(Minghui.org) En 2005, a finales de curso del primer año de instituto de mi hijo, vino a casa y me dio un certificado, rebosante de orgullo.
Había sido elegido “estudiante modelo” por 31 de sus 36 compañeros.
Mirando la cara radiante e inocente de mi hijo, me emocioné. Mi memoria regresó al pasado y una escena como si de una película se tratara pasó ante mis ojos. Era como cuando conocí Falun Dafa por primera vez.
Recuperada de una enfermedad crónica
Cuando mi hijo tenia dos años, tuvo un ataque de asma repentino, acompañado de fiebre muy alta. Su garganta emitía sonidos fuertes y silbidos al respirar.
Estaba demasiado débil para andar así que lloraba durante todo el día. No tenía apetito. Solo comía un par de bocados de cualquier alimento que le dábamos y no podía comer nada más.
No podía dormir por las noches porque no podía respirar y terminaba enfadándose y llorando.
Le llevamos al hospital infantil. Encontramos al mejor pediatra para que le examinara. El médico dijo: “Tiene asma, causado por haberse enfriado durante el primer mes de vida. Se incrementará cuando tenga diez años. El asma infantil no tiene cura. Lo máximo que puedo hacer es prescribirle el mejor antiinflamatorio”.
No había ningún signo de mejora después de tomar los antiinflamatorios durante medio mes, así que el médico incrementó la dosis. Transcurrió otro mes, pero todavía no hubo ninguna mejoría. La abuela de mi hijo estaba preocupada, “Mi nieto es muy joven. Incrementar la dosis es una mala idea”. Me dolía el corazón al ver el sufrimiento de mi hijo.
Cuando me sentía peor, sin ayuda y sin esperanza. Falun Dafa vino a mi mente. Recordé cómo había comenzado, cuando estaba desesperada con enfermedades incurables, cómo Dafa ha recuperado mi salud, cómo dejé Dafa después de haber sido perseguida y llevada un centro de reeducación en un campo de trabajo forzado, y cómo estaba arrepentida de haber abandonado la práctica de Falun Dafa por miedo.
Ahora, viendo el sufrimiento de mi hijo. Rompí mis barreras psicológicas y a escondidas tomé los videos de las lecciones del Maestro Li Hongzhi y las puse para mi hijo.
Mi hijo visionó las lecciones y comenzó a mejorar. Sus pitidos cesaron y pudo dormir plácida y silenciosamente.
Después que mi hijo escuchara las lecciones del Maestro Li por tercera vez, los síntomas de asma desaparecieron y pronto estuvo completamente curado.
No podía expresar con palabras mi gratitud. Solo podía derramar lágrimas en silencio. Comencé abiertamente mi práctica de Falun Dafa en casa.
Mi marido se quejó insistentemente y me amenazó con divorciarse. Un tiempo después me empujó sobre la cama, puso sus manos alrededor de mi cuello y me ahogó, también me golpeó duramente.
La familia de mi marido estaba preocupada porque mi práctica de Falun Dafa pudiera afectar la futura carrera de mi suegro, quien era el encargado de una empresa estatal. Me denunció a la policía. Era consciente que mi seguridad estaba en juego, pero tuve que elegir con rectitud y conciencia. Le denuncié por los malos tratos recibidos para obtener mi divorcio y la custodia de mi hijo.
Sacado del agua
Desde la infancia, fue un niño travieso y lleno de energía. No tenia miedo de hacerse daño. Solía trepar y subir y bajar todo el día. Durante las vacaciones de invierno, cuando estaba en el segundo grado, salió afuera a jugar y volvió calado hasta los huesos. Estaba sorprendida, no estaba lloviendo afuera. Me dijo tímidamente: “Mamá, caí dentro del agua”.
Me dijo: “Estaba fuera jugando cerca del estanque en el pequeño jardín de nuestro distrito. Alguien lanzó un petardo dentro del agua. El fuerte sonido me asustó y caí al estanque. El agua me cubría por encima de los hombros. Estaba tan asustado que no podía ni llorar para pedir ayuda. De repente, sentí que unas grandes manos me sacaban, y logré salir fuera del estanque”.
Le dije: “El año pasado, un niño se cayó en el mismo estanque. Sucedió en la mitad del día cuando nadie pudo salvarle. Por ello, el estanque estuvo cerrado durante un año. Si el Maestro no estuviera contigo, hubieras muerto. Así que ten cuidado”.
Asintió y dijo: “¡No lo olvidaré!”
Se cambió la ropa mojada, y fue a jugar de nuevo con una sonrisa como si nada hubiera sucedido.
La creencia pura de mi hijo le salvó de nuevo
Una tarde durante las vacaciones de verano cuando estaba en tercer grado, jugaba a “la gallinita ciega” con sus amigos y alguien propuso: “Escalemos hasta el tejado para que no puedan atraparnos”. Mi hijo escaló al tejado con los otros, pero el tejado se derrumbó. Cuando cayó, su axila golpeó con una punta afilada de uno de los postes de hierro que estaban sujetando unos tendederos. Le salió sangre inmediatamente.
Mi hijo permaneció en calma. Gritó en su corazón, “¡Maestro sálvame”! Sucedió el milagro. La sangre casi se detuvo por completo. Sus compañeros de juegos comenzaron a gritar: “¡Ayuda! A sucedido algo terrible! ¡Ayuda!”
Corrí escaleras abajo. Estaba asustada cuando lo vi. Volví a subir las escaleras para tomar 1000 yuanes y llamar un taxi para que nos llevara al hospital.
Cuando llegamos, mi hijo dijo: “Mamá, soy un cultivador de Dafa. ¿Aun sigo necesitando ver a un médico?”. Sus palabras me conmovieron. Mi hijo continuó: “Sé que es por mi culpa, pasé mucho tiempo jugando y divirtiéndome, pero, creo en el Maestro, creo en Dafa. Estoy bien”.
Estaba conmovida por su firme creencia y detuve el viaje al hospital. Esa tarde, le cambié los vendajes ocho o nueve veces. Permaneció en cama durante una semana. Después fue capaz de levantarse. En menos de un mes estaba completamente recuperado.
Ileso después de ser atropellado
Mi hijo era un adolescente en el instituto. Una tarde, eran más de las 13:00 y no había vuelto a casa. Fui a buscarle, pero no le encontré. Volví a casa decaída.
Cuando iba llegando a mi edificio de apartamentos, estaba allí subiendo las escaleras de nuestra casa.
Tenía un aspecto horrible. Estaba sucio y cubierto de polvo. Su cara estaba toda manchada. Incluso tenía barro en sus orificios nasales. Cuando me vio, rompió a llorar. Corrió a abrazarme, y le pregunté si estaba herido.
Me dijo: “Mamá, estoy bien”. Me apresuré a llevarlo a casa. Todavía llorando me explicó: “Iba en bicicleta camino de casa durante el descanso del medio día. Una moto a toda velocidad me golpeó y mi bicicleta salió volando. Fui enviado al borde de la carretera. El conductor no se detuvo. Salió a toda velocidad. Estaba herido y no podía levantarme. Estuve tirado allí mucho tiempo. Al final, me levanté y cojeé hasta casa".
Hice un cálculo. Todo debió suceder hacía unos 40 minutos. Comprobé el cuerpo de mi hijo y no encontré ninguna herida, solo un pequeño arañazo y un pequeño moretón en su brazo. Le dije: “Si no tuvieras la protección del Maestro, apuesto que tendrías algunos huesos rotos”.
Siendo un modelo en la clase por devolver dinero encontrado
Desde que era muy pequeño, mi hijo nunca miraba hacia delante cuando andaba. Siembre miraba aquí y allí y a todos los lados. Así, que constantemente encontraba y traía a casa clavos y tornillos y muchas cosas pequeñas. De broma le llamaba: “Mi pequeño recolector de metales”.
Debido a esto, siempre encontraba un yuan aquí y cinco yuanes allí en la escuela. Por supuesto no había manera de saber de quién era el dinero. Así mi hijo siempre daba lo encontrado a su profesor para los gastos de clase.
Durante una de las clases, el profesor dijo a toda la clase: “Hay un estudiante entre nosotros que siempre nos da el dinero que encuentra para los gastos de la clase mientras que otros se lo quedan para ellos…”.
Desde entonces, muchos de sus compañeros siguieron su ejemplo y lo donaban a la clase.
Cuando estaba en secundaria, encontró 10 y 20 yuanes y lo dio a los profesores. Ese año, mi hijo estaba en el instituto, un día encontró 50 yuanes en las pistas de atletismo. Devolvió el dinero en las oficinas de la escuela.
Me contó la historia cuando volvió a casa, y poco después de que la oficina trasmitió lo encontrado, varios estudiantes fueron a reclamar el dinero. Divertidamente compartimos nuestro asombro.
Le dije: “Estoy segura que hay uno entre estos estudiantes que perdió el dinero. Estoy segura que el colegio averiguará quien perdió el dinero. No estés preocupado. Haz hecho lo que tenías que hacer. Mantente fiel a Dafa y sigue los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia y lo harás bien".
Corazón de compasión
Mi hijo es una buena persona, cariñoso, amable y empático. Una tarde, llegó a casa una hora después del estudio. Yo no estaba contenta.
Me explicó: “Cuando salimos de la sala de estudio, un compañero se hizo un esguince en el tobillo y tenía dificultad para montar en bicicleta. Estaba preocupado por él, así que le acompañé para asegurarme que llegara casa sano y salvo”. Hubo también algunas veces que mi hijo llegaba tarde a casa con las manos sucias y grasientas. Me dijo: “La cadena de la bicicleta de mi compañero se rompió y le ayudé de nuevo”.
Mi hijo tiene que estar en la escuela a las 6:30 de la mañana. Así que tiene que levantarse un poco antes. Normalmente tiene el desayuno preparado antes de despertarse. Una mañana, se levantó temprano y fue derecho a la cocina para hervir agua. Estaba sorprendida de que lo hiciera porque solo bebemos agua mineral de botella, así que nunca hervimos agua para beber.
Me dijo: “Un compañero de clase está resfriado y necesita agua caliente. En la escuela no hay agua caliente. Así que quiero asegurarme que tiene agua caliente para beber”.
Este tipo de cosas sucedían a menudo. Me quedaba sorprendida y estupefacta. No mucho después, un día vino a casa y me dijo: “Mamá, mi compañero me dijo si podía ver mi reloj. Se lo di. Se le cayó al suelo y se rompió. ¿debería pedirle que me lo pague?”
Le pregunté: “¿Dónde está el reloj roto?”. Mi hijo dijo: “Lo tiró a la basura”. Le pregunté,: “¿Qué le dijiste a tu compañero?”, me dijo: “No le dije nada. Nada de nada”. Escuchando la angustia en su voz, le dije: “Está bien. No te preocupes. Es tu compañero y ha sido un accidente. Te compraré otro reloj”.
Así que le compré otro reloj. Se quedó contento.
El profesor de lengua extranjera de mi hijo se fue y le regaló un balón de baloncesto. Lo trajo a casa y me lo enseñó. Le dije que era de muy buena calidad. También le dije que si bien le gustaba el balón, no se lo quedaría para él. Lo llevó a la escuela y lo compartió con sus compañeros.
Un día me contó que en la escuela, su profesor le dio algo de dinero de la clase, para que pudiera comprar un balón de baloncesto.
Fue curioso: “¿Qué le sucedió al balón que le dio el profesor de lengua extranjera?”.
Mi hijo me dijo sin ningún rencor: “Otra clase lo pidió prestado y lo perdió”.
Tengo un hijo maravilloso que está creciendo con la protección y la guía de Falun Dafa. Me siento bendecida.
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