(Minghui.org) Aprendí la práctica de Falun Gong unos días antes de que la persecución comenzara el 20 de julio de 1999. Debido a la tremenda presión que el PCCh inflige sobre la sociedad china, y los consecuentes conflictos que experimenté entre la familia y amigos, pasaron otros cuatro años antes de que comenzara verdaderamente a practicar Falun Gong.

Antes de comenzar a practicar, me encontré con una pequeña tirita de tela amarilla en la casa de un pariente que decía: “Falun Dafa está salvando a los seres conscientes”. Me sentí muy atraída a esto y lo colgué en mi negocio – una peluquería. Cuando mis clientes lo veían, me preguntaban si practicaba Falun Gong. Cuando decía que no, me preguntaban: “¿Por qué lo cuelgas ahí?”.

Les decía que no estaba realmente segura. Simplemente me gustaba. También me sentía protectora de Falun Dafa. Aunque me sentía inmutada cuando otros me criticaban, si alguien decía algo malo de Falun Gong, discutía con ellos ferozmente.

Mi cuerpo estaba lleno de enfermedades. Sin importar cuántos otros intentaban ayudarme o consolarme, no podían entender el dolor constante con el que vivía. Me deprimí y desesperé tanto que incluso pensaba en suicidarme. Pero como había leído los libros de Falun Dafa, sabía que este tipo de actos genera un enorme ye. Afortunadamente no lo hice.

Cuando realmente puse mi corazón en practicar Falun Dafa, en menos de un año, todos mis problemas de salud desaparecieron.

Como me beneficié tanto de Dafa, estaba ansiosa por compartir sus bondades con otros. Como estuve enferma desde niña, no recibí mucha educación. Me costaba leer algunos ideogramas chinos. Aunque mi educación era pobre, mi voluntad para salvar a la gente era fuerte. Aprovechaba cada oportunidad que tenía para contarles a mis clientes la verdad de Falun Dafa.

Paciencia e intervención divina

Una vez tuve un cliente que insistía que estaba más allá de la salvación. Le dije que si seguía viniendo a mi peluquería, lo ayudaría. Y lo hizo. Con el tiempo, le conté la verdad sobre Falun Gong y la persecución del PCCh. Llevó tres años, pero un día finalmente vio la verdad, renunció al PCCh y sus organizaciones. “¡Falun Dafa es Bueno!” exclamó felizmente. Le recordé que hace tres años, me había dicho que no podía ser salvado. “Todavía te acuerdas” dijo.

Yo le contesté: “Si entiendes la verdad de Dafa, y tomas responsabilidad por tu vida, serás salvado. Eso es seguro”.

Un muy conocido secretario del PCCh de la aldea también frecuentaba mi peluquería. Siempre que le aclaraba la verdad, se enfurecía y me discutía. Yo no renuncié. Le seguía explicando la verdad, y en mi corazón, realmente quería que tenga un mejor futuro. Gradualmente, poco a poco, comenzó a entender la verdad de Falun Gong, y la persecución. Finalmente, aceptó renunciar al PCCh.

Luego me contó una historia de intervención divina. Una noche, conduciendo su auto, viró repentinamente para evitar unos peatones y chocó con un árbol. El daño del auto fue enorme, y él estaba atrapado en el asiento por el volante que se había roto.

Salió gateando del auto, ¡sin un rasguño!

Los testigos del accidente estaban atónitos, ya que normalmente en este tipo de accidentes, las costillas se rompen. Dijo que Dafa lo protegió y estaba profundamente agradecido.

Una vida salvada por renunciar al PCCh

Este secretario del partido invitó a un grupo de trabajadores inmigrantes que contrató para que vengan a mi peluquería y hablen conmigo. Les expliqué con compasión por qué tenían que renunciar al PCCh. Diez de ellos aceptaron renunciar al partido, incluyendo un hombre de unos 40 años.

Días después, este trabajador regresó con amigos. Él les dijo que estuvo a punto de morir en un accidente, y me mostró las heridas en la parte trasera de su mano, que eran como quemaduras y cortes. Cuando le pregunté qué le pasó, compartió su historia:

Como electricista, él había trabajado arreglando transformadores por muchos años. Usualmente usaba zapatos con suela de goma para trabajar, pero el día del accidente se olvidó y se puso zapatos normales. Una bola de fuego de electricidad de alto voltaje salió del transformador y entró en su cuerpo, desde la parte trasera de su mano hasta la suela del pie. Lo derribó de la escalera, y se cayó al piso, inconsciente.

Cuando volvió en sí, la única herida que sufrió fue la quemadura en la mano. Sus colegas y testigos estaba estremecidos, porque semejante voltaje normalmente es fatal.

Con la frente en alto

Alrededor de 2006, una pareja de ancianos vino a mi peluquería. Eran chinos coreanos y estaban en sus 70 años. La señora estaba tan encorvada que cuando se sentó en la silla, quedó a 90 grados sola. Mientras le cortaba el pelo, le contaba sobre Falun Dafa y renunciar al PCCh, a ambos.

El esposo gritó: “¿Acaso esto no es superstición?”. Ajusté mi voz y hablé con la señora en voz baja. “Abuela, tengo una relación predestinada contigo, y realmente quiero que tengas un buen futuro.

“Cuando te uniste al PCCh, o alguna de sus organizaciones, diste tu vida por ellos, y hiciste una promesa de dar tu vida. Mientras que tu juventud ahora ha pasado, debes mantener tu vida para ti. No podemos ser chivos expiatorios del PCCh”.

Ella me describió el intenso dolor de su espalda baja. Le dije que era por el veneno del comunismo en su cuerpo. Dije: “La gente se engaña entre si por dinero o mujeres, pero nadie estafa a otro deseándole bendiciones y una vida segura”. Le dije que podía confiar en mí. “Te deseo un futuro brillante y seguro. Eso es todo lo que quiero”.

Me dijo que solía ser miembro del PCCh. Le ofrecí ayuda para renunciar al partido usando un alias, “a salvo”. Aceptó a eso. Luego le pedí que recitara silenciosamente: “Falun Dafa es bueno; Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”. Dijo que lo haría.

Un mes después, la pareja regresó. Aunque reconocí inmediatamente a la señora, lo que estaba parado frente a mí era una señora alegre, derecha con 1.70 metros de altura. Ella se dio cuenta de mi asombro. “Una mañana, cuando no podía soportar más el dolor en mi espalda –incluso después de haber tomado un montón de medicamentos– de repente me acordé de las frases que me enseñaste.

“Me olvidé las palabras exactas, pero recordé la parte de Falun Gong, y grité ‘¡Falun Gong es bueno!’. De repente escuché un ruido en mi espalda, y ¡el dolor se fue! Me podía parar derecha”. Me pidió ansiosamente un amuleto de Falun Dafa y me dijo que siempre volvería a mi peluquería para hacerse teñir el pelo.

Liberado de un futi

Un hombre mayor visitó mi peluquería. No hablaba y tenía un aspecto opaco. Apenas terminaba de cortarle el pelo, me pagaba y se iba. Un día saqué una conversación, y me contó que tenía un montón de problemas. Muchas veces pasaba días sin poder comer, y la gente le tenía miedo cuando lo veía. Después de gastar miles de yuanes en hospitales, los médicos no sabían qué causaba su estado.

A mí me pareció que estaba poseído por un futi.

Le expliqué calmadamente la verdad de Falun Dafa y la necesidad de renunciar al PCCh. Le dije que recite “Falun Dafa es bueno; Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”.

También le di un amuleto de Dafa. Se quedó mirándolo, queriendo aceptarlo, pero tenía miedo. “¿Eres realmente tú quien tiene miedo?”. Le pregunté. “Usted es un hombre maduro. ¿Por qué duda? ¿De qué tienes miedo? Si lo usas, ¡serás protegido!”. Tomó aire y finalmente, con gran esfuerzo, se lo puso.

Regresó al día siguiente, muy emocionado. Me dijo que justo después de salir, después de dar solo unos pasos, comenzó a sentir hambre. Compró un pescado grande, fue a casa, lo cocinó y se lo comió. Su esposa le preguntó cómo se había recuperado tan rápidamente, y él le mostró el amuleto de Dafa.

Cuando ella le preguntó de dónde lo había sacado, él contestó: “Solo recuerda esto: ¡Es Falun Dafa que me curó!”.

Yo también estaba muy contenta. ¡Se salvó! Además, incluso no siendo practicante sabía que tenía que considerar la seguridad de otros y desde entonces siempre usa el pendiente. Cuando mostraba signos de desgaste, hacía un viaje especial para verme y reemplazarlo con uno nuevo.

Y hubo más. En otra visita para cortarse el pelo, me contó que mientras transportaba granos a Harbin, casi se cae a un precipicio con su camión. Justo antes de caer logró detenerlo, salvándose él mismo y otras cinco personas.

Le pregunté: “¿Recitaste ‘Falun Dafa es bueno’?”: “¡Lo hice!”, dijo en voz baja. “Si no, hubiera caído al precipicio y hubiera quedado aplastado con el camión”.