(Minghui.org) Mi marido y yo somos gente honesta y todo lo hacemos de una manera humilde. Pero, durante bastante tiempo, el destino no nos trató bien. En particular, nuestras familias nos trataron con dureza. Estaba muy angustiada y como resultado sufría de depresión.

Mi padre y mi madrastra tenían un buen negocio, una guardería para niños en la ciudad y obtuvieron buenos ingresos. Cuando mi padre falleció, mis hermanos y hermanas quisieron la herencia sin darle nada a nuestra madrastra. No creí que eso fuera correcto. Ella había trabajado duro junto con mi padre para acumular dicha fortuna. Debía darles su parte. Ellos pensaron que yo era una tonta y me trataron injustamente. A pesar de la presión, ayudé a mi madrastra y obtuvo lo que merecía. Sin embargo, yo no recibí mi parte. No me hablaban y estaban enojados conmigo.

Cuando mis suegros fallecieron, las hermanas y hermanos de mi marido compartieron su herencia, pero no nos dieron nada; en su lugar nos sacaron de la casa.

Pronto abrí un almacén de granos y aceite. En mayo de 1997, no tenía suficiente harina. Una persona del mismo ramo me preguntó si podía darle un poco, por lo que le vendí cincuenta bolsas al por mayor. Estaba muy conmovida. Su madre practicaba Falun Dafa. Me la presentó y me dio el libro de Zhuan Falun.

Lo abrí  y vi brillar cada palabra; las que tomaron la imagen de un Fo con cabello azul usando una túnica amarilla. Había decenas de miles de Fo capa por capa. Fue entonces cuando decidí practicar Falun Dafa.

No sabía dónde podía encontrar un sitio de práctica y aprender los ejercicios. Un día fui a un parque a ver si alguien practicaba allí. Una anciana me dijo que camine por un pequeño sendero. Luego vi a un hombre joven alto y guapo junto a un lago. Me miró y se escapó. Lo seguí y corrí un largo trecho hacia un gran sitio donde cientos de personas estaban practicando. Busqué al joven después de terminar los ejercicios pero no pude encontrarlo.

Llegué a casa y abrí   Zhuan Falun. Cuando vi la foto del Maestro Li (el Fundador), noté que el hombre joven en el parque era el Maestro. El fashen (cuerpo de Fa) del Maestro me había llevado al sitio de práctica. Estaba abrumada y con lágrimas en los ojos.

Falun Dafa enseña a los practicantes a ser buenos con los demás. Por lo que supe que tenía que escuchar al Maestro Li, y aunque mis hermanas y hermanos me consideraban su enemigo, yo debía disolver su odio con compasión.

Fui a ver a mi hermana mayor y le llevé regalos. Ella me maldijo e incluso me golpeó, sin embargo, me quedé tranquila y no dije nada. Traté de calmarla, pero no me escuchó y me echó  de la casa. Fui a verla dos veces y  me trató de la misma manera en ambas ocasiones. Esto no me desanimó. Yo creía en el poder de Falun Dafa y que ella se eventualmente se conmovería.

Fui a verla por cuarta vez con los regalos. Finalmente cambió su actitud y me trató bien. Los principios de Falun Dafa de Verdad-Benevolencia-Tolerancia cerraron la insuperable brecha entre mis hermanos y yo.

Tanto a mis otras hermanas y hermanos, así como a los de mi esposo, los ayudé cuando estaban en dificultades. Fueron conmovidos por mi bondad. Ahora me tratan bien.

Cuando  se topaban con tribulaciones, con mi esposo siempre los auxiliamos. Nuestros hijos no nos entendían. Pensaban que no teníamos nada que ver con ellos, porque nos habían intimidado demasiado en el pasado. Les dije que como practicante de Falun Dafa, debía tener la habilidad de ser buena con cualquiera, y mucho más con mis parientes.

Ahora me llevo bien con todos mis familiares, tanto de mi parte como de la de mi esposo. Ellos han sido testigos de la magnificencia de Falun Dafa, lo respetan y también al Maestro Li. A su vez, todos renunciaron al partido comunista chino y a sus organizaciones afiliadas. Mi hermana menor incluso comenzó a practicar Falun Dafa.