(Minghui.org) Conocí a dos familias en cuyas casas uno de los integrantes desarrolló una enfermedad mortal. Uno renunció al partido, vio la bondad de Dafa y se recuperó de su enfermedad. El otro tuvo un resultado diferente.

Vivo en el quinto piso de un complejo condominio, una pareja en sus 50 quienes eran docentes vivían arriba, y otra familia que conocía vivía abajo.

Al hombre que vivía arriba le diagnosticaron cáncer de esófago y fue a Beijing para hacerse una operación a principios de 2009. Después de regresar, casi no lo pude reconocer. Solía ser alto y fuerte, pero ahora estaba piel y hueso y no podía hablar. Con lágrimas, su esposa me dijo que le estaban aplicando quimioterapia, y el médico le dio solo seis meses a un año de vida.

Al día siguiente lo visité, le hablé de Falun Dafa y usé mi experiencia personal para explicarle las bondades de Dafa. Le dije que si renunciaba al PCCh y sus organizaciones, y recitaba ‘Falun Dafa es bueno’; Zhen-Shan-Ren es bueno’, sería bendecido. Le di un amuleto de Dafa. Sostuvo el amuleto y asintió todo el tiempo mientras yo hablaba. Su esposa dijo que quería renunciar inmediatamente. Ella me agradeció una y otra vez.

El hombre que vivía abajo estaba en sus 50 años. Solía tener un restaurante, pero no le fue bien. Aún después de vender el negocio, estaba endeudado. Para poder pagar la deuda, tomó un trabajo en la construcción. Después de 18 meses, le diagnosticaron leucemia. Tenía que ir todos los días al hospital para hacerse tratar, ya que no podía pagar para quedarse en el hospital.

Cuando lo encontré en el pasillo, le pedí que recitara “Falun Dafa es bueno; Zhen-Shan-Ren es bueno”. Él respondió: “No creo en eso”. Sin mirar el amuleto, se apresuró a entrar a su casa. Me sentí triste por él. Murió varios meses después, y su nieta dijo que en el hospital, le dieron el medicamento incorrecto.Debido a algunos problemas, ni siquiera podían demandar al hospital.

Un año más tarde, mi vecino de arriba vendió el condominio y se mudó a una casa. Luego en 2014 me los encontré en una tienda de comestibles. Mirando lo saludable que estaba la pareja, pensé: “Un pensamiento determina la vida o la muerte”.