(Minghui.org) He sido maestra de escuela durante casi 20 años. Quiero compartir mi historia personal con todos; con mis compañeros ciudadanos chinos, amigos y colegas, para que tengan la oportunidad de conocer la verdad sobre Falun Dafa. Una bella vida.

Tenía un esposo amable y recto, y una hija inocente y extrovertida que disfrutaba sus estudios en el colegio. Yo, un trabajo con ingreso fijo, y me gustaba mucho lo que hacía. Me describiría como alguien que tenía todo lo que siempre quiso. Gané muchos reconocimientos de mi empleador ya que trabajaba muy duro, y era muy famosa en mi pequeña ciudad natal. Me reconocían como una persona digna de confianza y una excelente maestra. Mi familia y mi carrera estaban en su mejor momento.

Una serie de situaciones inesperadas

Justo cuando estaba deslumbrada por los acontecimientos en mi familia y en mi carrera, comencé a padecer distintas clases de enfermedades. Primero desarrollé alta presión arterial, la que causó que me desmayase varias veces mientras daba clases, por lo que tuve que llevar conmigo diferentes medicamentos todo el tiempo. Debido a estos, me fatigaba y tenía dolores de cabeza, lo que dificultaba concentrarme.

Luego, empecé a tener síntomas de enfermedades propias de los maestros de escuela. Desarrollé amigdalitis y dolor de garganta crónicos, y debía ingerir medicinas chinas y occidentales. También sufrí de beriberi (una enfermedad causada por la falta o incapacidad de asimilar la tiamina, marcada por cambios inflamatorios o degenerativos en los nervios, el sistema digestivo y el corazón). Incluso en épocas invernales, el tejido inflamado y sangrante entre los dedos de los pies no sanaba y me picaba en forma insoportable. Me los enjuagaba con medicamentos líquidos repetidamente. Incluso cuando la piel había comenzado a descamarse, todavía sufría de beriberi. También tenía un vergonzoso problema médico: hemorroides internas y externas. Cuando hacía frío, me causaban un gran dolor tanto sentada como parada. Probé muchos tipos de medicinas y remedios caseros, como sentarme sobre briquetas tibias, enjuagando la zona con vinagre y toallas calientes, pero nada funcionó.

En 1987, desarrollé severos dolores en la espalda y piernas. Cuando aparecían, el sufrimiento era insoportable en el centro de la espalda, el cuello, las axilas y el pecho. Busqué tratamiento médico en hospitales de toda China, y toda clase de terapias, pero nada ayudó. Durante esos años ingerí medicamentos cada día como si fueran parte de mis comidas diarias. No hubo jornada en la que no tomara una gran cantidad de drogas occidentales y dos o tres tazas de té de hierbas chinas. Sin embargo, cada vez estaba más débil. Tenía la tez verde amarillenta y mi cuerpo estaba hinchado. No pude probar más los alimentos que solía comer y mi peso descendió de 60 kilogramos a 49. Finalmente tuve que tomarme una larga licencia por enfermedad. Durante ese tiempo fui incapaz de salir de la cama. Incluso cuando lograba hacerlo, no podía ayudar en las tareas de la casa. Era imposible inclinarme lo suficiente para barrer el piso o agacharme para cocinar. El más mínimo movimiento traía un dolor insoportable. Estuve postrada en cama durante mucho tiempo, y lloraba todo el día.

Buscando un buen médico

Decidí encontrar una cura, y le pedí a la gente el nombre de un buen médico. Incluso busqué tratamiento en los llamados hechiceros. Como último recurso, mi esposo me llevó a Beijing para que me atiendan en un hospital especial. Después de algunas pruebas, ocho expertos médicos hablaron sobre mi caso y declararon que sufría de espondilitis (inflamación de las vértebras). Cuando una persona tiene espondilitis todas las articulaciones se vuelven rígidas. Si el paciente mantiene su cuerpo erguido, no podrá inclinarse en absoluto; si lo mantiene doblado, será incapaz de enderezarse. Con el tiempo, perderá el uso de sus extremidades y quedará completamente paralizado.

Quedé impactada cuando escuché el diagnóstico. Después de todo apenas pasaba los treinta y pronto quedaría paralizada. No podía aceptar lo que estaba sucediéndome.

Después de regresar de Beijing, continué con mi licencia por enfermedad. Durante ese tiempo estuve muy depresiva. Vi a mi esposo desmoronarse debido a la carga laboral y al hacer los quehaceres domésticos. Vi a mi pequeña hija con una expresión dolorosa en su cara y a mis padres ancianos preocupados todo el día por mí. El cabello gris en sus cabezas y las arrugas en sus ojos se incrementaban día a día. Como esposa no podía hacer los trabajos de la casa o cuidar de mi marido; como madre, no podía atender a mi propia hija; como adulto no podía cuidar de mis padres. Mi dolor era simplemente indescriptible.

Para reducir la carga a mi familia, me forcé a levantarme y ayudar en la casa. Tenía que parar y descansar cada cinco minutos solo por barrer el piso de dos dormitorios. Cuando quise cocinar no pude doblar mi cuerpo a pesar de que trataba de soportar el dolor. Cuando intenté manipular una pequeña cantidad de masa para pancitos al vapor, sudé en todo el cuerpo (no por amasar, sino por el dolor). Por la noche, cuando quería girar en la cama, necesitaba la asistencia de mi esposo e hija. Si lavaba solo tres prendas de vestir durante el día, tenía tanto dolor que era incapaz de dormir por la noche. 

Después, decidí soportar el sufrimiento y regresar a trabajar. A veces tenía que renguear hasta la tarima del maestro en el salón de clases debido al dolor en las piernas. Después de 45 minutos frente a los alumnos, el dolor insoportable causado por la espondilitis no me permitía bajar de la tarima. Durante esos días sentí mucho frío. Incluso en mayo o junio tenía que usar una bata y pantalones de grueso algodón y una piel de conejo para calentar mi espalda. Aun así, temblaba en verano. Sentí que el frío se extendía internamente en todo mi cuerpo.

Más tarde me dije que no podía soportar más el dolor. Cuando escuché que el qigong podía curar enfermedades, de inmediato comencé a practicar distintos tipos. Probé todos los que se presentaron en mi área, pero ninguna de mis enfermedades mejoró.

De repente las cosas mejoran para mí

Pensé: “Me he vuelto completamente inútil”. Sintiéndome una inválida que necesita de cuidados todo el tiempo, creí que estaría mejor muerta. Varias veces agarré un frasco de píldoras y estuve lista para suicidarme, pero no podía hacerlo cuando pensaba en lo mucho que mi esposo había hecho por mí y en lo poco que yo había hecho por él. También, en mi pequeña e inocente hija que necesitaba mi amor maternal. En mis padres ancianos que requerían atención y cuidado. Todo lo que mi muerte ocasionaría a mi querida familia conmovió a mi corazón, e hizo que negara el deseo de suicidarme. Decidí no abandonarlos, ya que de hacerlo quedarían devastados.

Justo cuando estaba luchando con el hecho de vivir o morir, conocí Falun Dafa. Fue como haber sido salvada teniendo un pie en la tumba, y obtuve una nueva vida.

Fue en abril de 1995. Pedí prestada una preciosa copia de Zhuan Falun a un practicante. Leí el libro en tres días. Durante ese tiempo olvidé mi dolor, mis enfermedades y el comer. Como un cordero perdido, encontré mi camino a casa. Mi sorpresa y felicidad estaban más allá de toda descripción.

Las palabras del Maestro Li en Zhuan Falun me despertaron y rompieron mis viejas nociones. Su compasión y la profunda magnificencia del Fa cambiaron por completo mi forma de pensar. Decidí cultivarme en Falun Dafa. Comencé mi viaje de retorno a mi verdadero ser. El primer día que practiqué los ejercicios no podía inclinarme ni agacharme, pero al siguiente, estaba más flexible. En pocos días pude mover libremente mi cuerpo otra vez. En menos de un año, todas mis enfermedades milagrosamente habían desaparecido.

Desde que comencé a practicar Falun Dafa, tengo más energía. Soy capaz de caminar rápidamente y con la espalda derecha. Ya no estoy más encorvada por el dolor. Ahora puedo hacer yo misma los quehaceres domésticos. En el trabajo soy una empleada diligente. No me siento cansada después de una jornada completa. Sentirme saludable me hace feliz. Nuevamente tengo una vida significativa, en contraste con el pasado soy una persona diferente. Todos los que me conocieron cuando estaba enferma me dieron los siguientes cumplidos: “Luces más joven”, “Estás más animada”, “Tienes la tez rosada" y "Tu piel se ha vuelto lisa y suave". Sé muy bien que todo esto es porque practico Falun Dafa. Debo dejar saber algo a todos: sin Falun Dafa no podría encontrarme como estoy hoy, sin Falun Dafa no habría felicidad en mi familia. Es Falun Dafa el que me dio una segunda oportunidad en la vida. Me gustaría agradecer al Maestro y a Falun Dafa. He estado practicando por más de ocho años, y nunca necesité tomar medicamentos. Según mis cálculos, le he ahorrado al gobierno chino y a mí entre 70.000 y 80.000 yuanes [en moneda china, el salario mensual promedio de un trabajador urbano chino es de alrededor de 500 yuanes] en gastos médicos.

Desde que comencé a practicar Falun Dafa, ya no sentí frío todo el tiempo. Aun en invierno siento mucha calidez y estoy muy relajada. (Vivo en el norte de China que es muy frío. En invierno, la temperatura a menudo baja a treinta grados bajo cero).

Mi sueño

Estoy compartiendo mi experiencia personal con todos porque me gustaría que la gente conozca la verdad: ¡Falun Dafa es grandioso! Espero que nadie malentienda a Falun Dafa o a sus practicantes por las mentiras fraudulentas transmitidas por los medios de comunicación del gobierno chino.

Por la malvada persecución a Falun Dafa, miles de practicantes fueron torturados hasta la muerte por la policía en las cárceles y en los campos de trabajo forzado. Incontables discípulos de Dafa se vieron obligados a dejar sus hogares y a esconderse.

Tengo un sueño de justicia para mi Maestro, justicia para Falun Dafa y un ambiente legal para practicar Falun Dafa. A los millones de personas chinas que fueron engañados por la facción de Jiang Zemin, les digo: ¡Por favor, despierten y conozcan la verdad!

Nota del editor: Publicado en el libro: Vida y esperanza renovadas: El poder curativo de Falun DafaCopyright (C) 2005, www.FalunDafa.Org