(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa en 1998. Me gustaría contarles un incidente que sucedió hace 17 años, cuando fui perseguida por agentes de la policía.
En noviembre de 2001, junto con una practicante llamada Jan (alias) buscamos refugio en la casa de su primo. Estábamos siendo perseguidas por la policía por practicar Falun Dafa. Su primo vivía en un pueblo remoto, a varias millas de distancia de la ciudad más cercana. Él sabía que Falun Dafa es bueno y nos permitió permanecer en su casa.
En 2002, durante el Año Nuevo Chino, la mamá de Jan, que también es practicante, vino a vernos y nos trajo carteles con mensajes sobre Falun Dafa. Jan y yo decidimos colgar estos carteles antes del final de la temporada de vacaciones y luego irnos de la ciudad. La madre de Jan nos advirtió que en el pueblo había agentes de policía.
Cuando salimos esa noche, colgamos con éxito más de dos docenas de carteles. A la mañana siguiente, empacamos nuestras cosas para irnos a la casa de otro practicante, en otra ciudad.
En el camino a la estación de autobuses, nos dimos cuenta de que algunos de los carteles que habíamos colgado la noche anterior habían caído al suelo. Mientras estábamos recogiendo uno y lo colgábamos en un transformador, hizo un ruido muy fuerte y llamó la atención de alguien. Esa persona llamó a un policía, quien corrió hacia nosotras y nos agarró. Le pidió a otra persona que fuera a la estación para traer un coche de policía.
Sin mover el corazón, lo miré y comencé a enviar pensamientos rectos. Jan empezó a hablar con él sobre Falun Dafa. Tuve un pensamiento: "¡Haz que te deje ir!" y, en ese momento, el agente de policía nos soltó. Jan y yo corrimos, pero el agente nos estaba persiguiendo.
Había solo una calle y sabía que no íbamos a lograr escapar cuando llegara el coche de policía. Le dije a Jan que siga corriendo, mientras que yo me di la vuelta y corrí en dirección opuesta. El policía no supo a quién perseguir y, al final, decidió venir por mí. Entré a una zona residencial y me atreví a entrar en la casa de alguien. El dueño se había olvidado de cerrar la puerta y la pude abrir. Pero cuando entré, vi adentro unos doce perros que me estaban gruñendo.
Me tranquilicé, los señalé con mi dedo y les dije: "No se atrevan a morderme. Soy una discípula de Dafa". Los perros se callaron. Le pedí al Maestro que me ayudara, y de repente sentí como si estuviera protegida por un escudo lleno de compasión. No sucedió nada durante unos 40 minutos. Decidí salir y revisar el área. Me cambié con ropa de trabajo del dueño y caminé hasta la calle en donde había visto al agente de policía la última vez. Vi en la parada a dos personas que me estaban buscando. Regresé a la casa y esperé allí otra media hora. Cuando sentí que ya no había problema, salí por la puerta trasera. Decidí volver a la casa del primo de Jan, para averiguar si había escapado.
El primo de Jan no estaba en la casa, así que fui a la casa de sus vecinos. Amablemente, ellos arreglaron que un coche me llevara a la ciudad. El chofer me dijo que la estación de policía lo había contratado para agarrar a practicantes de Falun Dafa. Dijo: "Pero sucedió algo extraño. El agente casi había atrapado a las dos señoras, pero luego se hirió una de sus piernas y ellas se esfumaron".
Fui a la casa del practicante Chen y le conté lo que nos había sucedido a Jan y a mí. Él tenía una casa vacía donde podíamos quedarnos y me dio la llave. Sin embargo, no pude abrir la puerta, y tuve que volver a la casa del Sr. Chen. Tenía la sensación de que Jan vendría pronto, así que esperé allí. Jan llegó treinta minutos más tarde, y me contó lo que había pasado.
Después de que nos separamos, el agente de policía volvió a perseguirla, al ver que me perdió a mí. Jan siguió corriendo y enviando pensamientos rectos para no ser atrapada. El agente de policía estaba a solamente cuatro o cinco pasos detrás de ella, pero por alguna razón no podía agarrarla. Entonces, contrató a un coche para que la persiguiera hasta que Jan quedó atrapada en un callejón. A pesar de que había un muro alto, logró escalarlo y se refugió en una sala de almacenamiento. Se escondió detrás de una pila de sacos de yute y se cubrió con una cesta grande de bambú. Le pidió al Maestro que la protegiera. El policía entró a la sala y comenzó a buscarla. Cuando llegó a su escondite se detuvo. Jan podía escucharlo claramente jadeando pesadamente, muy cerca de ella. Se quedó allí por dos minutos y luego se fue.
Jan se escondió en la sala de almacenamiento durante varias horas antes de salir e irse a la casa de su primo. Su primo encontró una camioneta y se la llevó a la casa del Sr. Chen.
Este incidente ocurrió hace 17 años. Si el Maestro no nos hubiera protegido, no habríamos escapado de ser detenidas. Cada vez que recuerdo esta experiencia, estoy rebosando de gratitud.
Nunca podré pagarle al Maestro por su salvación compasiva. Me comprometo a cultivarme más diligentemente y seguirlo en cada paso de la rectificación del Fa.
¡Gracias, Maestro!
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