(Minghui.org) Fui sentenciado a diez años de prisión por practicar Falun Gong. 

Durante mi encarcelamiento, me torturaron en forma severa al punto de estar cerca de la muerte. Cuando mi tía me visitaba, lloraba constantemente y no podía hablar por la angustia que le producía mi condición. No era más que piel y huesos.

A mi familia le preocupaba que no pudiera salir vivo. Pedí de hacer los ejercicios de Falun Gong. A los guardias también les preocupaba que muriera allí y que los hicieran responsables, por lo que no se negaron. Mi cuerpo pronto se recuperó. Fue sorprendente.

Comenzando a practicar Falun Gong

Cuando leí Zhuan Falun en 1996, me atrajeron las palabras `Verdad-Benevolencia-Tolerancia´. Pensé que la naturaleza de la humanidad debía ser buena, verdadera y tolerante.

En mi juventud tenía un delicado estado de salud y con frecuencia padecía fiebre y resfrío, los cuales normalmente duraban algunos meses. Solo después que comencé a practicar Falun Gong experimenté el excelente estado de estar libre de enfermedades.

La persecución casi me mata

En julio de 1999, Jiang Zemin, el exjefe del partido comunista chino (PCCh), inició la persecución a Falun Gong. Me sentenciaron a diez años por contarle a la gente sobre la disciplina y la persecución.

En prisión experimenté la tortura inhumana. Me golpearon, me dieron descargas con picanas eléctricas y me colgaron con la cabeza cubierta con una bolsa de plástico. Una vez me alimentaron a la fuerza y comencé a ahogarme y a toser sangre. En una oportunidad un guardia me contó que pusieron dos bolsas de sal en la avena que me obligaron a comer.

Tenía un severo dolor en el pecho y en la espalda, y dificultad para respirar. El médico me dijo que padecía tuberculosis y pleuresía y que mi vida corría peligro, pero eso no hizo que los guardias dejaran de torturarme.

Estando al borde de la muerte, quise hacer los ejercicios de Falun Gong. Sabía que estaba prohibido hacerlos en prisión, y cuatro internos me monitoreaban las veinticuatro horas.

Me dirigí a la oficina de los guardias y les manifesté que necesitaba hacer los ejercicios para recuperarme. Uno respondió: “¿No quieres vivir? Vete”. Sin embargo no dijo que no me permitía hacerlos.

Comencé a meditar en cada atardecer. Algunas veces, sentía una cálida corriente atravesar mi cuerpo mientras lo hacía; y otras sudaba excesivamente y mis pantalones forrados de algodón quedaban empapados, pero era una persona completamente diferente después de ejercitarme.

Mi cuerpo mejoró gradualmente y recuperé peso. Mi familia quedó verdaderamente sorprendida al verme el día que me liberaron. Todos estaban muy felices y manifestaron que lucía muy diferente.

El dolor estomacal desaparece recitando `Falun Dafa es bueno´

Había un recluso con problemas estomacales. Una tarde tenía tanto dolor que sudó  profusamente. Y esto sucedió todos los días.

Para sorpresa de la gente, de repente  el dolor se detuvo. Todos quisieron saber qué medicina había tomado. ¿Por qué mejoró? Los internos no podían dejar de preguntarle.

“Tengo un método”, respondió, pero no quiso contarlo.

Un día, cuando no había nadie en la sala, me contó en voz baja: “Verdaderamente funciona. Recito `Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno´. No puedo contarles. Si el PCCh lo sabe, me torturarían hasta la muerte”.

Un guardia admite que los practicantes de Falun Gong tienen altos estándares morales

Falun Gong no solo tiene un efecto asombroso curando enfermedades sino también ayuda a mejorar la moralidad de la gente.

Siempre había conflictos entre los internos. Durante una pelea, un recluso reportó la situación a un guardia, quien dijo: “Deben aprender de los practicantes de Falun Gong. Miren su calidad moral”.

Un día me contó: “Jiang Zemin quiere perseguir a Falun Gong. Obtenemos bonos por hacerlos renunciar a sus creencias. De lo contrario, nadie lo haría”.

Una vez los presos pidieron elegir a un representante. Todos tenían que escribir en un trozo de papel el nombre de la persona por la que querían votar.

El guardia los recolectó y me pidió que cuente quien había ganado. Me eligió porque creía que los practicantes de Falun Gong son dignos de confianza.