(Minghui.org) Los mitos y leyendas chinas decían que los dioses y deidades viven en otras dimensiones, paralelas a la nuestra. La gente solo puede entrar cuando las puertas del cielo se abren. A veces, las puertas se abren inadvertidamente. Es muy hermoso allí en esas dimensiones, y el espacio-tiempo es diferente al nuestro.

La leyenda cuenta que al comienzo de la dinastía Jin, un hombre llamado Peng Qiu fue a la montaña Yunu para cortar madera. Sintió una fragancia inusual y la siguió hasta el lado norte de la montaña.

Allí, encontró un palacio, infinito a la vista. El palacio era enorme por donde se mirase. El edificio lucía muy espacioso e inmenso.

Peng Qiu miró a hurtadillas y vio cinco árboles de jade. Siguió caminando y vio cuatro hadas jugando un antiguo ajedrez chino en una gran habitación. Su belleza no era algo que se pueda encontrar en la Tierra.

Sorprendidas por la presencia de Peng Qiu, le preguntaron: “¿Cómo entró aquí Sr. Peng?”

Peng respondió: “Seguí el aroma y encontré este lugar”. Las cuatro hadas continuaron con su juego de ajedrez.

Momentos después, una de las hadas más jóvenes fue por las escaleras a tocar un instrumento de cuerdas. Las hadas abajo continuaron jugando al ajedrez y una de ellas la llamó: “Yuan Hui, ¿por qué estás arriba?”

Peng Qiu se quedó bajo un árbol. Tenía hambre así lamió el rocío de las hojas del árbol. Un hada volando sobre una grulla fue hasta él. El hada dijo a los demás enojada: “¡Yua Hua! ¿Por qué tienes a este mortal aquí? La Reina Madre ordenó a Wang Fangping que registrara todas las habitaciones”.

Peng Qiu se asustó y se fue del palacio. Miró hacia tras, solo para ver que el palacio y las hadas habían desaparecido.

Al regresar a casa, se encontró con que habían pasado décadas a pesar de que él solo estuvo un corto tiempo en el palacio. Su casa y su vecindario estaban en ruinas.

Tal vez Peng Qiu fue un inmortal que originalmente vino de la tierra de las hadas. De otro modo, ¿cómo es que las hadas sabían su nombre? Esta historia me hizo pensar que tal vez, esos mundos maravillosos con los que soñamos son nuestros verdaderos hogares.

Fuente: “Fragmentos misceláneos de Youyang”, por Duan Chengshi en la Dinastía Tang