(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa en marzo de 1999. Ahora tengo 75 años.
Después de que empezara la persecución, en 2001, viajé a Beijing para defender el derecho constitucional que posee todo ciudadano chino a practicar Falun Dafa. Me arrestaron ilegalmente y permanecí detenida durante dos semanas. También detuvieron a otra practicante que era profesora de la escuela donde yo trabajaba. Recitábamos Hong Yin y Lunyu. Ella podía recitar el Fa muy bien y corregía muchos de mis errores.
A través de aquella experiencia, comprendí que sería grandioso poder memorizar y recitar más enseñanzas. Así las tendría siempre en la mente, y me servirían como guía. Posteriormente, mencionó que podía recitar Zhuan Falun. Me asombró aquello y le pregunté: “¿Cuánto tiempo tardaste en memorizar un libro así?”.
Me explicó que memorizaba y recitaba cada párrafo por separado. La primera vez tardó un mes en memorizarlo entero. Le dije: “Creo que puedo hacerlo”.
La primera vez, me llevó tres meses memorizar y recitar Zhuan Falun. ¡Me sorprendieron los cambios tan positivos que experimenté!
Inspirada, también memoricé y recité los cuatro libros de Hong Yin, y las tres recopilaciones de Escrituras esenciales para mayor avance. Con el tiempo, he memorizado y recitado cinco veces más Zhuan Falun.
Para no olvidar el Fa, siempre lo estoy recitando, sin importar dónde me encuentre o qué esté haciendo. Mi mente, de este modo, siempre está llena con el Fa.
Quisiera compartir cómo haber memorizado el Fa me ayudó en muchas ocasiones.
Poniendo fin al lavado de cerebro
En 2001, cuando me encontraba retenida, con otras practicantes, en un centro de detención, nos ordenaron escuchar el “informe” de una expracticante. Pero en lugar de oírlo, me enfoqué en recitar el Fa para mí. Por alguna razón sentí mucha sed. Bebí seis vasos de agua, así que también sentí la necesidad de ir al baño. En cuanto el “informe” acabó, sanaron todas las heridas y lesiones producidas por los golpes de la policía mientras apelaba en Beijing, para que restituyeran el buen nombre de Falun Dafa. Cuando uno de los compañeros practicantes me preguntó acerca de algo del “informe”, le respondí: “No sé. No escuché ni una palabra”.
La oficina 610 de nuestra ciudad, instaló un centro de lavado de cerebro en un viejo monasterio con el objetivo de “transformar” a los practicantes que se niegan a renunciar a la práctica. Nos ordenaban escuchar las llamadas “charlas de los expertos”. En lugar de eso, me centraba en recitar el Fa. ¡No prestaba ninguna atención!
Le conté al resto de practicantes lo que estaba haciendo. La siguiente vez que nos hicieron sentar a escuchar una presentación de expertos, todos recitamos el Fa en silencio. Entonces, el director de la oficina 610 nos obligó a ver vídeos que calumniaban a Dafa. Pero, dado que no los veíamos ni escuchábamos, no producían ningún efecto en nosotros.
Al final, desistió y nos entregó los artículos publicados, más recientes, del Maestro: 'Más allá de los límites de la tolerancia' y 'Rectificando el firmamento colosal' de Escrituras esenciales para mayor avance (II). Nos preguntó: “¿Ya están satisfechos?”. Respondimos en voz alta: “¡Sí!”. Luego, nos pidió que no le dijéramos a nadie lo que había hecho.
Como enseñó el Maestro:
“El Fa puede revelar todos los apegos, el Fa puede erradicar todas las perversidades, el Fa puede exponer y eliminar todas las mentiras y el Fa puede fortalecer los pensamientos rectos” (Eliminen la interferencia, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).
Salvando a la gente pese a ser perseguidos
Después de que el centro de lavado de cerebro de la ciudad cerró, la oficina 610 local organizaba sesiones de lavado de cerebro en un hotel. En aquel entonces, comunicaron a los jefes de las empresas de todos los practicantes que enviarían a dos personas para que los acompañaran durante todo la jornada. Pretendían que las acompañantes espiaran cada uno de sus movimientos, al mismo tiempo que meterles presión para que renunciaran a la práctica.
Las que me asignaron, el primer día, tenían la gripe. Me previnieron: “No use las gafas que hemos estado tocando, porque se enfermará de gripe también”. Me reí y les contesté: “No es posible que puedan contagiarme la gripe”. Al día siguiente, como seguía sin tener gripe, creyeron en la bondad de Dafa y empezaron a protegerme.
Una practicante, que decía haber dejado de practicar, vino a verme. Le mencioné: “Falun Dafa es una práctica de cultivación de gran virtud. Poder practicarlo es una oportunidad sin precedentes. No lo puede hacer todo el mundo. Si no atesoras esta grandísima oportunidad, lo lamentarás”.
Compartí, con ella, mis entendimientos basados en el Fa. “He aprendido mucho al escucharte”, dijo, “estaba en un error, quiero practicar otra vez”. Me alegré mucho por ella.
El Maestro nos dijo en Avancen diligentemente, ilumínense rectamente, de Escrituras esenciales para mayor avance (II):
“Estudia el Fa sin pereza, cambios durante el proceso vendrán
Cree con firmeza, sin tambalearte; obtén el fruto recto, el loto se formará”.
Cuando el personal de la oficina 610, de las distintas comisarías o de los comités vecinales venían a acosarme, les hablaba sobre Falun Dafa. Quería que escucharan para que les aguardara un buen futuro.
El director de la oficina 610 vino a mi casa un día, y conversamos durante dos horas. Le conté la verdad sobre el partido comunista chino (PCCh), empezando desde la campaña antiderechistas de 1957, hasta la persecución que padece Falun Dafa en la actualidad. Admitió que la mayor parte de lo que le decía era verdad. Después me enteré de que había hablado con más personas sobre los orígenes y la historia del comunismo en China.
Tras presentar una querella criminal contra Jiang Zemin, el exlider del PCCh, la policía de la división de seguridad nacional vino a mi casa para interrogarme. Afirmé: “Sí, lo he denunciado”.
Les expliqué los motivos y no los refutaron.
En otra ocasión, algunos oficiales de policía se presentaron en mi casa y me preguntaron: “¿Aún sigue practicando Falun Dafa?”.
“Por supuesto”, les respondí. “Es una práctica tan buena, ¿cómo voy a dejarla? Tengo 75 años, pero me siento como una persona de 20 después de hacer los ejercicios. ¿No quieren probarlo también? Practico todos los días desde las 3:00 a. m. hasta las 6:00 a. m.”.
Se marcharon para no volver jamás.
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Categoría: Mejorándose uno mismo