(Minghui.org) Conocí al Sr. Wang a fines de 1999, cuando fui detenida por negarme a renunciar a Falun Dafa, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino. Él era guardia en el centro de detención local, y tuve muchas oportunidades de interactuar con él.

Como el partido comunista les ha lavado el cerebro con propaganda, muchos guardias responsables de vigilarnos, nos trataban muy mal. Muchas veces nos gritaban. Nevaba y hacía mucho frío en el invierno cuando uno de ellos gritó: “¡Que se saquen los abrigos! ¿No quieren hacer los ejercicios? ¡A ver si todavía quieren, si no, no les damos nada de comer y los dejamos afuera toda la noche!”.

Mientras ellos gritaban, otro guardia, el Sr. Wang vino. “Por favor, no hagan eso. Ellos son buenas personas”, dijo. Como el Sr. Wang era su colega, los otros guardias no dijeron nada.

Después de interactuar con nosotros por un rato, los guardias se dieron cuenta que no teníamos nada que ver con la descripción de los medios del PCCh. Nuestra bondad los conmovió. Algunos de ellos se hicieron amigos. Sin embargo, a veces eran presionados por las autoridades y tenían que actuar cada tanto. Una vez me encerraron en una celda de confinamiento solitario y mi acceso al baño era restringido. El Sr. Wang se había ido en ese momento. Cuando regresó, yo ya había sido liberada de la celda. Sentí pena de que no pudo protegerme mientras estuvo afuera.

Mi detención ilegal trajo enorme estrés a mi esposo y afectó su trabajo. Cuando regresaba a casa, vio a nuestro hijo de seis años esperando afuera del edificio solo, esperando que él regrese de trabajar. Afligido por la familia y otros, comenzó a enojarse conmigo. Un día, perdió su lucidez. Fue al centro de detención y comenzó a patearme y golpearme. El Sr. Wang lo detuvo justo cuando me estaba por golpear en la espalda, lo que me habría causado una herida seria.

Cuando el Sr. Wang estaba de servicio, muchas veces traía a su nieto de cuatro años de edad y jugábamos juntos. Otro practicante una vez le dio al niño una insignia de Falun Dafa que tenía escondida. El Sr. Wang agarró la insignia en su mano y dijo: “Esto es algo bueno. Esto es algo bueno”.

Estuvimos detenidas allí por largo tiempo. Justo antes del festival de Qingming, el Sr. Wang dijo: “Me aseguraré de que en estas fiestas tengan unos dumplings”. Trajo todos los ingredientes de su casa y los preparó para nosotras.

Cuando luego nos enviaron a un campo de trabajo forzado, el Sr. Wang fue a visitar a mi hijo y a mis ancianos padres”. Una vez, la hija del Sr. Wang fue de viaje de negocios a una ciudad donde yo estaba detenida, y él le pidió a su esposa que fuera con él y se hiciera pasar por mi “suegra” para que me pudiera visitar en el campo de trabajo forzado.

El Sr. Wang trata a los practicantes de Dafa con bondad y nos ha apoyado desde que comenzó la persecución. Incluso ahora, cuando salgo a aclarar la verdad, muchas veces lo veo. Acepta lo que tengo en mano y les dice a los que pasan: “Esto es genial. Los leo seguido. Cada vez que lo hago, tengo un entendimiento más profundo, así que los sigo leyendo”. Sus comentarios hacen que más gente se quieran llevar información y leerla.

La bondad del Sr. Wang es una bendición. A todos sus hijos les va muy bien. algunas veces nos ayudan a repartir información sobre Falun Gong y les aconseja a sus amigos que los lean para entender verdaderamente. Un año, cuando el Sr. Wang estaba muy enfermo, muchas personas pensaron que no se recuperaría. Pero lo hizo y ahora está mas saludable que antes.