afortunado de recibir su piedad y sus enseñanzas". Hu Gong dijo: "Eres una muy buena persona, pero no le cuentes a nadie más lo que viste".

(Continuará)