(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Gong en mayo de 1998. Anteriormente, había estado muy enferma, sufriendo de hepatitis B, cálculos de la vesícula biliar, insomnio, reflujo ácido, artritis y estreñimiento. Busqué soluciones con la medicina occidental, la medicina tradicional china y con remedios caseros. Probé todo lo que me recomendaron, pero fue en vano. No tenía energía y no podía hacer ningún trabajo del hogar. Además, había agotado los recursos financieros de mi familia. Me sentía agitada todo el tiempo y había mucho desánimo en mi familia. Mi marido no sabía qué hacer.
Mi vida se transforma
Luego de comenzar a practicar Falun Gong, leí Zhuan Falun, el libro principal de Falun Gong, aceptando cada palabra. Aprendí que la razón fundamental de mi mala salud era producto de mi personalidad. Yo era competitiva, intolerante y celosa.
Al comprender esto, seguí las enseñanzas del Shifu:
“Estudia el Fa y obtén el Fa,
comparte en el aprendizaje y comparte en la cultivación,
haciéndolo todo de acuerdo a Él,
si puedes hacerlo así, cultivación será”.
(Cultivación sólida, Hong Yin)
Eliminé sinceramente mi apego al egoísmo, los pensamientos negativos y malos hábitos. Comencé a pensar primero en los demás.
Mis dolencias pronto desaparecieron. Ese verano me puse un vestido, que no había podido usar desde hacía mucho tiempo debido a mi artritis reumática, anteriormente tenía que usar ropa muy abrigada incluso en el verano. Era una persona diferente. Me sentía muy enérgica. Transformé mi sucio departamento en un cálido hogar. Mi familia y amigos estaban muy contentos por mí. Shifu me había salvado y vivía felizmente cada día.
En julio de 1999, el líder del partido comunista chino (PCCh), Jiang Zemin, lanzó la persecución contra Falun Gong. Perdimos nuestro ambiente de práctica grupal. Fue difícil creer cómo calumniaban a Shifu y perseguían a aquellos que estaban buscando ser buenas personas. Decidí escribir al gobierno local para contarles acerca de los cambios positivos que había experimentado luego de comenzar la práctica, esperando que cambiaran su posición, pero no hubo respuesta de parte de ellos.
Perseguida por mi fe
Fui a Beijing para apelar por Falun Gong en octubre de 1999, con la esperanza de que el gobierno haría lo correcto. Como resultado, mi familia fue acosada. Me enviaron a un campo de trabajo forzado durante tres años. Mi hija aún era un bebé.
El 31 de diciembre de 2011, la policía local, arrestó a los practicantes locales que tenían en una lista negra y los puso bajo custodia. El terror rojo reinaba en la ciudad. Debido a que yo no estaba en mi casa en ese momento, la policía llevó a mi esposo y a mi hijo a la comisaría y amenazó a mi esposo para que les relevera mi paradero. También lo forzaron a llevarlos a la casa de un familiar mío ubicada en las afueras de la ciudad donde yo estaba para arrestarme. Fui condenada a cuatro años y medio de prisión.
Durante la detención, los practicantes de Falun Gong fueron sometidos a torturas, tales como permanecer de pie sin descanso, sentados en cuclillas, sentados en un pequeño taburete y aislados en una pequeña celda. En un intento para hacernos a renunciar a nuestra creencia en Verdad-Benevolencia-Tolerancia, nos proyectaban diariamente videos que calumniaban a Falun Gong.
Nos sometieron a hacer trabajo forzado durantes unas 14 o 15 horas diarias durante junio de 2013. Si no lográbamos terminar nuestro trabajo, debíamos llevar los artículos a nuestra celda para terminarlos. En algunas ocasiones, teníamos que trabajar hasta la mañana siguiente.
Cerca de la muerte
Dado que que no me dejaban estudiar el Fa ni hacer los ejercicios, y fui sometida a maltratos, mi cuerpo se hinchó y algunas de mis viejas enfermedades regresaron. No podía comer ni dormir. En una oportunidad, cuando mi marido vino a verme, me desmayé.
Mi familia y mis compañeros practicantes constantemente exigieron mi liberación, pero las autoridades usaron todo tipo de tácticas para amenazarlos, evadiendo responsabilidades y creando dificultades durante el proceso legal. Me di cuenta de que los discípulos de Dafa no deberían estar en las cárceles. Estaba decidida a salir de allí. Abandoné el apego a la vida y la muerte y pedí ayuda a Shifu. Los compañeros practicantes también trabajaron juntos y dejaron ir su qing para hablar con los policías involucrados, con el fin de salvarlos.
Parecía que me estaba muriendo, así que me trasladaron al hospital afiliado a la prisión. Pero el médico dijo que no cumplía con los requisitos para ser liberada por razones médicas. Yo tuve fe en Shifu y pedí la protección de Shifu.
Todos los síntomas sugerían que me estaba muriendo. Pero mi mente estaba clara. Recitaba el Fa y enviaba pensamientos rectos para desintegrar al mal en otras dimensiones. Shifu me recordó que sea desinteresada y altruista. Sabía que a fin de que la policía no cometiera crímenes contra los practicantes de Falun Dafa y para que mi familia y mis amigos entiendan a Dafa, debía permanecer con vida. Estuve así durante cuarenta días mientras trataban de lograr que los especialistas realizaran un diagnóstico.
Vivir para otros cambió mi destino
Al tener esa idea de vivir para otros, las cosas cambiaron drásticamente. Las autoridades no podían obtener suficiente de parte de mi familia como para cubrir los gastos médicos y se volvió problemático tener a un policía monitoreando las veinticuatro horas del día. Además, tenían miedo de que, si yo fallecía, serían considerados responsables. Los especialistas estaban desconcertados. No podían averiguar lo que tenía y sin embargo parecía estar muy enferma. Realizaron un diagnóstico vago y me dieron de alta.
Regresé a casa treinta y seis meses antes de tiempo.
Shifu me salvó. La persecución de las viejas fuerzas fue negada. Shifu soportó todas mis penurias. De lo contrario, no sé cómo podría haber sobrevivido con sólo unas infusiones intravenosas. No era algo que pudiera superarse con fuerza de voluntad.
Mi marido me subió por las escaleras. Estaba como sin vida, con una bolsa de orina sujeta a mí. Mi familia no sabía qué hacer conmigo. Los guardias sugirieron que me llevaran directamente al hospital. Mis amigos decían que primero tomara una sopa de arroz. Pero mi mente estaba clara. Sabía que todo era falso y que estaría bien. Fue como algo mágico. Luego de un breve tiempo, pude mover los brazos y las piernas. Después de asearme un poco, comí cinco ravioles. Tres días más tarde, logré levantarme y caminar por mi cuenta.
Luego de una semana de mi regreso, fui a una reunión familiar. Cuando me vieron, se sorprendieron. Yo estaba sana y parecía alguien de veinte años, pero tengo cuarenta y siete años. Tengo doce hermanos, e incluyendo a los suegros y niños, somos más de cien familiares. Quedaron convencidos del poder de Falun Gong. Desde entonces han cambiado sus pensamientos negativos acerca de Falun Gong.
Uno de mis familiares que trabajaba en la corte y que estaba planeando sobornar a alguien para que me liberara, dijo: "Esto sólo puede sucederle a los practicantes de Falun Gong. Sólo Falun Gong puede revivir a una 'persona muerta'".
Uno de mis cuñados hizo una apuesta con otros parientes de que si era capaz de regresar a casa sin pagar nada, me iba a dar cinco mil yuanes para comprarme ropa nueva. Ahora está sorprendido. Otro pariente cambió completamente, de ser hostil a quedar impresionado. Incluso le contó a otra gente sobre mi historia.
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Categoría: El poder divino de Falun Dafa