(Minghui.org) Soy una mujer de 74 años. Solía tener severas alergias. A pesar que era médica también sufrí de asma relacionado con alergia, enfermedad cardíaca y colitis.

Afortunadamente, en julio de 1995 comencé a practicar Falun Dafa. En pocos días, mi cuerpo fue limpiado y todas mis enfermedades desaparecieron. Ninguna palabra puede expresar mi gratitud al Maestro y a Falun Dafa.

Además, Falun Dafa purificó mi corazón, elevó mi espíritu y cambió mi perspectiva de la vida. He estado firme cultivando Falun Dafa en los últimos 23 años. También, en todo este tiempo, fui testigo del extraordinario poder de Falun Dafa.

Una luz en la oscuridad

En una noche de verano de 2008, varios practicantes y yo fuimos a una zona rural a colocar carteles de Falun Dafa. Yo tenía un bolso lleno de carteles amarillos. Un joven practicante dijo con emoción: “¡Luz!”. Vi que cada una de las pancartas emitía una luz suave y plateada.

Fuimos en bicicleta a nuestros destinos, los que estaban a más de un kilómetro y medio de distancia. Los caminos en el campo eran estrechos e irregulares, por lo que algunas veces tuve que caminar. Después de un rato el joven practicante comentó: “El sendero adelante es mejor, podrás ir en bicicleta”.

Tan pronto como me subí, a dos o tres metros una luz brillaba frente a mí. Pensé que eran las luces de un auto detrás de nosotros. Comenté que había un vehículo y que necesitábamos dejarlo pasar. Esperamos un momento pero no había ninguno.

¡Qué extraño! Miré hacia arriba y el cielo estaba oscuro. De repente recordé que era el Maestro cuidándome. Estaba alumbrándome con una luz, la que me acompañó durante todo el camino hasta mi hogar.

Obteneniendo un viaje en automóvil

Muchos practicantes de Falun Dafa fueron detenidos en campos de trabajo forzado. Nuestros practicantes locales enviaban fuertes pensamientos rectos en las proximidades de estos lugares.

Una vez otro practicante y yo tomamos un autobús a mediados del verano. Nos sentamos cerca de un maizal a enviar fuertes pensamientos rectos. Los tallos de maíz estaban muy compactados y bloqueaban el viento. Había muchos mosquitos, pero no nos importó. Al momento que caminamos fuera del maizal, eran más de la 9 p. m. y estaba completamente oscuro. Los autobuses ya no transitaban y estábamos a más de 30 kilómetros de casa.

“¿Qué vamos a hacer?”, preguntó el otro practicante.

“No te preocupes, el Maestro tiene un plan para nosotros”, le respondí.

Los dos, ambos de más de sesenta años, caminamos en la oscuridad sosteniéndonos el uno al otro. Después de unos pocos minutos, un auto se detuvo junto a nosotros. El conductor preguntó si necesitábamos que nos llevara. De inmediato dije que sí.

Solo nos pidió 8 yuanes para llevarnos hasta la ciudad, cuando un boleto cuesta 6 yuanes por persona. Parecía que el auto fue arreglado solo para nosotros. En el camino le contamos al conductor sobre Falun Dafa. Con la ayuda del Maestro, regresamos seguros a casa.

Escapando de un accidente

Una vez, una practicante y yo fuimos en bicicleta a visitar a otro practicante. Cuando llegamos a la línea para bicicletas y peatones, un automóvil llegó hasta mí por detrás contra las reglas de tránsito.

Anduve tan cerca como pude por un costado del puente, pero no había lugar para detenerme o evitar el coche. El auto me chocó. Me puse un poco nerviosa y recité en mi corazón: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". El coche seguía hacia adelante chocando contra mí.

No tuve otra opción más que continuar. Cuando el vehículo se topó con mi manubrio, la bicicleta comenzó a balancearse. Después de pasarme se apartó. El conductor miró hacia atrás y al ver que yo seguía en mi bicicleta se marchó rápidamente. Entonces me dije de mantener la calma porque el Maestro me estaba protegiendo.

La otra practicante manifestó que había visto lo sucedido. "¡Tenía tanto miedo por ti! Agradécele al Maestro rápidamente". Después de eso creí con más firmeza en el Maestro y en Dafa.

Desastre evitado

Un día en febrero de 2016, olvidé apagar la cocina cuando fui a recoger a mi nieta del colegio. Después de la escuela, quería que le revisaran los ojos, fui con ella e hice algunas compras por el camino. Dos horas más tarde de repente recordé que la cocina aún estaba encendida. Entonces grité: "¡Maestro, por favor, ayúdame!".

Dejé a mi nieta en la óptica y fui a casa tan rápido como pude. Los vecinos se sorprendieron al verme correr, pero no tenía tiempo de explicar.

Cuando abrí la puerta, humo negro y olor a quemado llenaron el aire. Corrí y apagué la cocina. Hubiera sido un desastre si el tanque de propano explotaba. Llorando le di las gracias a la Maestro por prevenir un terrible desastre.