(Minghui.org) Tengo 42 años, y en el pasado febrero me desmayé sobre el escritorio. Mis colegas pensaron que me había dormido y trataron de despertarme. Después de varios intentos, se dieron cuenta que estaba inconsciente y me llevaron al hospital local. Me diagnosticaron un tumor venal, y mi familia me comentó que necesitaba someterme a una cirugía mayor.
Me trasladaron a otro pequeño sanatorio para una segunda opinión. El veredicto fue el mismo. Los médicos dijeron que mi estado era crítico y que mi vida estaba en peligro. Tuve que acostarme sobre la espalda y no se me permitía girar debido al tumor: mi vena podía romperse si lo hacía. No era factible llevarme a uno más grande debido al riesgo. Parecía que no tenía más remedio que operarme en el lugar donde estaba.
Cuando fui admitido, mi esposa les contó a muchos familiares de la situación extrema, incluyendo a mi tía que es practicante de Falun Dafa. Preocupada por mí fue al hospital esa noche. Estaba algo consciente cuando ella llegó. Me dijo al oído: "¡Sólo el Maestro de Falun Dafa puede ahora salvarte! Recita: `Falun Dafa es bueno´, continúa haciéndolo aún si tienes dolor de cabeza”. Hice lo que me pidió y repetí: "Falun Dafa es bueno".
Al día siguiente me transfirieron al Hospital Qilu. Los médicos me examinaron realizando una tomografía computada, rayos X y otros estudios sofisticados. Dijeron que necesitaban algunos días antes de la operación. Más tarde me di cuenta que era el Maestro Li que había extendido el tiempo para mí.
Cada vez que estuve lúcido, repetí la frase sagrada. Entonces, ¡Ocurrió un milagro! Justo antes que la operación comenzara, dos especialistas debieron usar equipos avanzados durante tres horas para buscar el tumor, pero no pudieron localizar ningún cáncer en mi vena. Los profesionales quedaron impactados.
En ese momento supe que el Maestro Li, el fundador de Falun Dafa, me había salvado. Él quitó el tumor y me dio una segunda vida. Ocho o nueve de mis familiares estaban en la sala de espera. Cuando oyeron decir al médico, "¡No hay necesidad de una operación!" todos estuvieron muy sorprendidos y llenos de alegría.
Durante el tercer día en el hospital, un especialista vino a verme, pero no estaba en la cama. Le preguntó a mi esposa dónde me encontraba y ella le respondió con una gran sonrisa: "Está tomando un paseo”. Cuando regresé a la habitación, eran los médicos los que estaban en estado de shock. Mi rápida recuperación era nada menos que un milagro.
En sólo siete días después de ingresar al nosocomio, estaba totalmente recuperado y me dieron el alta. Toda mi familia está muy agradecida al Maestro Li por salvar mi vida.
¡Gracias Maestro Li! ¡Gracias desde lo profundo de mi corazón!”.
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