(Minghui.org) Tengo 47 años y vivo en una aldea en el centro de China. Comencé a practicar Falun Gong en 1999.
Mi primer hijo estaba en su segundo año del secundario en 2005. Un día, un estudiante lo acosó a la salida de la escuela. “A partir de ahora debes darme 30 yuanes (casi U$S 4) cada mes”, le demandó. Mi hijo respondió: “Pero no tengo dinero”.
Algunos días después, el “bully” y varios de sus amigos golpearon a mi hijo brutalmente. Su profesor me llamó y pidió que vaya a la escuela de inmediato.
Cuando llegué, vi la cabeza de mi hijo cubierta con gasas y su cuerpo lleno de moretones y cortes. El profesor me llamó para hablar en privado y me dijo que mi hijo necesitaba ir al hospital y que todos los costos serían cubiertos por los padres del agresor.
La otra opción que ofrecía era que los padres del niño me pagaran en privado una suma abultada de dinero para resolver el problema.
Como practicante de Falun Gong, sabía que debía resolver el problema con rectitud.
Había unas diez personas en la oficina, incluyendo a los padres del “bully”, el director de la escuela y varios profesores.
Le dije en calma al estudiante: “No vuelvas a hacer esto. Tus padres y yo somos del campo. No es fácil para ellos enviarte a la escuela. Debes comportarte bien. Al hacerlo así, harás que sea más fácil para tus padres”.
“Envío a mis dos hijos a la escuela. No soy rica y no doy a mis hijos dinero extra. ¿De dónde sacarán dinero para darte? Hoy, no pediré ninguna compensación económica, pero recuerda ser un buen estudiante de aquí en adelante”.
Cómo Falun Gong me cambió
Antes de practicar Falun Gong, sufría de anemia, enteritis, y tenía una enfermedad cutánea. Tenía mal temperamento y era adicta a jugar cartas con mis amigos. Podía jugar por varias horas sin parar.
Mi esposo trabajaba duro y estaba cansado al llegar a la casa. Mis dos hijos menores se iban a menudo sin comer, porque no me gustaba cocinar. Mi esposo discutía conmigo constantemente, por mi decepcionante comportamiento. Realmente, no tenía idea de la razón de mi vida.
Un día leí Zhuan Falun, el libro principal de Falun Gong. De repente comprendí el significado de la vida y me sentí repleta de esperanza. También aprendí a poner a otros en primer lugar y a ser una buena persona.
Rápidamente, eliminé mi adicción a jusgar cartas y me esforcé por ser una buena persona. En el primer mes de practicar Falun Gong, todas mis enfermedades habían desaparecido.
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Categoría: Mejorándose uno mismo