(Minghui.org) Fue a principios del invierno de 2015/2016, y hacía mucho frío. Regresaba de la casa de mi madre en autobús. Vi a una señora en sus 70 años con un bastón en su mano que tiraba de un carrito de compras en dirección al colectivo. Se subió con mucha dificultad.
Trató de sentarse en un asiento vacío al lado de la puerta de entrada, pero el colectivo se movió y casi se cae al suelo. Me apresuré a ayudarla.
Cuando el colectivo llegó a la próxima estación, otro pasajero me ofreció su asiento, que estaba al otro lado de la puerta. Yo pensé que sería un buen lugar para la anciana, así que se lo ofrecí a ella.
“El anterior conductor me vio caminando hacia el autobús y se apuró a cerrar la puerta y marcharse”, dijo ella. “Si este chofer no me hubiese recogido, me habría muerto congelada”.
Le dije que tal vez el colectivo anterior no tenía una relación predestinada con ella. Ella asintió: “Sí, de otra forma cómo podría haber conocido a una persona maravillosa como tú”.
Esa pudo haber sido una gran oportunidad para hablar sobre Dafa, pero el colectivo llegó a otra estación, y subió una muchedumbre. Me lamente de haber perdido la oportunidad, pero tenía la esperanza de que la mujer se bajara en la misma estación que yo.
Personas dispuestas a renunciar al PCCh
Dos mujeres que estaban cerca de mí, se quejaron sobre la dificultad de sus trabajos. Me di cuenta que trabajaban en una tienda de departamentos. Me dijeron que eran contratistas.
“El dinero va a parar a los bolsillos de funcionarios corruptos codiciosos”, dije. “Nosotros trabajamos duro para obtener solo un poco de dinero. Si el partido comunista chino (PCCh) no es eliminado, las personas nunca tendrán una vida mejor. Jiang Zemin persigue a Falun Dafa. Si renuncian al PCCh y a sus organizaciones afiliadas ustedes no caerán junto con él. Me sonrieron y asintieron. Les di una birome, nombres y las ayudé a renunciar al PCCh.
Entonces me abrí paso entre las personas para poder hablar con la anciana. Le pregunté cuándo se bajaba. Me agradeció la ayuda y me dijo que se bajaba en cierta estación, que resultó ser la misma que la mía. Le dije que nos bajábamos en el mismo lugar y que podía ayudarla.
Me dijo que tenía reumatismo en sus piernas, por lo que a menudo le dolían mucho, pero hoy tuvo que salir para hacer algo importante.
“Mi madre también tuvo reumatismo y no podía caminar”, dije. “Tuvo varias enfermedades serias y se recuperó. ¡Tiene más de 80 años y un cuerpo muy saludable!” Inmediatamente quiso saber cómo era eso posible.
Receta secreta
Le dije: “Hay una receta secreta, y no cuesta nada, ni tampoco requiere de mucho esfuerzo. Solo se necesita hacerlo con un corazón sincero”. Me pidió que se la dijera cuando bajáramos del colectivo.
Una señora a mi lado me pregunto por la receta secreta. Era una gran oportunidad para hablarles a todos en el autobús, así que intente hablar en voz alta: “Consiste en decir sinceramente, ‘Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno’. Decirlo sinceramente trae buena fortuna”.
¡Wow! Me sorprendí. De repente se hizo silencio y hubo paz en el autobús. Las personas parecían estar esperando escuchar sobre Dafa y me miraron maravilladas.
Le dije a la señora junto a mí que debería recordar que Falun Dafa es bueno. Ella dijo: “Mi madre practica Falun Dafa. Ella es muy saludable y puede comer de todo”.
Yo dije: “Eres afortunada. Nuestro Maestro dice, ‘…cuando una persona practica, toda la familia se beneficia’” (“Exponiendo el Fa en el Fahui de Australia”). Ella estuvo de acuerdo.
El autobús llego a nuestra estación y ayude a bajar a la anciana y empuje su carro de las compras. Las personas se hicieron a un lado y nos pidieron que fuéramos con cuidado. Pienso que fue una buena reacción después de escuchar el mensaje de Dafa.
La mujer caminó conmigo hasta que estuvimos próximas a su casa. Le hablé sobre Dafa y estuvo de acuerdo en renunciar al PCCh. Le enseñé a decir “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”. Me dijo con lágrimas en los ojos: “¡Gracias! Espero tener la suerte de encontrarla de nuevo”. Sus pasos eran más ligeros cuando caminó hacia su casa.
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