(Minghui.org) Cuando encontré Falun Dafa, hace unos 18 años, mi situación no era equilibrada, me sentía alterada tanto física como mentalmente. Desde aquel entonces me he beneficiado enormemente de la práctica en muchos y diferentes aspectos de mi vida. Me gustaría compartir cómo las enseñanzas de Dafa respondieron todas mis preguntas sobre el verdadero significado de la vida.

La persecución a Falun Dafa comenzó algunos meses antes de encontrar la práctica, y la noticia de su prohibición me brindó una impresión sesgada de que los practicantes de Falun Dafa eran un grupo que seguía alguna especie de agenda política. Por mi parte, no tenía ningún deseo de involucrarme en asuntos políticos.

Este malentendido, sin embargo, se disipó gradualmente a medida que continué estudiando las enseñanzas de Falun Dafa. Acabé por descubrir que los practicantes de Falun Dafa no solo no tenían ninguna intención política, sino que jamás participaban en actividad política alguna. Tampoco, recurrían a medios políticos para resistir la represión, porque su objetivo no era de salvarse a sí mismos, sino salvar a los involucrados en la persecución y a los engañados por la propaganda del PCCh que se oponían a la práctica.

Igual que mucha otra gente afronté bastantes desafíos durante la vida, antes de aprender Falun Dafa. Leí muchos libros, incluyendo compendios de psicología, para tratar de encontrar respuestas a mis preguntas y aclarar mis ideas confusas sobre la vida. También probé otros medios. A veces me perdía en la naturaleza y escuchaba música con el propósito de mantener alejada mi alma de la contaminación de la sociedad, y mejorar. También comparaba tanto mi propio comportamiento como el de otras personas con las enseñanzas que leía en algunos libros o las citas que recolectaba de gente conocida.

Poseía muchas ambiciones y metas en mi mente, y trabajé duro para alcanzarlas. Mi ansiedad por buscar respuestas disminuía cuando, ocasionalmente, lograba algo que me hacía sentir satisfecha y orgullosa de mí misma. Pero no siempre alcanzaba el éxito ya que me enfrentaba a desafíos cada vez mayores. Me molestaba tener que luchar para pertenecer a la sociedad.

El Maestro enseñó:

"Yo digo que hoy ya no se sabe distinguir lo bueno de lo malo, y si uno le dice a alguien que está haciendo algo malo, él no te cree. Debido a que el nivel moral de la humanidad ha sufrido un cambio, algunas personas no hacen más que perseguir beneficios materiales y, con tal de conseguir dinero, se atreven a hacer cualquier cosa. Que el Cielo y la Tierra destruyen a quienes no cuidan de sus propios intereses, ¡incluso se ha convertido en un lema!" (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Sentía impotencia ante la injusticia, y también resentimiento hacia aquellos que me impedían avanzar en la sociedad. Sentía decepción, miedo del futuro e injusticia la mayor parte del tiempo. Pensaba que solo cambiando a los que me rodeaban, no a mí, podría crearme un entorno mejor.

Desde mi punto de vista, el ambiente que me rodeaba estaba lleno de controversia, duplicidad y repetición, y yo vagaba en el buscando la verdad de la existencia. A veces me sentía tan cansada de las cosas cotidianas que me parecían carentes de sentido. En lo más profundo de mi corazón, sabía que la verdadera vida no se relacionaba con aquello que experimentaba. Debía haber un significado más profundo... Pero no acertaba a comprender que podría ser.

Estas preguntas se hicieron más evidentes cuando empecé a trabajar como enfermera tras graduarme en la universidad. El entorno del hospital me proporcionó una visión diferente de la vida. Cuando atendía a pacientes moribundos o con graves problemas físicos y mentales, me preguntaba por qué motivo sufrían aquel destino, al mismo tiempo que me aterrorizaba pensar que algún día me encontraría con problemas de salud similares. También me entristecía el no poder ayudarlos.

Aunque escuché a algunos mayores decir que el mundo es un lugar donde se pagan las deudas del ye (kármicas), no alcanzaba a comprenderlo profundamente, porque entraba en contradicción con lo que creía en aquel momento. Mucha gente, que había cometido crímenes imperdonables, no recibió ningún tipo de retribución kármica. En cambio, personas inocentes sufrían problemas físicos y mentales. Una pregunta me inquietaba: ¿Por qué la gente tenía vidas y destinos tan drásticamente diferentes?

Observaba cómo algunos jóvenes, con muchas ganas de vivir, morían víctimas de accidentes o enfermedades. También había otros que pese a desear morir, la muerte no se ocupaba de ellos.

En una ocasión me topé con un hombre que había abandonado el mundo secular en su juventud y vivía en la soledad del bosque. Aunque rezaba a su creador todos los días, al llegar a la vejez enfermó de cáncer de estómago.

También había niños que nacían con discapacidades o graves problemas de salud. Siempre me pregunté si Dios se encargaba de castigar a aquellas vidas tan inocentes, que no habían cometido crimen alguno.

Además, me surgían preguntas sobre muchos de los eventos que estaban ocurriendo en el mundo. Por qué la gente de todo el mundo no poseía principios universales que seguir. ¿Por qué trataban de usar la religión, el género, el color de la piel o la raza para demostrar ser superiores? ¿Por qué la gente se mataba entre sí para lograr sus objetivos?

Cuando atestiguaba tragedias tales como guerras, inundaciones o terremotos, me preguntaba por qué Dios permitía que sucedieran siendo tan misericordioso. Tal como yo lo veía, tanto los inocentes como los pecadores acababan convirtiéndose en víctimas. En el fondo de mi corazón, reconocía que Dios era justo, pero era incapaz de entender lo que pasaba a mi alrededor. No presencié el menor atisbo de justicia en las cosas. Esto realmente me desconcertó, y no pude superarlo.

Sentí que nadie podía escapar del ciclo del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte: que la vida no tenía sentido. Era como un movimiento cíclico absurdo y delirante. Si la vida terminaba donde comenzaba, en primer lugar, ¿qué sentido tenía la vida? De todos modos, parecía que no teníamos otra opción que pasar por este ciclo.

Con el avance de la tecnología, más y más plataformas han facilitado y mejorado la comunicación entre las personas. Me desconcertaba comprobar que, todavía, mucha gente se sentía sola. Asistían a fiestas o se casaban para aliviar su soledad. Pero, aun así, se sentían solos.

Las cosas cambiaron después de que empecé a practicar Falun Dafa. Al estudiar las enseñanzas, especialmente las secciones sobre las características del cosmos, pude encontrar respuestas a mis preguntas sobre el verdadero significado de la vida. Más importante aún, descubrí el secreto de la creación, que era un concepto abstracto para mí. Llegué a comprender que hay altos estándares morales para las personas y pude experimentar la vida con un sentido claro y un propósito.

El Maestro dijo:

“Un ser humano tiene un cuerpo de materia, pero el mero cuerpo de materia aun no constituye un ser humano completo, todavía hay que tener temperamento, carácter, particularidades y la existencia del espíritu primordial del hombre para poder construir una persona completa e independiente, que porta una personalidad propia. Este universo nuestro es igual, tiene tanto la galaxia de la Vía Láctea como otras galaxias, también tiene vidas y agua; los millares de cosas dentro de este universo son un aspecto de su existencia material, pero al mismo tiempo también existe en ellos la característica Zhen-Shan-Ren. Las partículas microscópicas de cualquier materia contienen este tipo de característica, incluso las partículas extremadamente diminutas la contienen” (Primera Lección,  Zhuan Falun).

“Decimos que no importa cuán grandes sean los cambios que ocurran en el estándar moral de la humanidad, la característica de este universo, Zhen-Shan-Ren, jamás cambia (...) este es el único parámetro para evaluar si una persona es buena o mala” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Dafa me abrió una gran puerta. He llegado a una comprensión más profunda de la característica del universo al seguir los principios de Dafa: "Verdad-Benevolencia-Tolerancia".

A través de mi cultivación en Dafa, llegué a comprender cómo trascender el ciclo del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Si una persona no entiende la característica del universo y se aleja de ella, queda confinada a este ciclo.

Me di cuenta de que el mundo humano es un lugar de ilusión. Aunque la gente aparenta ir en busca de ganancias materiales, en el fondo están buscando sus verdaderos hogares y desean regresar a su verdadero ser. Solo entendiendo el verdadero significado de la vida y fijándonos objetivos claros, podremos alcanzar nuestro propósito. Sabemos que cultivarnos en este mundo humano es la única manera de volver a nuestro verdadero yo.

Agradezco al Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Dafa, que me facilitara las herramientas y las soluciones para resolver mis problemas. Una de estas herramientas clave es "mirar hacia dentro".

Solo logro "mirar hacia adentro" e identificar mis defectos para superarlos, cuando encuentro conflictos en el mundo humano. Sé que solo puedo cambiarme a mí; no a los demás. Por tanto, ya no culpabilizo a los demás de las situaciones, ni tampoco me dejo ofender. Estoy disfrutando de una vida sin estrés.