(Minghui.org) Era amigo de la suegra de uno de mis compañeros de trabajo. Ella tenía una buena opinión de Falun Dafa, mientras que su yerno, influenciado por la propaganda del partido comunista chino, parecía tener un desprecio personal hacia la práctica.
Había aceptado las mentiras sobre la pacífica práctica como la verdad absoluta y no escuchaba ninguna otra palabra.
“Es una causa perdida”, dijo su suegra un día. “Seres divinos podrían aparecerle en frente y seguiría igual. No es tu culpa”.
“Pero no necesito seres divinos”, pensé. “Tengo al Maestro (el fundador de Falun Dafa). Con su ayuda ocurren milagros. No me importa lo insensible que parezca; va a terminar cediendo”.
Un comienzo difícil
Vivo en el complejo de viviendas de mi empresa junto con mis colegas de trabajo y sus familias. Justo después de que fuera liberado de prisión en 2003, mi patrón recibió la orden de suspender mi salario porque me negué a abandonar mi creencia en Falun Dafa.
Para ganarme la vida, comencé a vender medias y zapatos en una cabina justo a la salida del complejo donde trabajaba. Las cosas no estaban tan mal, además era una oportunidad para contarle más a las personas sobre por qué era perseguido y sobre Falun Dafa.
En ocasiones, el colega obstinado que mencioné pasaba junto a mí. Yo quería iniciar una conversación sobre Dafa, pero él se cerraba ante la más mínima mención del tema y luego no leía los folletos.
Una vez me dijo: “No creo en nada salvo en el partido comunista chino (PCCh), porque me paga un sueldo. Tú ya fuiste arrestado dos veces y te quedaste sin salario. Solo detente”.
En realidad, estaba preocupado por mi seguridad.
En otra oportunidad se detuvo y dijo apenas susurrando: “Si piensas que Falun Dafa es bueno, simplemente practícalo en casa. ¡No se lo digas a todos! Si lo haces, te podrán arrestar otra vez. La comisaría esta a la vuelta de la esquina y los patrulleros pasan por aquí todos los días. ¡Se cuidadoso!”.
Le dije que hice lo que hice porque es triste ver a personas inocentes siendo engañadas por el PCCh. No quiero que estas personas tengan que pagar por los actos de una organización cruel.
A pesar de su indiferencia, trataba de hacerlo cambiar de parecer siempre que lo veía. Incluso fui a visitarlo a su casa un par de veces.
Llegó a amenazarme, diciendo que iría a delatarme a la policía. Permanecía calmo y volvía a intentarlo unos días después.
Así iban las cosas hasta que un día le pregunté si alguna vez me había oído mentir. Me respondió que no, que era una persona honesta.
Le dije que tampoco estaba mintiendo sobre Falun Dafa. Entonces accedió a tomar su primer folleto informativo. Más tarde, leyó los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista Chino.
Su esposa sufría un caso severo de artritis reumatoide, que había deformado sus manos y pies. Se le hacía difícil dormir por las noches debido al dolor. Quedarse en el hospital tampoco parecía ayudarla, incluso aunque gastaran la mayor parte de sus ingresos en esto.
Como su marido, él tenía que hacer todo el trabajo doméstico. Además, debía ocuparse de cuidar a su anciana suegra de 80 años y a su nieto bebé.
Sufría, y era difícil verlo correr entre su casa, el hospital y el trabajo todos los días. Confiaba en silencio que cambiaría sus nociones. Le pedía al Maestro para que lo ayudara, para que él y su esposa obtuvieran el Fa.
Un día le hablé sobre el Zhuan Falun, las enseñanzas principales de Falun Dafa.
“Zhuan Falun es un libro sagrado. Mi Maestro vino para salvar a todos los seres conscientes. Si lo lees, Él limpiará tu cuerpo hasta que vuelvas a estar sano. Te beneficiarás siempre que lo leas en calma y sin ideas preconcebidas”, le dije.
También le conté por qué me niego a abandonar la práctica.
“¿Sabes por qué sigo diciendo ‘Falun Dafa es bueno’ a pesar de que fui esposado y arrestado? Porque se trata de la ley universal. Es DAFA, y se está practicando en más de 100 países de todo el mundo”.
Luego me preguntó por el libro. Le recordé que lo atesorara y lo leyera todos los días.
Un milagro
Cerca de un mes más tarde, este colega se me acercó.
“¡Ahora te entiendo!”, dijo. “¡Mis hombros! Cuando llegué a la página 26, ya estaban bien. Durante más de 10 años, nunca puede hacer nada por ellos, ni los doctores ni la medicina ayudaban. ¡Es un milagro! ¡Ayúdame a renunciar al PCCh ahora mismo y a usar mi nombre real!”.
Después le di una copia del video de los ejercicios.
“Si sigues las instrucciones del DVD, los ejercicios mejorarán tu salud enormemente. Cuando tenga tiempo puedo ayudarte a que aprendas los movimientos de forma correcta”.
En menos de una semana, vino de nuevo hasta mí.
“¡Mira mis brazos! ¡Me han dolido durante décadas, ahora están completamente bien! ¡Nada me ayudaba! Esta práctica es en verdad milagrosa. Siempre estaré en deuda con el Maestro Li”.
Desde entonces, él lee el Zhuan Falun y hace los ejercicios todos los días. A veces va al parque a contar a las personas sobre su experiencia con Falun Dafa. Ayudó a muchos a entender la verdad sobre la práctica y a renunciar al PCCh.
Un acontecimiento familiar
Su esposa fue testigo de sus mejorías y también comenzó a practicar Falun Dafa luego de salir del hospital. Sus dos hijos, sus dos nueras, su nieto y su nieta, también tomaron la práctica luego de ver cómo recuperaba su salud.
Su suegra se fracturó el fémur a la edad de 89 años y estuvo hospitalizada durante 9 días. Los doctores dijeron que tenía que ser operada, con un costo de 40.000 a 50.000 yuanes.
Pero pidió ser retirada de inmediato.
Regresó a casa y miró las lecciones del Fa del Maestro todos los días. Tres meses después, estaba recuperada. Impresionó a sus doctores, había sanado completamente.
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