(Minghui.org) Me di cuenta que si tenemos pensamientos rectos no hay nada que el Maestro no pueda hacer por nosotros.

Aclarando los hechos y saliendo de la prisión

Hacia fines del 2013, mientras distribuía materiales de información sobre Falun Dafa, fui arrestado y llevado a un centro de detención.

Mi celda albergaba una variedad de reclusos. Allí le hablé al matón más grande sobre Falun Gong y la persecución. Envié fuertes pensamientos rectos. Mi cuerpo estaba rodeado por un buen campo de energía y mi mente estaba clara. Le conté sobre algunos malos actos del PCCh. Cuando le pregunté si quería renunciar al partido estuvo de acuerdo en hacerlo. Renunció al PCCh y a sus organizaciones afiliadas.

Había estado en prisión por casi un mes y creía que sería enviado a un campo de trabajo forzado. Le dije que recite “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, y sería bendecido.

Escuchó y continuó repitiendo aquellas palabras cada día. Al tercer día, fue liberado.

Había un joven interno que había tomado drogas por tres años. Hasta vendió su casa para alimentar su adicción. Lo atraparon robando y lo llevaron a prisión.

No se permiten drogas allí, por lo que rogó por cigarrillos. Era lamentable ver sus miserias cuando experimentaba graves síntomas de abstinencia. Le hablé sobre Falun Dafa y lo ayudé a renunciar a su membresía del PCCh y sus filiales.

Me preguntó con profunda preocupación, “¿Piensas que puedo ser salvado? Mis padres dicen que no”.

Traté de tranquilizarlo. “Dafa salva a todos los seres humanos. En tanto estés determinado a cambiar tu camino, seguramente puedes ser salvado”. Cuando le pedí que renunciara a sus hábitos de droga, estuvo inmediatamente de acuerdo.

Le enseñé a decir “¡Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”, y le dije que recitara a menudo aquellas palabras, que haciéndolo produciría resultados milagrosos. Se sentó y comenzó a repetir las palabras una y otra vez, con todo el corazón y sinceramente.

El Maestro comenzó a limpiar su cuerpo a la mañana siguiente, y experimentó una diarrea constante. Al tercer día, dejó de rogar por cigarrillos, y su salud mejoró notablemente.

Al cuarto día, un hombre mayor en sus setenta apareció en nuestra celda. Nos contó que oficiales corruptos del gobierno tomaron su tierra, y cuando protestó lo golpearon severamente y llevaron a prisión.

Fue soldado y miembro del PCCh. Después que le conté sobre Falun Gong y la persecución, rápidamente renunció al partido y sus filiales.

Fui liberado del centro de detención al quinto día, gracias a la magnánima compasión del Maestro.

Todos quienes estuvieron en mi celda a lo largo de esos cinco días renunciaron al PCCh.

Mi familia fue testigo del milagro de Dafa

El 29 de febrero de 2014, fue un día lluvioso. Estaba yendo a casa en mi carro eléctrico y tuve un accidente. Fui arrojado por el aire más de 20 metros antes de caer sobre el suelo empapado por la lluvia.

Mi primer pensamiento fue, “Soy un discípulo de Dafa. Estoy bien”. Noté que un taxi se detuvo cerca de mí. Mi carro estaba en pedazos dispersos por todos lados.

Un hombre apresurado se dirigió hacia mí llevando una bota aplastada en la mano mientras con lágrimas hablaba desde su teléfono móvil, diciendo: "Sólo golpeé a un anciano..."

Me entregó la bota que había perdido en el accidente, y preguntó cuántos años tenía. Mientras me la ponía, dije: "Tengo casi 60. Mi carro eléctrico está arruinado. ¿Me puedes llevar de regreso a casa?".

“Le pagaré el daño de su carro”, respondió. “Pero primero déjeme llevarlo al hospital”.

Cuando subí a su taxi, vi que el parabrisas estaba destrozado. Encontré un chichón detrás de mi cabeza y la pierna izquierda me dolía, estaba hinchada.

El conductor me dijo que estaba apurado para llegar a la luz verde en el puente y que no me vio en la lluvia, hasta que fue demasiado tarde. También dijo que su esposa no trabajaba pero se quedaba en casa para criar a sus dos chicos, y que toda su familia contaba con el dinero que ganaba conduciendo el taxi.

Le dije que no se preocupara. “No hay necesidad de llevarme al hospital. Practico Falun Gong. Mi Maestro me protegerá. Sólo lléveme hasta mi calle y puedo caminar hasta casa”.

Insistió en llevarme al hospital, pero cuando se dio cuenta que no cedía, persistió en darme el carro eléctrico que tenía en su casa. Vi cuan sincero era él, por lo que para aliviar su conciencia, accedí a llevarlo.

Camino a su casa, le conté sobre Falun Gong y la persecución, y lo ayudé a renunciar a su membresía al PCCh. Gratamente me aceptó un amuleto de Dafa.

No podía parar de agradecer, ni de contener sus lágrimas. Dijo repetidamente: “Me encontré con una buena persona. Verdaderamente con una buena persona”.

Cuando llegué a casa, me encontré con que había perdido las llaves, y pensé que había sido durante el accidente. Rengueé hasta abajo en busca de un teléfono público para llamar a mi esposa.

Cuando mi familia se enteró de mi accidente, se produjo una gran conmoción. Estaban alborotados, y cayeron a mi casa dos o tres a verme y ofrecerme asesoramiento. Algunos clamaban compensación, otros dijeron que debía ir al hospital, otros querían buscar la taxista, y algunos más querían ir a la intersección donde ocurrió el accidente para tomar fotos de la escena.

Más y más gente apareció. Amigos, vecinos y aún padres de 80 años. Las cosas realmente se fueron de las manos. Necesité poner freno al caos.

Dije firme pero sinceramente, “Escuchen atentamente. Si el Maestro de Dafa no me hubiera protegido, no estaría parado frente a ustedes en este momento. Dafa me dio la vida. ¡Vivo mi vida de acuerdo a Dafa, y solo haré lo que beneficia a un discípulo de Dafa!”.

Mis palabras detuvieron a todos. Luego habló mi esposa. “Mi esposo dijo que el Maestro cuidó de él. Demos un paso atrás y dejémoslo manejar todo a su modo”.

Mi pierna estaba severamente hinchada y apenas podía estar parado o caminar después de tres días.

Continué estudiando el Fa y haciendo los ejercicios. Cuando no podía pararme por mi cuenta, me inclinaba sobre la cama para ayudarme. Dos semanas más tarde, estaba como nuevo.

Mi familia, amigos y vecinos una vez más fueron testigos del milagro de Dafa.

Recitando “Falun Dafa es bueno” con sinceridad

Mi sobrino vino a ayudarme a pintar la casa dos años atrás. No se veía feliz, y me dijo que su madre de 70 años estaba en el hospital con tres costillas quebradas de un accidente, y que no había comido en una semana. Él y sus siete hermanos temían por su vida.

Le dije que el camino seguro para ayudar a su madre era repetir con sinceridad las palabras “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, y que le enseñe también a su madre a recitarlas. Le conté a él y a su familia sobre Falun Dafa y la persecución, y los ayudé a renunciar al PCCh. Les di a cada uno y a su madre amuletos de Dafa.

Mi sobrino me dio excelentes noticias diez días más tarde: “¡Mi madre dejó el hospital!”.

En julio pasado, a la tía de mi esposa le diagnosticaron cáncer de esófago. Se veía terrible después de someterse a quimioterapia.

Había trabajado como secretaria del PCCh en su unidad de trabajo, y aún no le había hablado sobre Falun Dafa. Fui con mi esposa a verla, sentí urgencia de hablar con ella.

Alegremente aceptó el amuleto de Dafa que le ofrecí, y rápidamente renunció a su membresía del PCCh.

Le recomendé que recitara las palabras “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, frecuente y sinceramente. Prometió que lo haría.

Dos meses más tarde, la hija de la tía de mi esposa nos acompañó en la celebración de un mes de nacimiento de mi nieto. Nos dijo: “Desde el día que usted fue, la salud de mi madre mejoró día a día, tuvo más y más energía”.

Le di un DVD de Shen Yun Performing Arts, los 9 Comentarios sobre el Partido Comunista y cuadernillos de información sobre Falun Dafa para que llevara a casa a su madre.

Mi esposa y yo fuimos a verla nuevamente unos pocos días después. Nos dijo con entusiasmo, “¡Miré los DVDs y leí los materiales que me dio. También recité cada día las palabras que me enseñó. Fui al hospital provincial para un chequeo, y el médico dijo que mi cáncer había desaparecido y no había nada malo en mí ahora!”.