(Minghui.org) Un día, estaba solo, haciendo los ejercicios de Falun Dafa en un parque de la ciudad de Cumaná, Venezuela cuando vi a una mujer sentada cerca en un banco, mirándome con atención. Parecía como de unos 70 y tantos años, de pelo largo y blanco.
Sentí una conexión con esa persona y de vez en cuando abría los ojos un poco para ver si continuaba ahí. Terminé los 4 ejercicios y se había mudado a un banco más lejano, pero continuaba atenta. Pensé que vendría al final de la práctica para saber sobre la práctica, pero cuando terminé la meditación, se había ido.
Esa semana mientras esperaba en una entidad bancaria vi a la mujer de pelo largo y canoso, le pregunté si era la persona del parque y me dijo que si, con una enorme sonrisa. Luego mientras hablaba acerca de Dafa con otra persona, se acercó, y me dijo que quería saber al respecto. Así que le di la información y acordamos vernos en el parque el próximo día de práctica.
El relato de Juanita
Una mañana me sentí bastante deprimida porque mi salud estaba bastante deteriorada: presentaba 7 hernias de disco y 3 escoliosis severas, además de artritis y osteoporosis. Una junta médica diagnosticó mi condición como progresiva e irreversible, y que a lo sumo, en tres meses la incapacidad sería total.
Repentinamente, sentí un extraño impulso por salir, sin saber a dónde ir ni qué dirección tomar. Poco a poco empecé a andar, pasé frente al parque y me detuve. Por un momento dudé, pero finalmente entré.
Anduve un poco hasta que vi a un señor realizando unos movimientos suaves y armoniosos y me senté a mirar. Quedé absorta observando esos movimientos y, sin darme cuenta, mi angustia y mi ansiedad habían desaparecido. Mis dolores también se habían ido, mientras una gran paz crecía y crecía en mi interior produciéndome una maravillosa sensación de bienestar y una alegría repentina e inexplicable.
De pronto me miró y entendí que de alguna manera él producía esa energía y pensé que yo se la estaba robando, así que me alejé. Me senté en otra banca más lejana parar continuar mirando, un rato más sin perturbar, y luego me fui.
No podía creer ni entender lo que sucedía en mí. Había una gran diferencia en cómo entre al parque esa mañana y cómo salí de este. ¡Me sentía contenta, renovada y optimista!
A los pocos días volví a encontrar a ese hombre en una entidad bancaria, y acordamos en vernos en el parque. Cuando nos reunimos, me enseñó los ejercicios progresando lentamente y empecé a sentirme muy liviana y sin dolor, de hecho desde ese día no he necesitado tomar calmantes.
Ya ha pasado más de un año que practico Falun Dafa y mis hijos, familiares y compañeros de trabajo están gratamente sorprendidos por el enorme cambio, pareciera como un milagro.
Además de los cambios físicos, aún mayor fue mi trasformación interna: el estudio del libro Zhuan Falun, ha cambiado profundamente mi actitud ante la vida, ante sus retos y desafíos, ante las circunstancias y sobre todo, ante mi misma, otorgándome esa paz y serenidad interior que me permite vivir una vida plena, con un verdadero sentido.
Expreso mi infinita gratitud a Falun Dafa y al Maestro Li Hongzhi por tantas bendiciones, además de mi compromiso de cultivarme y refinarme por el resto de mis días. También espero, de alguna manera, corresponder haciendo por alguien más lo que ese practicante del parque hizo una vez por mí.
Juanita practica el tercer ejercicios de Falun Dafa.
Los practicantes de Falun Gong en Cumaná, Venezuela, meditando en el parque.
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Categoría: Empezando la cultivación