(Minghui.org) Nací en un área rural del noreste de China, con enfermedad del corazón, asma y muchos otras dolencias. Pasé mucho de mi tiempo en los hospitales, pero, ya que no podían brindarme ningún beneficio curativo, mis padres intentaron otros métodos para sanarme, y encargaron a monjes y curanderos que trataran mis afecciones. 

Sin embargo, mi salud siguió deteriorándose. A los cinco años desarrollé raquitismo. Ir a la escuela parecía un sueño inalcanzable. Con el paso del tiempo, incluso mis padres se cansaron de tener que lidiar con todos mis problemas. Lágrimas de desilusión y soledad corrían por mis mejillas constantemente. Cuando tenía siete años, me hospitalizaron en estado crítico. El dinero que mi padre ganaba como albañil estaba lejos de ser suficiente para cubrir los gastos médicos, por no hablar de que ya estaba muy endeudado. Un día, un médico me diagnosticó como incurable y le dijo a mi padre que fuera preparándose para mi funeral.

De camino a casa, mi padre, que me cargaba en su espalda, se acercó a un puente. Entonces, se preguntó: "Ya que tiene que morir, ¿por qué no la arrojo al río?". Acto seguido, lanzó un suspiro y se reprochó haber tenido esa idea: "Es mi hija, y debe morir en nuestra casa". Después de aquello, camino a casa, me recuperé milagrosamente.

En octubre de 1992, cuando tenía nueve años, me encontré de nuevo en estado crítico. Mis padres me dijeron: "¡Será mejor que termines con tu vida! Después de tu muerte, nosotros quedaremos libres y tú también te librarás del dolor. Ya que ahora estás discapacitada, sufrirás aún más cuando crezcas”. 

Con el corazón destrozado, sentí que ya no había ninguna razón para vivir en este mundo, así que hice un esfuerzo por llegar a un pozo desierto y salté dentro. Cuando caí al pozo, empecé a flotar... ¡No me hundía! Parecía como si alguien me estuviera sosteniendo. Un vecino de buen corazón me sacó del pozo. Más tarde les rogué a mis padres: "¡Déjenme sobrevivir! Otros pueden vivir 100 años: solo pido 40 años”. Mis padres me dieron la espalda y se marcharon sin mediar palabra.

Por fortuna, cuando tenía 16 años encontré Falun Dafa y mi vida se transformó. La primera vez que escuché las palabras "Falun Gong", me quedé atónita y un sentimiento de emoción y alegría llenó mi corazón. Pensé: "Ya que de todas maneras moriré en poco tiempo, haré todo lo posible para aprender esto lo mejor que pueda".

En el proceso de mi práctica en Falun Dafa, mis mejillas se tornaron rosadas, aprendí a leer y estudié el libro Zhuan Falun en soledad. Aunque de modo imperceptible al principio, mi espalda se enderezó gradualmente y todas mis otras enfermedades también desaparecieron. Me convertí en una hermosa joven. Mi transformación sorprendió a todos los que me conocían y se convirtió en un tema de conversación popular en mi pueblo. Muchas personas fueron testigos del poder de Dafa a través de los cambios que experimenté. En el 2000, la policía local me arrestó y torturó dos veces para intentar obligarme a dejar de practicar Falun Dafa. Les dije: “Debí haber muerto dos veces. Es Dafa lo que me salvó la vida. No dudaría en arriesgar mi vida para salvaguardar Dafa. Practicaré con determinación, ¡incluso si me golpean hasta matarme!".

¡Solo quería contarles a todos a través de mis experiencias que mi Maestro de Falun Dafa ha salvado a muchas personas que estaban tan desesperadas como yo lo estuve! ¡Ha renovado tantas vidas!

Nota: Aunque es ilegal que los padres obliguen a sus hijas a suicidarse, no es una situación rara en China. Especialmente en las áreas rurales, los padres aún valoran a los niños más que a las niñas. Además, debido a la cruel política de control de natalidad que imponía el gobierno chino, muchas niñas han sido abandonadas o incluso asesinadas por sus padres. Los campesinos en China no reciben asistencia del gobierno para sus gastos médicos, y la mayoría no están cubiertos por ningún tipo de seguro médico. Un campesino que padece una enfermedad grave, con frecuencia, solo puede esperar recuperarse solo o morir.

Nota del editor:
Publicado en el libro: Vida y esperanza renovadas: El poder curativo de Falun Dafa
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