(Minghui.org) Cuando Li Jue tenía 15 años, su padre le entregó las llaves de la empresa familiar y se jubiló. De la noche a la mañana, Li se convirtió en el propietario del negocio de granos.

Li era un hombre concienzudo y desinteresado, no eligió obtener más beneficios haciendo cualquier cosa como otros empresarios.

Cada vez que sus clientes compraban, les entregaba el recipiente medidor para que ellos midiesen la cantidad que necesitaban.

No le importaban las altas y bajas de los precios de los cereales –realmente parecía ni importarle las ganancias. Sólo ganaba unos pocos centavos de cada 10 medidas de arroz y empleó la mayor parte de ese dinero para mantener a sus padres.

Curiosamente, todavía su familia vivía una vida abundante con ese dinero. Nunca buscaron nada.

Un día, su padre le preguntó cómo iba el negocio.

Su padre le dijo: “La mayoría de la gente del negocio de granos engaña con sus medidas. Con intención, cuando compran grano utilizan un recipiente grande para obtener más cantidad de su precio original. Cuando lo venden utilizan un recipiente más pequeño para que sus clientes paguen más precio”.

Y continuó: “Aunque las autoridades examinan y calibran los recipientes medidores dos veces al año, no pueden hacer mucho para detener esta práctica”.

El padre agregó: “Pensé que era mejor que ellos porque he usado el mismo recipiente de tamaño para comprar y vender el grano; pero tu dejas que los clientes hagan su propia medición. Eres mejor hombre que yo. Y, a pesar de hacerlo, todavía tienes una buena vida. Los dioses te han bendecido por tu bondad”.

Con más de ochenta años, Li continuó haciendo negocios. A los 100, todavía estaba saludable y mentalmente sano.

Un día, reunió a todos sus hijos a su alrededor.

Dijo: “He vivido mucho tiempo. Aunque he cultivado mi energía, ya no sirvo de ningún beneficio para ustedes aquí”.

Poco después, Li murió. Tres días más tarde, la gente escuchó un sonido crujiente de su ataúd. Lo abrieron y descubrieron que su cuerpo había desaparecido, dejando solo sus ropas.

Li se había ido y se convirtió en inmortal.

Jesús dijo que era difícil que un rico entrase al Reino de Dios. Los antiguos chinos también creían que era difícil para los empresarios alcanzar el Tao. Sin embargo, la historia de Li nos dice que no es una tarea imposible, siempre y cuando uno tenga un corazón recto y el comportamiento virtuoso.