(Minghui.org) Tengo 35 años de edad y he practicado Falun Dafa durante 14 años. Solo tengo un título del primer ciclo de la escuela secundaria. He trabajado en 20 compañías diferentes en los últimos 10 años. Trato de esforzarme al máximo en el trabajo, y también trato, lo mejor que puedo, de aclarar la verdad. Quisiera compartir algunas experiencias.
Mis experiencias en una compañía automotriz
La mayoría de los trabajadores de esta compañía son jóvenes y hábiles. Como no tenía experiencia alguna en este campo, fui contratado como pasante y me asignaron un tutor que era dos años más joven que yo. Había otro pasante en nuestro grupo llamado Ming. Tenía un par de años más que yo y era inteligente y bastante capaz.
Nuestro tutor me menospreciaba porque yo ni siquiera tenía un título de bachiller, y no sabía cuál era la diferencia entre un tornillo y un perno. No quería enseñarme nada y siempre me miraba mal. Solo le enseñaba las cuestiones técnicas verdaderas a Ming, mientras que a mí me mandaba a contar tornillos. En dos semanas no había aprendido nada, en cambio, Ming aprendió mucho.
El gerente vino a supervisar nuestro grupo. Primero, alabó el trabajo de Ming, y luego cuando me vio contando tornillos, me preguntó qué había aprendido. Antes de que pudiera responder, mi mentor le dijo: “Es torpe. Aunque han pasado dos semanas, no ha aprendido nada. Lo único que hace es contar tornillos. No pertenece a este lugar de trabajo, le cuesta mucho tiempo aprender”.
Me molesté un poquito. Pero inmediatamente recordé que soy un practicante de Falun Dafa, y que tengo que seguir los principios de “Verdad-Benevolencia-Tolerancia”. Mi corazón no debía moverse. No dije nada. Simplemente sonreí.
Después de que el gerente se fue, el tutor le dijo a Ming y a los demás: “No le voy a enseñar nada. Verán cómo termina renunciando”. En mi corazón le dije a Shifu (el fundador de Falun Dafa): “Shifu, no puedo renunciar todavía. No le he clarificado la verdad a nadie aquí. Quiero contarles la verdad sobre Falun Dafa. No puedo irme simplemente”.
Shifu Li me ayuda
Cuando el gerente escuchó la actitud que había tomado mi mentor hacia mí, lo regañó. A partir de ahí no tuvo otra opción que enseñarme algunas cosas. Aún así, siempre guardaba las mejores herramientas para Ming, y me dejaba a mí las herramientas viejas que hasta aquellos con experiencia evitaban usar. Cuando me enseñaba, me mostraba las técnicas demasiado rápido. Cuando me equivocaba, tanto él como Ming me regañaban.
Pude controlar mi xinxing. Sin importar qué me hicieran, sonreía y no me quejaba. Hacía todo cuanto podía.
Me recordaba que era un practicante y que debía seguir las enseñanzas de Shifu. Además de cumplir con mis deberes, también ayudaba a los demás. Organizaba las herramientas y limpiaba el taller.
Un día, el gerente me vio recoger del suelo repuestos para otros compañeros de trabajo. Se conmovió y me dijo: “Te he estado observando por largo tiempo. Eres diferente de los demás. Te comportas responsablemente. Eres una bocanada de aire fresco para todo el taller”.
Lamentablemente, al escuchar esto, mi mentor y Ming se pusieron celosos, y me trataron aún peor que antes. Incitaban a sus amigos en la fábrica a que me maltrataran. Nunca recibía ningún reconocimiento, por más duro que trabajara. En cambio me gritaban o insultaban. Seguía recordándome que soy practicante y sonreía sin importar lo mal que me trataran.
Un día, Ming y yo estábamos trabajando en una pieza de acero. Él la volteó antes de que estuviera lista, lo cual me causó un corte en el dedo pulgar que comenzó a sangrar mucho. Le pedí ayuda a Shifu pensando: “No debo causarles problemas a los demás”.
Shifu me ayudó. No sentí mucho dolor. Envolví mi dedo y poco después dejó de sangrar.
Ming no se sintió mal por haberme causado una herida, más bien se quejó a nuestro mentor, diciéndole que yo era muy torpe. El mentor vio mi herida y me dijo: “Si no puedes hacer el trabajo, vete a tu casa”, y se rió junto con Ming.
No dije nada. Luego del trabajo, se me hinchó el dedo y me comenzó a doler. Empecé a llorar: “¡Tres meses enteros! Todos los días me insultan. ¿Qué he hecho mal? ¿Debo renunciar?”.
En casa, mi madre que también es practicante, conversó conmigo sobre si esto era una interferencia de las viejas fuerzas. Luego enviamos pensamientos rectos. Esa noche, mis pensamientos fueron caóticos. Quería renunciar, pero seguía recordando que soy un discípulo de Dafa que tiene la tarea histórica de despertar a los seres conscientes, así que no debía renunciar.
Tuve un sueño en el que Shifu me instruía mientras construía un edificio alto. Ya habíamos casi terminado. Solo nos faltaba el último piso. Shifu dijo: “No puede estar listo a menos que encuentres un material especial”. Entonces me dio un tazón y me pidió que fuera a buscar el material. No entendí bien. Llamé a las puertas de los vecinos pidiendo el material.
Aunque la gente se comportaba de forma amable, me decían que no tenían. Busqué todo el día, sin encontrar nada. Regresé descorazonado. Mientras caminaba pasé por una escuela. Un grupo de niños malcriados gritaron: “¡Tenemos tu material especial!”. Entonces escupieron algo asqueroso en mi tazón.
Cuando se lo mostré a Shifu, se alegró y dijo: “Si, ese es el material especial. Ahora puedes terminar el edificio”.
Cuando desperté me di cuenta que Shifu me había dado una pista para que pudiera pasar la prueba. ¿No era acaso ese escupitajo de los niños malcriados equivalente a los insultos de mis compañeros de trabajo y mi mentor? Le agradecí a Shifu.
Recordé la enseñanza de Shifu en la Cuarta Lección de Zhuan Falun:
“Durante el xiulian, cuando estás lidiando específicamente con conflictos o cuando otros te tratan mal, pueden existir dos clases de situaciones: una es que posiblemente tú hayas maltratado a esa persona en tu vida anterior; sin embargo, tu corazón está muy desequilibrado: «¿Cómo me trata así?». Pues, ¿cómo trataste tú a esa persona antes? Dices que en aquel entonces no sabías y que en esta vida no importan los asuntos de ese otro periodo de vida; eso no va de ninguna manera. Además hay otra cuestión, durante los conflictos está involucrado el tema de la transformación del yeli, por eso, al momento de tratar asuntos específicos, debemos tener una actitud elevada, no podemos actuar como una persona común”.
Shifu también nos dijo:
«Difícil de soportar, se puede soportar; difícil de hacer, se puede hacer» (Novena Lección, Zhuan Falun).
¿Cómo podía quejarme del sufrimiento que soportaba en el trabajo?
Al día siguiente me calmé. Traté a todos con benevolencia. Pasé la prueba para pasantes sin problemas y me acabé convirtiendo en un trabajador oficial. Un compañero de trabajo me dijo: “Al final has pasado la prueba”. Me di cuenta que Shifu me estaba animando a través de este compañero de trabajo. ¡Gracias Shifu!
Un día el mentor me dijo: “Me impresionas. En estos últimos tres meses te hemos insultado de todas las maneras posibles. Sin embargo, nunca te has quejado ni has peleado. Siempre sonríes y estás positivo. ¿Cómo lo haces? Nadie aquí podría hacer algo así. ¿De dónde sacaste ese corazón tan amplio?”.
Fue la primera vez que el mentor me habló en un tono adecuado. Le sonreí y dije: “Practico Falun Dafa. Mi Shifu nos enseñó a seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, y no pelear con los demás. Como discípulo de Dafa, siempre debo considerar primero a los demás, y siempre debo mirar adentro para encontrar mis propias faltas cuando surge un conflicto”.
Me dijo sorprendido: “¡¿Tu practicas Falun Dafa!?”. Me hizo varias preguntas. Él y otros escucharon mientras expliqué cómo Dafa se practica en todo el mundo, y cómo millones de personas han renunciado al partido comunista chino. Escucharon con atención. El mentor desarrolló un interés especial y dijo que quería practicar Falun Dafa.
En pocos días, casi todos sabían que era practicante. Siempre que tenía la oportunidad, les animaba a renunciar al partido. Sus actitudes hacia mi cambiaron totalmente y nos volvimos buenos amigos.
Uno de mis dos compañeros de trabajo iba a ser transferido, pero no tuve oportunidad de hablar con él. En su último día con nosotros, le pedí ansiosamente a Shifu que me diera una oportunidad de hablar con él. Cuando salí a caminar escuché que ese compañero de trabajo me decía: “Oye, escuché que practicas Falun Dafa. ¿Me hablas de eso?”. Me sorprendí tanto que casi lloré. Me escuchó con atención y renunció al partido.
Mis experiencias en una fábrica de cristales
Conseguí un trabajo en una fábrica de cristales templados como inspector de calidad. Pienso que, siendo discípulos de Dafa, nada de lo que nos sucede es una coincidencia.
Uno de los líderes de grupo en la fábrica era un oficial militar retirado que despidieron porque se había peleado con su superior. En la fábrica tenía fama de ser agresivo y tener mal temperamento. La primera vez que lo conocí me trató mal. Realicé el trabajo de inspección a sus productos, y señalé que una de las placas de vidrio era demasiado delgada y no cumplía con el estándar.
Se molestó: “He revisado cada placa. No debería de haber problemas. Esta pila tiene más de cien placas, y todas son del mismo tamaño. ¿Cómo puedes señalar una defectuosa meramente echándole un vistazo?”.
Le pedí que sacara la placa de la pila y midiera el grosor. Yo tenía razón, era 1 milímetro más delgada de lo que se requería. Se sorprendió.
En realidad ni siquiera sabía cómo usar las pinzas. No tengo ni idea de cómo pude encontrar la placa delgada. Sentí que Shifu me estaba ayudando.
La historia del acontecimiento se difundió por toda la fábrica y mis compañeros de trabajo comenzaron a tenerme respeto. Me llevaba bien con todos. El vicepresidente de la fábrica dijo: “Eres muy popular. Muchas personas me han dicho que cuando te ven se sienten felices y relajados. ¡Sigue con el buen trabajo!”.
Ya que practicamos Falun Dafa, nuestra energía es positiva y la gente puede sentirla. Shifu dijo: “la luz del fo ilumina todo y hace la moral armoniosa y pura” (Zhuan Falun).
Cada día recordaba que la razón por la que Shifu arregló que trabajara allí era para poder clarificar la verdad y despertar a la gente. Así que siempre que hablaba con un compañero de trabajo, enviaba pensamientos rectos para desintegrar cualquier cosa que pudiera bloquear y aceptar lo que le decía. También le pedía a Shifu que me diera sabiduría.
Un día cuando leía la revista “Minghui Semanal” en mi oficina, el presidente de la compañía entró y me vio. Se impactó y dijo: “¡¿Qué!? ¿Practicas Falun Dafa? Nadie tiene permitido practicar eso aquí. La policía los busca y los arresta por hacerlo. ¿Cómo te atreves?”.
Le sonreí calmadamente y le dije: “Señor, no se asuste, ¿Cuanto sabe usted sobre Falun Dafa? Si las mentiras que el partido comunista chino ha difundido en televisión son verdad. ¿Por qué hay tanta gente practicándolo? Falun Dafa se practica en más de 100 países. Debe usted ver la verdad y no escuchar la propaganda de la televisión”.
Replicó: “¡Mientes! Falun Dafa no se practica en 100 países. ¡Eso es imposible! ¿Quién te dijo eso?”.
Le mostré la revista. La leyó, incluyendo los artículos sobre la apelación del 25 de abril, sobre cómo Dafa se ha difundido, sobre la sustracción forzada de órganos a practicantes, y sobre cómo millones de chinos han renunciado al partido.
Luego le expliqué por qué mi familia apoya a Falun Dafa y sobre cómo se han beneficiado.
Se conmovió mucho y expresó: “Uno de mis familiares practica Falun Dafa. Usa la mayor parte de lo que gana para hacer materiales informativos que entrega a la gente. No entiendo por qué lo hace. Así que cuando me habla de Dafa, me niego a escucharle. Hoy me has contado mucho, y ahora lo entiendo”. Felizmente accedió a renunciar al partido.
El presidente me apoyó cuando comencé a aclarar la verdad a mis compañeros de trabajo. Docenas de personas en mi unidad de trabajo renunciaron al partido.
Mi zapatería
Hace tres años, con la ayuda de Shifu, abrí una zapatería. El negocio va bien. En dos años ya tenía unos cientos de clientes habituales. Mi madre y yo les hablamos de Falun Dafa y muchos renuncian al partido.
Tenemos buena reputación porque servimos con sinceridad a nuestros clientes, y siempre sigo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Muchas personas vienen a mi tienda desde lejos.
Una tarde una señora mayor vino a mi tienda pidiendo que le arregláramos el tacón de un zapato. Lo arreglé y le cobré 10 yuanes. Me dio un billete de 20 yuanes, y le regresé 10 billetes de un yuan. Muchas personas hacían fila para esperar. Luego de servirles, noté que la señora se quedó allí parada. Dijo que estaba esperando que le devolviera el cambio.
Le dije: “Le di 10 billetes de un yuan. La vi ponerlos en el bolsillo de su blusa. ¿Puede revisar?”.
Sacó un rollo de billetes y dijo: “Estos no me los dio usted. Esta mañana, mi hija me dio este dinero para tomar al autobús. ¿Cómo puede usted decir que son suyos?”.
No discutí e inmediatamente le di un billete de 10 yuanes. Se fue molesta.
Mi vecina estaba allí y lo vio todo. Dijo: “Vi que le diste el cambio. ¿Por qué le diste otro billete de 10 yuanes? Le reparaste el calzado y luego le diste dinero. ¿Qué clase de negocio es este?”.
Le respondí: “Soy practicante de Falun Dafa. Mi Shifu nos pide que consideremos a los demás primero. Es una señora anciana. Quizás tenga mala memoria y se confundió. Si no le hubiera dado el dinero se habría molestado. No vale la pena. Espero que esté feliz y saludable”.
Mi vecina se conmovió y dijo: “Los practicantes son tan buenos”.
Un par de días después, una señora mayor entró apurada a mi tienda, y me entregó una bolsa llena de calzado para que se los arreglara y un billete de 10 yuanes. Al mirarla con atención me di cuenta que era la misma anciana.
Me dijo: “Lamento lo del otro día. Me diste el cambio. Cuando llegué a casa encontré el rollo de billetes que me había dado mi hija sobre la mesa. Que bueno eres. No discutiste conmigo, y me arreglaste muy bien mi calzado. ¿Dónde puede uno encontrar a alguien como tú hoy en día? Se lo conté a mis hijos. No creyeron que gente tan buena todavía exista en esta sociedad. Me pidieron que trajéramos todos los zapatos de la casa que necesitaban reparaciones y lustrado para ayudarla en su negocio. De ahora en adelante solo vendremos a su tienda”.
He tenido muchas dificultades y he fallado muchas pruebas de cultivación. Siento que Shifu está conmigo en todo momento, observándome, guiándome, y ayudándome a romper con todos los bloqueos.
Sé que si me comparo con aquellos compañeros practicantes que se cultivan muy bien, tengo mucho que mejorar. Haré lo mejor posible, atesoraré el tiempo limitado que nos queda, y transitaré bien el resto del camino.
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Categoría: Caminos de cultivación