(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1997. Antes de hacerlo, estaba desesperadamente enferma y atormentada por docenas de enfermedades diferentes. Estaba muy pálida y delgada.
Cuando empecé a practicar Dafa, Zhuan Falun era un tesoro para mí. Lo leía siempre que tenía tiempo y a veces, al hacerlo, corrían lágrimas por mis mejillas. Luego de obtener el Fa, todas mis enfermedades desaparecieron en menos de una semana.
Hago los ejercicios todas las mañanas sin importar cuán ocupada esté. También estudio al menos tres lecciones del Fa todos los días. Ahora tengo 59 años, pero mi cara es radiante y solo tengo unas pocas arrugas. Las personas dicen que parezco estar en mis 30.
Recordando las enseñanzas del Maestro
Jiang Zemin, el exlíder del partido comunista chino (PCCh), inició la persecución a Falun Dafa el 30 de julio de 1999. Yo tenía el firme pensamiento de que iba a cultivarme hasta el final y que nunca nadie iba a ser capaz de hacerme daño.
En ese entonces continuaba trabajando. Demoraba más de una hora en trasladarme hasta el trabajo, y tan pronto como subía al colectivo leía Zhuan Falun. Leía una lección de ida al trabajo y una lección de vuelta a casa. El colectivo siempre estaba lleno y a veces las personas me preguntaban qué libro estaba leyendo. Les decía que era Zhuan Falun y luego les contaba la verdad sobre Falun Dafa y cómo me había beneficiado la práctica. Aun cuando la persecución fue severa, continúe leyendo el libro en el viaje de ida y vuelta al trabajo.
En 2003 y 2004 viajé a Beijing y a Tianjin por negocios. No importaba si viajaba en auto, tren o avión, leía siempre Zhuan Falun. Siempre recordaba las palabras del Maestro:
“Dafa nunca abandona el cuerpo”
(Poderosa virtud, de Hong Yin)
En 1999 salí afuera con otra practicante a hacer los ejercicios y fuimos arrestadas. Fui detenida por cinco días. Tenía una campera en la que había cosido un pequeño bolsillo en su interior para llevar una pequeña copia de Zhuan Falun. Me arrestaron mientras llevaba esa campera, así que en la celda leía siempre que podía. En todo el tiempo de arresto leí el Fa durante el día e hice los cinco ejercicios durante la noche.
Un día fui llevada a la sala de interrogatorios. Detrás de mi había un juego de instrumentos de tortura. Un policía me gritó y me dijo que me quitara la campera. Al principio, tuve miedo de que descubriera mi libro. Pero cuando pensé por segunda vez supe que con la protección del Maestro estaría bien.
Me saqué la campera, la recogí naturalmente y la colgué del respaldo de una silla. Me senté con una sonrisa en el rostro. El guardia tenía un cinturón muy grueso en la mano. Jugaba con él, lo azotaba y observaba mi expresión. No tuve miedo y continué sonriendo. Me sentía como una estatua de piedra que nadie era capaz de mover. Les conté la verdad sobre Falun Dafa y cómo me benefició física y mentalmente. Nadie me tocó.
Durante esos cinco días, diferentes guardias trataron de convencerme para que firmara la llamada “declaración de garantía” donde renunciaba a mis creencias. Me amenazaban con no dejarme ir hasta que lo hiciera. Cada vez que lo hacían les contaba la verdad y les decía que seguiría practicando la cultivación. Al final, se dieron por vencidos y me soltaron. Cuando lo hicieron, me dijeron: “Si esto es bueno, entonces practícalo en casa”.
Clarificando la verdad
El Maestro nos pidió que aclaráramos la verdad y salváramos personas, así que hice de la clarificación de la verdad una parte de mi vida cotidiana. Contaba los hechos a todos.
Restauré tres apartamentos, dos para mi propio hogar y uno para mi hermano menor. Me hice cargo de todo, desde la compra de materiales hasta de la mano de obra. En el proceso aclaré los hechos a todas las personas que me cruzaba. Trasladé todos los materiales, arena, cemento, etc., desde el suelo hasta un quinto piso, yo sola. A veces tenía que cargar bolsas que pesaban más de 36 o 40 kilos, y en ocasiones había que hacerlo varias veces en un rato sin descansar. A veces mis piernas se sentían débiles, entonces recitaba: “Falun Dafa es bueno. Verdad-Compasión-Tolerancia es bueno”. Luego era capaz de subir las escaleras de nuevo sin problemas.
Algunas veces mi hermano menor venía a ayudarme. Para él incluso era difícil trasladar solo una bolsa por las escaleras. Los vecinos se reían de él y le decían que era más débil que yo, su hermana, una mujer pequeña. Mi hermano decía: “¡Mi hermana no es una mujer ordinaria!”. Yo aprovechaba la oportunidad para contarles a todos la verdad sobre Falun Dafa y ayudarlos a renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas.
Una vez, mientras descargábamos arena, mi hermano me pegó con la pala accidentalmente en el ojo derecho. Dolía tanto que casi me desmayo. De inmediato dije en voz alta: “¡Falun Dafa es bueno!”. Y luego de decirlo dos veces me paré firme. Mi hermano vio que mi globo ocular sobresalía, y el trabajador que nos acompañaba dijo que llamáramos a una ambulancia.
Hice presión contra mi ojo y dije que todo iría bien. Continué cargando arena escaleras arriba como si nada hubiese pasado. Mi ojo verdaderamente se compuso de inmediato y solo tenía un pequeño moretón. Antes del accidente el trabajador no creyó las cosas que le había contado, sin embargo, después de ver lo que había pasado, renunció al PCCh.
Una vez aclaramos la verdad en un mercado de agricultores con otra practicante. Esta practicante le aclaró la verdad a un hombre que iba en motocicleta. El hombre empezó a maldecir y dijo: “El PCCh te da comida; ¿cómo puedes estar en su contra?”. La persiguió de ida y vuelta por todo el mercado y continuó maldiciéndola. En mi corazón, rogaba al Maestro que salvara a esta persona.
Me acerqué a él y le dije: “Hermano: ¿Te daría dinero el PCCh si no trabajaras? El PCCh no opera las fábricas; no trabaja los campos; no realiza investigaciones científicas. ¿De dónde saca su dinero el PCCh? Utiliza tu dinero para mantenerse”.
El hombre estuvo de acuerdo, y aproveché la oportunidad para hablarle de Falun Dafa. Luego renunció al partido.
Eliminando apegos
En una ocasión, mi hijo firmó como garante para que un amigo pidiera un préstamo de 100.000 yuanes. Al final, su amigo se fue de la ciudad sin devolver el dinero. Así que el prestamista dijo a mi hijo que tenía que hacerse responsable de la deuda como correspondía.
Al principio, pensé que era muy injusto para mi hijo. Después de leer el Fa, sin embargo, entendí que todo se debe a una razón; debe haber pérdidas y ganancias. Así que hice fuerza, tragué saliva, y pagué el dinero por mi hijo.
Su amigo regresó pero se rehusó a reembolsar la cantidad, y al poco tiempo después se fue a Estados Unidos. En total, lo que le dio a mi hijo fueron 10.000 yuanes. A través este incidente de pérdida, me mantuve en el estándar de un practicante y solté mi apego al beneficio.
El hermano de mi marido no tenía dónde vivir después de divorciarse. Nosotros le permitimos quedarse en uno de nuestros apartamentos. Durante el primer año nos pagó 300 yuanes de alquiler, pero luego no volvió a pagarnos durante 10 años. Incluso una vez alquiló el departamento a otras personas y se guardó el dinero para él.
Cuando nuestro hijo se casó le pedimos que dejara vacante el apartamento. No se fue sino hasta que le pagamos 18.000 yuanes un año después. Continué comportándome en concordancia con el Fa y dejé de lado el apego por los beneficios, a pesar de todo el sufrimiento que surgió en el proceso.
Una vez, preparé algún material de aclaración de la verdad junto a otra practicante. Doblamos volantes y los insertamos dentro de periódicos. La practicante me dijo que no los estaba doblando de la manera apropiada. Sentí que se equivocaba, y por despecho le dije que lo hiciera ella. Hizo un lío y me culpó por no pasarle el número de materiales adecuadamente. Así que encontré por ella el volante que faltaba, y entonces dijo que yo no tenía paciencia.
Comencé a mirar hacia adentro y vi por qué nada había salido bien esta vez. Encontré estar apegada a la reputación. Estaba en contra de que me criticaran, tenía ansiedad por defenderme, era obstinada y miraba como inferiores a otros practicantes. Envié fuertes pensamientos rectos para eliminar esos apegos. Después todo marchó bien.
Sé que todavía tengo muchos apegos. Estudiaré más el Fa y salvaré más seres conscientes. Voy a eliminar todos mis apegos y a seguir al Maestro de regreso a casa en esta última fase de la rectificación del Fa.
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Categoría: Caminos de cultivación