(Minghui.org) Hace 17 años, antes de conocer a Falun Dafa, tenía una vida normal. Fui a la escuela cuando era joven y luego serví en el ejército (que es obligatorio en mi país) como todos los demás. A veces trabajaba en relación de dependencia, y otras veces tenía mi propio negocio. También soy esposa y madre.

Sin embargo, siento que mi vida comenzó en el momento en que decidí ser practicante de Falun Dafa. Tenía 50 años en ese momento. Antes de eso, siempre pensé qué bueno sería si no existieran los problemas. No entendía por qué las cosas no salían como yo quería, y no tenía ni idea del propósito de la vida. No conseguí lo que se suponía que debía lograr en este mundo. Entonces, me dije, la vida que vivo no puede ser la totalidad de mi existencia. Me di cuenta de que la gente que me rodeaba no se veían satisfechas y tranquilas a pesar de tener buenos trabajos, familias, dinero y poder. Cada vez que alcanzaban una meta, tenían que establecer otra para que su vida tuviera sentido.

Dos años antes de empezar a practicar Falun Dafa, me diagnosticaron con el peor caso de la enfermedad de Hodgkin (EH), un tipo de cáncer linfático. Me desmayaba si trataba de ponerme de pie. No tenía apetito y perdí mucho peso. El dolor era tan intenso que no podía dormir por la noche.

Mi cabello se cayó después de varios meses de quimioterapia. Mi cara se puso pálida y todo mi cuerpo se arrugaba. Carecía de fuerzas y casi dejé de comer. Solo pensaba en cosas negativas. Postrada en cama durante diez meses, no veía esperanza alguna.

Al fin del tratamiento de quimioterapia, los estudios no mostraron células cancerígenas en mi cuerpo. Yo estaba cansada, débil y no podía subir el más pequeño escalón. Tenía un alarmante y avanzado nivel de osteoporosis. No sabía qué hacer, a pesar de que había vencido el cáncer.

Leí sobre Falun Dafa en un diario unos meses después y fui al sitio de práctica, por la enseñanza gratuita de los ejercicios. Cuando hice por primera vez los ejercicios, me dolió mucho el cuerpo, me mordí los labios y seguí haciéndolos. Usé una almohada para apoyar mi espalda durante la meditación. Sentí que las articulaciones me quemaban y tuve que parar unos minutos para calmar el dolor.

A pesar del dolor, pude enderezar mi hombro después del primer intento de hacer los ejercicios. Esto me motivó a seguir adelante. El practicante que me enseñó era profesor de neurociencias y junto a su esposa abrieron su casa para ofrecer las enseñanzas gratuitas de los ejercicios de Falun Dafa. Sentí en mi corazón que esta disciplina era buena para mí, así que seguí practicándola.

No fue fácil leer Zhuan Falun, las enseñanzas principales de Falun Dafa. La primera vez que lo leí, me pareció interesante pero común. Leía unas páginas antes de acostarme cada noche. Vi que el libro respondía a algunas de las preguntas que tenía sobre la vida. En ese entonces mi comprensión sobre la cultivación era superficial. Tuve muchos problemas, pero no me daba cuenta de que eran oportunidades para cultivarme de acuerdo a los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Me acuerdo de una mañana, mientras lavaba los platos y pensaba al mismo tiempo en cómo debería cultivarme. Tuve tantos pensamientos extraños que casi me vuelven loca. Lloré y me dije: "No debería llamarme practicante de Falun Dafa si no puedo entender lo que es la cultivación".

Continué llorando, pero entonces un pensamiento vino a mi mente "espera un segundo, Verdad - Benevolencia - Tolerancia, son muy importantes para mí y siempre he tratado de vivir según estos principios. Quizás no pueda llamarme practicante de Falun Dafa aún, pero seguiré sus enseñanzas".

Me tranquilicé y decidí cultivarme sin tratar de pensar si merecía llamarme practicante de Falun Dafa.

En los años siguientes, continué estudiando Zhuan Falun y otras enseñanzas del Maestro Li. También compartía mis entendimientos con otros practicantes. Poco a poco fui entendiendo los principios del Fa del universo y vi que las cosas que leía en Zhuan Falun se validaban una tras otra en mi vida. Mi cuerpo comenzó a mejorar y a sanar. Me sentía saludable y fuerte y dejé los medicamentos. A veces perdía el autobús y no me era problema caminar una hora de regreso a casa. No me sentía cansada en absoluto.

Al principio no sabía cómo explicarles qué era Falun Dafa a mi familia, ellos sabían que solo hacia los ejercicios. Poco a poco supe que debía contarles, a mi familia y amigos, sobre Falun Dafa para que ellos también sean beneficiados. Mi hermana asistió a un taller de nueve días y adoptó los principios de Dafa para su vida. También puse un sitio de práctica de los ejercicios en grupo e invité a gente que sabía que tenía que ayudar.

Con la guía de Falun Dafa, fui capaz de manejar diversas situaciones y conflictos interpersonales. Ya no era una carga para mi familia y me veían como una inspiración. Se quedaron asombrados al verme más saludable y feliz.

Ahora tengo casi 67 años, estoy mejor que nunca en mi vida. No tengo dudas de que estoy en el mejor camino. Esta disciplina puede ayudar a las personas a enmendar sus errores y mejorarlos a ellos y a su entorno. Creo que este es el camino que da sentido y propósito a nuestra vida en el mundo.