(Minghui.org) Siento vergüenza al decir que siempre he sentido miedo al dolor cuando hacía la meditación sentada. Ha pasado más de una década desde que comencé a practicar Falun Dafa, pero solo terminé los 60 minutos de meditación unas pocas veces, cuando me encontraba en un buen estado mental. La mayor parte del tiempo, mis piernas dolían tanto que sólo podía meditar por 30 o 40 minutos.

Determinado a terminar la meditación

Un día decidí hacer un progreso: ¡estaba determinado a meditar por 60 minutos! Encendí la música y crucé mis piernas. A los quince minutos, empecé a sentir un hormigueo por las piernas, y sentí que estaban adormecidas cuando la música llegó a los 25 minutos. Enseguida empezaron a doler, y surgieron los pensamientos de abandonar. Sabía que esos pensamientos no eran mi verdadero yo, y decidí continuar.

El dolor se hizo insoportable a los 40 minutos de meditación. Era tan doloroso que abría mis ojos y empezaba a contar los segundos. Seguía empujándome y pensaba: “Soy Dafa dizi, voy a perseverar hasta el final”. Otro pensamiento surgió en mi mente de inmediato: “Hoy lo hice muy bien. ¡Puedo parar ahora o será demasiado doloroso!”.

Comencé a transpirar intensamente por el dolor, pero no quería abandonar como siempre hacía. Esta vez estaba determinado a continuar.

Para poder soltar el dolor y no enfocarme en eso comencé a recitar Lunyu. Pero el dolor empeoró y pensaba que iba a morir. Negué rápidamente todos esos pensamientos y dije: “Soy un practicante y no moriré del dolor, pero mi yeli, sí”. El dolor disminuyó un poco, y seguí recitando “Lunyu”.

Cuando faltaban ocho minutos más para que termine la música, mi yeli de pensamiento me rogaba que descruzara las piernas. Para entonces, tenía la ropa empapada, y las piernas estaban acalambradas y temblando del dolor. Apenas podía respirar y no podía enderezar mi espalda. Estaba agitado y pensaba: “No abandonaré, resistiré hasta el final. ¡Esta vez, voy a eliminarte, yeli!”.

Seguí recitando “Lunyu” hasta que la música terminó, y no puedo ni siquiera recordar cómo descrucé mis piernas. Solté un profundo suspiro y murmuré: “¡Aún estoy vivo!”.

Ahora puedo soportar el dolor

En los dos días siguientes, seguí determinado y terminé la meditación de 60 minutos. Para el cuarto día, fue más fácil aunque aún doloroso, y recité “Lunyu” cuando el dolor se hacía insoportable luego de 40 minutos de meditación.

Han pasado poco más de dos semanas ahora, y recito “Lunyu” cuando mis piernas empiezan a doler, a los 50 minutos de la meditación.

¡Espero que mi cualidad de iluminación haya mejorado, ya que debí haber superado este obstáculo un largo tiempo atrás!