(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa en 1996. En aquel entonces padecía muchas enfermedades. Aparecí en un sitio de práctica como por casualidad. Cuando llegué, sentí un fuerte deseo de quedarme y aprender lo que aquella gente practicaba.

Después de regresar a casa, sentía todo mi cuerpo ligero y muy cómodo. Comencé a asistir todos los días. Después de practicar un corto periodo de tiempo noté que había cambiado mucho. Ya no tenía ninguna enfermedad y mi esposo me comentó que se me veía más joven. Esto me animó mucho. Sabía que Falun Dafa era algo increíble y decidí seguir cultivándome. Ahora tengo 81 años.

Accidente en bicicleta

Una tarde de julio, tres años atrás, me dirigí en bicicleta a la casa de un practicante para recoger algunos materiales informativos de Falun Dafa. En el camino, alguien que conducía una bicicleta eléctrica me golpeó con fuerza por detrás. Nos encontrábamos cruzando un puente. El choque me arrojó contra un murete de piedra. La bicicleta eléctrica también me cayó encima. Si no hubiera sido por el murete, habría caído al río y me habría ahogado.

Mi primer pensamiento después de recobrar la conciencia fue: "Soy una practicante de Falun Dafa y estoy bien". La persona que me golpeó tenía unos 50 años. Se encontraba estupefacta. Algunos de los espectadores le decían que me ayudara a levantarme y que me llevara al hospital.

Se acercó para ayudarme a ponerme de pie. Le dije: "Gracias, pero no necesito ayuda, puedo levantarme sola".

Me moví lentamente y mientras respiraba profundamente, usé mis codos para apoyarme y sentarme. Estiré mis piernas y comprobé que podía moverlas con facilidad. Noté que mis pantalones se habían roto. La señora que chocó conmigo se ofreció a ayudarme a levantarme, pero la saludé amablemente y le dije que podía levantarme sin ayuda.

Se quedó cerca de mi, dispuesta a ayudarme en lo que fuera. Los espectadores comenzaron a hablar de nuevo: "Ahora parece estar bien, pero después ¿quién sabe? Podría tener una conmoción cerebral o lesiones internas. Ha sufrido heridas y está sangrando". Alguien opinó: "Vaya a hacerse un chequeo en el hospital. La conductora de la otra bicicleta lo pagará. Fuimos testigos de todo, el accidente no fue culpa suya".

Poco a poco me levanté y expliqué: "Gracias por preocuparse. Soy una practicante de Falun Dafa. Me pondré bien".

Me sentía bien y seguía sintiendo la protección del Maestro, lo cual agradecía mucho. La señora que me atropelló me preguntó otra vez si quería ir al hospital. Le respondí: "No necesito ir al hospital. Supongo que tenía prisa por llegar a algún sitio, así que váyase".

Me ofreció dinero, pero también lo rechacé con firmeza.

Los espectadores comenzaron a charlar de nuevo. Escuché cosas como: "La gente que practica Falun Dafa es extraordinaria. Si esto le hubiera pasado a alguien más, no se habrían comportado de esta manera en absoluto. Aquellos que practican Falun Dafa están verdaderamente bajo la protección de su Maestro. Pudo haber caído al río. La propaganda sobre Falun Dafa que sale en la televisión es un puro despropósito".

Entonces recordé que aquello me brinda la oportunidad de aclararle la verdad a la señora. Le pregunté: "¿Es miembro del partido?".  "Me uní a la liga juvenil", contestó. Entonces le conté que debía renunciar para ponerse a salvo.

"Seguro. Lo haré", indicó. "Creo lo que me ha dicho. He presenciado, en primera persona, la bondad de Falun Dafa. Sé que es bueno, ¡lo creo!".

Como mi bicicleta seguía funcionando seguí mi camino y recogí los materiales.

Una visita sorpresa

Después de que mi esposo y yo terminamos de cenar esa noche, sonó el timbre, alguien llamaba a la puerta. Allí estaba parada la señora con la que tuve el accidente, y a su lado había un joven. Me sorprendió verlos.

Me presentó al joven, era su hijo. Era el subjefe de nuestra comisaría local. Le había contado a su hijo lo que le había pasado ese día. Él se conmovió. Me dijeron que habían venido a darme las gracias.

Sabía que esta también era una buena oportunidad para aclararle la verdad al joven oficial de policía. Charlamos un rato y me confesó que estaba familiarizado con algunos practicantes de la zona. Se conmovió tanto al escuchar la historia de su madre que descubrió que lo habían engañado. También comprendió que había actuado mal al no haber tratado bien a otros practicantes con anterioridad. Luego me pidió que lo ayudara a abandonar al partido comunista chino. Afirmó que a partir de ese momento empezaría a comportarse mejor.

Lloré de emoción después de escuchar sus palabras.