(Minghui.org)

¡Saludos, Maestro! ¡Saludos, compañeros practicantes!

Con la ayuda de Shifu he practicado Falun Dafa durante los últimos 20 años. Shifu nos dijo: “No puedo abandonar a ningún Dafa dizi, cada persona es un familiar mío” (Exponiendo el Fa en la conferencia de estudiantes de la región Asia-Pacífico). 

La familia del Maestro es mi familia, así que comparto aquí sobre tratar a los practicantes como mi familia.

I. Los asuntos de los practicantes son también míos

Cuando Jiang Zemin, siendo jefe del partido comunista chino (PCCh), lanzó la persecución a Falun Dafa en 1999, el terror rojo era tan severo que algunos practicantes temían hablar entre ellos. Aunque sentía miedo, al haberme beneficiado física y mentalmente con la práctica de Falun Dafa, tenía que contarle a los demás sobre la bondad de la disciplina, exponer las mentiras fabricadas por el PCCh y encontrar a mis compañeros practicantes para ayudarlos a regresar a la senda de la cultivación.

Comencé a visitar a los practicantes que conocía. Si vivían fuera de mi ciudad, los invitaba a mi casa y les mostraba documentales como False Fire (Fuego falso), que desmiente el engaño de la autoinmolación en la Plaza Tiananmen con la que el PCCh incita al odio contra Falun Dafa. Poco a poco, varios compañeros volvieron a practicar Dafa.

Con otro practicante reunimos 5.000 yuanes y formamos un pequeño sitio de producción de materiales para contarles a otras personas sobre Falun Dafa y la persecución.

Durante este tiempo, Shifu hizo arreglos para que encontrara a algunos compañeros practicantes en los autobuses y así pudimos formar un cuerpo.

En cierta ocasión, cuando viajaba en autobús, una señora mayor me preguntó mi edad y le dije que tenía casi 70 años. Se sorprendió porque dijo que me veía de menor edad. "Solía tener muchas enfermedades", le dije. “Incluso una vez mi esposo tuvo que cargarme para subir y bajas las escaleras. Pero en los últimos 20 años no he tomado una sola medicina". Ella se sorprendió y le dije que fue gracias a que practico Falun Dafa.

Un caballero al otro lado del autobús se me acercó y en voz baja dijo: "¿Puedes ayudarme? Quiero que me prestes algo”. Sentí que era un practicante. Me dijo que se había mudado y que no podía ver las conferencias de Shifu. Estaba muy emocionado de poder dárselas. Así comencé a darle materiales de Dafa a él y a su esposa, y lo he seguido haciendo durante varios años.

En el invierno de 2015, cuando el autobús se acercaba a mi parada, me levanté y caminé hacia la puerta. Pero por alguna razón, cambié de opinión y volví a mi asiento. Otra señora de mi edad ya se había sentado allí, así que me paré junto a ella.

Ella se puso de pie para devolverme el asiento y le dije: “No hay problema. Ya casi llegué a mi parada”. Estaba un poco avergonzada y me dijo que tenía una hernia de disco y que le dolía mucho la espalda. Le dije que también había tenido ese padecimiento. Me preguntó cómo superé el dolor. Le dije que me recuperé al practicar Falun Dafa. Cuando comencé a contarle más sobre la persecución, ella me susurró: "También he practicado antes".

"El Maestro no te ha abandonado", le dije. "Él sigue cuidándote. ¡Es un arreglo cuidadoso del Maestro que te haya conocido hoy!”. No bajé en mi parada para acompañarla y hablamos durante un buen tiempo.

Descubrí que ella había practicado durante tres años y que abandonó la práctica cuando comenzó la persecución. Mencionó a otros practicantes que asistían al mismo sitio de práctica. Yo los conocía a todos. Fui a su casa y ella me pidió que la ayudara a hacer los ejercicios.

Después le compré un reproductor de MP3 para que escuchara las conferencias del Maestro. También le entregué las nuevas conferencias del Maestro y el Boletín semanal de Minghui. Me dijo que ya no tomaba medicamentos y que su espalda había sanado. Su padre, con más de 90 años, también comenzó a escuchar las conferencias del Maestro.

He sido diligente para ayudar a los practicantes que necesitan ayuda. Hace diez años, un compañero practicante fue arrestado y su familia necesitaba dinero para contratar a un abogado. Aunque no tenía mucho dinero, inmediatamente les di 30.000 yuanes. Siento que los asuntos de otros practicantes son míos. Cuando el practicante regresó a casa y supo lo que había hecho, se conmovió mucho. Varios años después me devolvió el dinero.

Durante muchos años, cuando los practicantes tienen yeli de enfermedad y quieren venir a mi casa, siempre los recibo con alegría. Un día, la hija de una practicante me llamó y me dijo: “Mi madre tiene problemas de presión arterial pero no toma ningún medicamento. ¿Puede quedarse contigo un par de días?”. Me alegré por su elección porque no forzó a su madre para ir al hospital. La practicante y yo estudiamos el Fa juntas, compartimos nuestros puntos de vista, nos recordamos mirar a nuestro interior y salimos a aclarar los hechos como un cuerpo. Con la ayuda del Maestro, se recuperó en una semana.

II. Ayudar a los compañeros practicantes es cultivarnos

Durante las vacaciones compro fruta, comida y ropa para las familias de los practicantes en prisión. Quiero que sus familias sepan que todos somos una familia y que, aunque vivimos en una sociedad tan malvada, buscamos ayudarnos.

Antes del último Año Nuevo Chino, visité a la familia de un practicante que hace años está en la cárcel. Su madre falleció hace más de diez años, y su padre de 82 años estaba solo en casa. Su esposa, también practicante, estaba lejos de casa trabajando arduamente para ganar dinero.

Su anciano padre era un profesor universitario, pero cuando lo vi, parecía ausente. Llevaba pijamas de algodón muy viejos, y la parte delantera estaba rota en pedazos. Su casa era un desastre, nada de aquel lugar limpio y hermoso que recordaba.

Me dijo que había sido engañado al comprar productos para el cuidado de la salud y que ahora ni siquiera podía comprar fruta. No había comido todavía, y quería cocinarle algo. Abrí el refrigerador, y vi que estaba muy mal. No lo habían limpiado por varios años. Le cociné una comida sencilla y luego limpié el refrigerador. Se sintió apenado y me agradeció varias veces. Con lágrimas en los ojos le dije: “Llegué demasiado tarde. Lo siento mucho".

Pasé dos horas limpiando y luego fui a la tienda a comprar algo de ropa para él. Aunque mi ayuda parecía simple, muchas de mis nociones humanas surgieron durante el proceso. Cuando iba a llevarle la ropa, pensé: "¿Qué pasaría si sus familiares se enteraran de esto y tuvieran pensamientos negativos al respecto?". Así que fui a la casa de otro practicante cerca y le pedí que le llevara la ropa, ya que conocía muy bien al hombre, pero no podía hacerlo.

En mi camino a casa, me sentí un poco molesta. Comencé a mirar adentro de mi corazón y me di cuenta de que mi primer pensamiento fue muy puro, pero más tarde surgieron muchas nociones humanas. A lo largo de docenas de años en la sociedad ordinaria, he formado formas de pensar que son como las de la gente común. Una de ellas es que cuando hago algo bueno, temo que otros piensen mal de mí. En la superficie, era el apego al miedo. Pero en el fondo también encontré apegos a la lujuria, a hacer cosas, competitividad, celos y la sensación de estar por encima de los demás.

Una vez que estas sustancias malas se desintegraron, me sentí mucho más relajada. Decidí llevar la ropa con un corazón puro. Cuando mi mente cumplió con el estándar del Fa, todo fue más fácil.

El anciano estaba muy conmovido cuando se puso la ropa nueva. Lloró y me dio las gracias repetidamente. Le dije: “Esto es lo que debo hacer. Es lo que el Maestro nos ha enseñado a hacer".

Conocí a la nuera del hombre y arreglé un día para limpiar su hogar con ella. Lo hicimos, aunque estaba muy ocupada porque iba a viajar para ver a mi hermana enferma. Mirando las habitaciones limpias, me sentí muy satisfecha.

Después de muchos años de cultivación, me di cuenta de que cada practicante es un coordinador. A nadie se le dirá qué hacer. Solo podemos estudiar el Fa para obtener la visión adecuada.

Viajando a lo largo y ancho para ayudar a otros practicantes, solo siento alegría en mi corazón y gratitud hacia el Maestro. Cada vez que los compañeros practicantes me agradecen, les digo que es algo que se supone que debo hacer y les pido que no me lo agradezcan. Realmente estoy caminando en mi propio camino de cultivación.

Valoraré el tiempo que el Maestro me ha extendido para validar el Fa y salvar a las personas. ¡Solo seré más diligente en mi camino de cultivación!