(Minghui.org) 

El PCCh ha perseguido a Falun Gong por 16 años. Utilizó la fama y el beneficio para fomentar a las agencias de orden público chinas llevar a cabo su persecución. Sin embargo, algunos agentes de policía que conocen bien al mal han ayudado a practicantes de Falun Gong.

La amabilidad del subjefe de policía Jiang

Algunos practicantes y yo fuimos a Beijing para apelar por justicia para Falun Gong en 1999, poco después del inicio de la persecución. Fui arrestada, detenida en una comisaría y trasladada a la comisaría local en mi ciudad natal con otros practicantes. Jiang era un subjefe en aquella estación.

La oficina 610 designó a Jiang a poner un ojo sobre mí. Me pidió charlar con él en su oficina. Le hablé sobre Falun Gong y cómo había cambiado después de comenzar la práctica.

Me dijo que le gustaba escuchar a los practicantes cuando hablaban sobre Falun Gong. Nunca golpeó o intimidó a ninguno, y nos tratamos mutuamente como amigos.

La oficina 610 me llevó a un centro de detención. Jiang me visitó y me dijo que no me preocupara por mi familia.

Entonces, los practicantes locales y yo fuimos nuevamente a Beijing a exhibir carteles sobre Falun Gong. La oficina 610 pensó que yo era la organizadora, y por consiguiente me arrestó. Después de seguir con mi huelga de hambre, el jefe de la oficina 610 local amenazó con alimentarme a la fuerza.

En el cuarto día de mi arresto, el señor Jiang me visitó y trajo mis elementos personales. En conclusión, los guardias e internos cambiaron su actitud y me trataron un poco más agradable. Me permitieron practicar los ejercicios de Falun Gong y mantenían a mi marido informado.

Cuando encontré a Jiang nuevamente, dijo que se suponía que trabajaba para la oficina 610, pero alguien más fue asignado a esa posición porque él tenía que ir a Beijing a recogerme. Le dije que se benefició con su buen trato hacia los practicantes y por lo tanto no tenía que unirse a esa oficina.

Estaba un poco confundido y dijo que un joven que conocía fue promovido por perseguir a practicantes. Le expliqué que todo aquel que persiguió a los creyentes en Fo (Buda) a través de la historia sufrió retribución por ello.

Él fue ascendido a la posición de jefe y asignado a varias comisarías.

Un policía amable

Wang era un oficial de policía mayor que amaba escuchar las historias de Falun Gong.

Cuando fue forzado a tomar mi foto en la comisaría me negué a cooperar y me desmayé. Oí gritar a Wang mi nombre. En el hospital, Wang le dijo a otros policías que no había comido ningún alimento por varios días. Finalmente, el jefe de policía me dejó ir a casa.

Fui nuevamente a Beijing a exhibir carteles de Falun Gong, donde me arrestaron y detuvieron en la comisaría. Escuché que Wang convenció a los otros oficiales en dejarme dormir en la cama de la comisaría, en lugar del piso.

Cuando me llevaron al centro de detención Wang me trasladó. Hablamos y dijo con lágrimas en sus ojos: “Lo siento por ustedes. No han hecho nada para merecer tal encarcelamiento”.

Los guardias del centro de detención tiraron mi colcha de la cama y la ropa por todo el piso para ver si traía algún libro de Falun Gong. Wang recogió las cosas del suelo, las arregló, y me acompañó hasta la puerta.

Lo vi en televisión seis años más tarde. Era jefe de policía y se dijo que hizo muchas cosas buenas por el público y que era un buen oficial.

Espero que más policías traten bien a los practicantes.