(Minghui.org) Soy una joven practicante de Dafa que se ha cultivado por más de diez años. Una reciente interferencia física me enseñó una lección sobre la importancia de cada uno de nuestros pensamientos.

Interferencia repentina

Hace más de un mes, tuve un pequeño dolor en mi cadera, y vi que se estaba formando un absceso. Mi capacidad para caminar se vio afectada en algún punto, pero no presté mucha atención a esto y simplemente pensé que se iría en unos días, como otras experiencias similares que había tenido antes.

Pero al día siguiente, el dolor se intensificó y apenas podía caminar. Comencé a enviar pensamientos rectos y pensaba en las “soluciones benevolentes” que Shifu enseñó en el Fa. Después de enviar pensamientos rectos por una hora, el dolor se alivió enormemente. Con deleite, di un salto y dije a mi madre, que también es practicante: “¡Mira, estoy bien ahora! ¡Ya se me fue casi todo el dolor!”

“No te exaltes”, me respondió.

Una mañana, tres días después, el dolor regresó y era tan intenso que no podía poner mis piernas en doble loto. Fue en ese momento en que me di cuenta en la seriedad del asunto. Mi madre y yo enviamos fuertes pensamientos rectos toda la mañana, pero no mejoraba.

En la tarde, el absceso estaba muy inflamado y tenía un dolor que me quemaba. No podía parar ni caminar por mis propios medios. Intenté enviar pensamientos rectos, pero el dolor me distrajo y no me podía enfocar.

Me di cuenta de que en una situación tan intensa, esto no podía ser una eliminación de yeli común. Debía tener brechas que eran aprovechadas por las viejas fuerzas.

Mirando dentro

Recordé un sueño que tuve unos días antes. Estaba en una multitud y vi a un joven buen mozo. Hice contacto visual, y luego se fue con otra joven. Me lo encontré luego, sacó su mano y tocó mi cadera, el lugar en que tenía ahora un absceso. Me di cuenta del problema: la interferencia repentina se debía a mis apegos humanos.

Un joven buen mozo, de buen carácter, comenzó a trabajar en mi compañía el año pasado. Recientemente, empezó a salir con una mujer no muy atractiva. Cuando los vi caminando juntos un día, pensé: “¿Cómo es posible que le guste ella? ¡Yo soy mucho mejor!”

Este pensamiento rápido estaba gravemente desviado del requisito de un cultivador. Mis problemas eran una fuerte envidia y apego a la lujuria.

Poniendo mi determinación en el Fa

Comencé a enviar pensamientos rectos apuntando a mis apegos. Las viejas fuerzas, sin embargo, daban pelea, haciendo que el dolor en mis piernas sea más fuerte. Cuando fui a dormir esa noche, estaba exhausta por el dolor. Sólo podía acostarme de costado, y ni siquiera tenía fuerzas para moverme.

Daba vueltas y no podía dormir. Tenía que ir al sanitario. Mi mamá me ayudó a sentarme. De repente, sentí que el dolor se expandió por todo mi cuerpo, como si estuviera paralizada y ya no pudiera moverme. Pensé que las viejas fuerzas querían quebrarme. Me dije: “Tengo que ser fuerte”.

Cuando salí del sanitario, mi mamá iba a ayudarme a caminar de regreso a la cama, pero le dije: “Quiero caminar por mis propios medios”.

Me apoyé contra la pared, moviéndome lentamente y con pequeños pasos. Me dije: “Tengo a Shifu y al Fa. No hay nada que temer”. Me decidí a levantarme y hacer los ejercicios a la mañana siguiente. De hecho, apenas pude dormir esa noche del dolor.

Cuando estaba haciendo los ejercicios a la mañana siguiente con mi mamá, de decidí a terminarlos sin importar cuán difícil sea.

No podía pararme derecha del dolor, tenía que pararme sobre los dedos del pie. Cuando terminó el segundo ejercicio sentía que me desmayaba y tuve que tomar un pequeño descanso. El cuarto ejercicios fue más difícil. Hice todo lentamente y no podia seguir el ritmo de las instrucciones de Shifu. Intenté no pensar en el dolor y solo escuchar la voz del Maestro. Ahí sentí mi determinación hacia el Fa.

El milagro

Cuando hacía el cuarto ejercicio por segunda vez, ¡un milagro ocurrió! Mis piernas se recuperaron de repente y podía pararme normalmente. La fuerte interferencia física se disolvió.

Lloraba de la emoción y dije a mi madre: “¡Estoy bien ahora!”

Cuando llegó el momento de hacer el quinto ejercicios mis piernas estaban bien. El absceso reventó liberando pus y sangre.

Me llevó cuatro días pasar esta fuerte prueba. Sé que fue mi pensamiento “soy mejor que ella” y la envidia que dio a las viejas fuerzas una excusa para perseguirme. Sin la ayuda del Maestro para iluminarme a mi problema quizás hubiese quedado paralizada por el resto de mi vida.

Esta lección me impresionó por la importancia que representa para nosotros, como Dafa dizi, cultivar cada uno de nuestros pensamientos en base al Fa. No podemos esperar a mirar adentro cuando surgen los problemas. Un mal pensamiento es tan malo con la mala acción en sí misma.

El Fa nos requiere que nos elevemos cada vez más, en especial cuando estamos cerca del final. Todos los seres divinos en el universo están mirando cada pensamiento de cerca, y las viejas fuerzas también nos están mirando de cerca, buscando oportunidades para perseguirnos cuando aparecen nuestros apegos. Necesitamos cultivar cada pensamiento en base el Fa, y sólo entonces cumpliremos con nuestra responsabilidad de asistir a Shifu en la rectificación del Fa.

¡Gracias, Shifu! ¡Gracias, compañeros practicantes!

Heshi.